Un corte prolongado de energía eléctrica como la ocurrida hace un mes, que afecta a 72.000 clientes (cuentas) se puede considerar un CORTE TOTAL y constituye en sí una emergencia, de la cual sólo se salvan las instalaciones que cuentan con sistemas de respaldo de energía.

Esto afecta el suministro de agua potable en forma inmediata a todos los edificios (hidropacks) y una vez que se agotan los estanques en altura de la empresa sanitaria, a toda la comunidad.

También afecta de inmediato todas las actividades que dependen de la energía eléctrica: oficinas públicas, banca y cajeros automáticos, AFP, cajas de compensación, comercio, turismo y en general toda la actividad humana de la ciudad incluido el tránsito (semáforos), la movilidad vertical (ascensores), interrupción de las cadenas de frío necesarias para conservar alimentos y otros.

También afecta las comunicaciones, ya que se interrumpen los servicios domiciliarios de banda ancha, las señales de radio y TV, produciéndose colapsos en la red telefónica por congestión y discontinuidad del servicio celular, debido a celdas sin energía. Luego también el agotamiento de las baterías de los equipos celulares.

Considerando los múltiples trastornos que produce una emergencia de este tipo y que cualquier solución es de largo plazo, deberíamos preocuparnos ahora por mantener las actuales fuentes de energía (líneas de transmisión y plantas generadoras) en óptimo estado de conservación y las que no se usen en permanencia, siempre preparadas para entrar en operación, ante una emergencia.

Si la oferta no alcanza a satisfacer el total de la demanda, una posibilidad sería priorizar consumos críticos y sectorizar el resto para entregarles energía por intervalos de por ejemplo una hora, de tal forma que la comunidad pueda contar cada 3 horas con agua en los edificios, evitar la interrupción de las cadenas de frío, recargar las baterías agotadas, etc..