Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2019-01-11
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   A2
Sección:   OPINIÓN - CARTAS
Centimetraje:   18x19
El Mercurio
Comenzar por el final
'…se debiera diseñar una política que garantice que toda persona cotizará obligatoriamente para adquirir una vivienda que podrá usar una vez completado el pie y que comience a pagar dividendos, garantizando que dispondrá de una vivienda digna al jubilar…'.
A mi entender hay una idea importante y, a la vez, simple que ha estado ausente del debate sobre reformas al sistema previsional. Se trata de pensar en cuánto y en qué gastan las personas al jubilar, y esto, en lo posible, según niveles socioeconómicos. Aun sin contar con encuestas es posible aventurar algunas hipótesis. La vivienda debe ser el ítem más importante, seguido por las atenciones de salud, que aumentan significativamente después de los 65 años. Lo mismo sucede con el consumo de medicamentos contra enfermedades crónicas y otras que afectan a los seres humanos en la tercera edad.

Estos tres elementos acumulan la mayor parte del costo de vida de los pensionados. Después encontramos la alimentación, el vestuario, el transporte y la entretención. Los tres primeros gastos, más la alimentación, se caracterizan por ser inevitables e impostergables y, en la práctica, no tienen sustitutos. Los tres últimos no cuentan con estas características. La idea, entonces, es focalizar los esfuerzos durante la vida activa de las personas, de modo de ser eficientes en garantizar el acceso coherente con los estándares de vida normales de cada familia en los siete consumos anteriores durante toda su vida no activa.

Partiendo por lo más importante, se debiera diseñar una política que garantice que toda persona cotizará obligatoriamente para adquirir una vivienda que podrá usar una vez completado el pie y que comience a pagar dividendos, garantizando que dispondrá de una vivienda digna al jubilar. Este tipo especial de viviendas familiares tendría restricciones a su venta, la que se podría efectuar solo por los herederos. Si se quisiera adquirir una vivienda de mejor calidad, se deberá pagar con la anterior, más dividendos por una nueva casa de este tipo. La gran ventaja de esta modalidad de ahorro individual obligatorio está en los incentivos para los cotizantes, quienes podrán comenzar a vivir en 'su' casa siendo jóvenes.

Dado lo anterior, exigir un ahorro en dinero en una cuenta individual para financiar los mayores costos en salud y medicamentos, más un seguro para enfermedades catastróficas, se haría en conjunto con la anterior por los sueldos reales y, sin duda, con muchas menos 'lagunas' que en la actualidad. El costo del transporte urbano podría ser subsidiado en horas no peak por el Estado mediante una identificación digital de los beneficiarios que tengan derecho, recordando que los buses y metros en esas horas tienen espacio de sobra, cuya ocupación no les genera un costo adicional. Respecto de los medicamentos utilizados por la tercera edad, el Estado debería licitar la producción o importación de los mismos y distribuirlos al costo en consultorios y farmacias.

El ahorro en dinero debiera cubrir, además, la alimentación, el vestuario y la entretención normales, cuyos costos no resultan significativos comparados con los anteriores. El Estado tendría el rol de complementar los gastos para aquellas personas que no alcancen niveles dignos de estos consumos. También podrá pagar subsidios por adultos atendidos en casas de reposo para casos extremos que se justifiquen. En resumen, se trataría principalmente de cambiar las características de impuestos al trabajo formal de las actuales cotizaciones previsionales, por ahorros 'para la casa propia' junto con ahorros para gastos en salud y medicamentos para la vejez. Pareciera que comenzar por el final, en este caso, es de sentido común.
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JORGE CLARO MIMICA-