Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2019-08-04
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   D8-D9
Sección:   REPORTAJES
Centimetraje:   56x55
El Mercurio
PROVINCIAL DE LOS JESUITAS, CRISTIÁN DEL CAMPO:
“Pido perdón a las comunidades eclesiales que durante mucho tiempo criticamos con dureza, sin darnos cuenta de que teníamos un tejado de vidrio enorme”
'Nuestro dolor no se compara ni por un segundo con lo que han vivido las víctimas', dice el sacerdote luego de que esta semana recibiera el informe final que elaboró el abogado laico Waldo Bown, donde corrobora que Renato Poblete abusó sexualmente de 22 personas.
'La recibí el 8 de enero, saliendo de la oficina. Me encontré con el sobre y me lo llevé a la casa y allá lo leí. Dentro del sobre venía toda la declaración de Marcela Aranda con una tapa introductoria de quien recibió la denuncia. Era una declaración crudísima, larga, varias páginas con muchos detalles, Marcela fue muy transparente, muy honesta. Sentí un impacto gigante, no habíamos tenido una noticia así sobre Renato Poblete'.

Han pasado más de seis meses y esta semana se conoció el desenlace de ese día crucial que Cristián del Campo relata en su oficina de calle Lord Cochrane, a pocos días de haber hecho público el informe que confirmó los abusos del excapellán del Hogar de Cristo y figura icónica de los jesuitas en Chile. La autoridad jesuita recibió el pasado viernes 26 de julio el informe final que tiene un total de 407 páginas, más anexos, elaborado por el abogado laico Waldo Bown, quien entrevistó a un total de 102 personas y llegó a la convicción de que Poblete abusó sexualmente de 22 personas entre los años 1960 y 2008, que 4 de ellas eran menores de edad, por lo que esos 'abusos se generaron en un marco de relaciones de dependencia psicológica, moral o económica con las familias de las víctimas'. También estableció que durante esos 48 años, el sacerdote mantuvo 6 relaciones estables por algún período de tiempo 'con aspectos abusivos en al menos 5 de ellas'.

El provincial se ve cansado, lo reconoce. Él mismo asumió de urgencia hace seis años, cuando el exprovincial Eugenio Valenzuela debió renunciar acusado también de abusos. El caso Poblete ha sido un tsunami gigante para la Compañía de Jesús chilena, que ya enfrentaba las denuncias contra Valenzuela, Leonel Ibacache y Jaime Guzmán Astaburuaga, entre otros, y que ha puesto en cuestión sus procedimientos y prácticas internas; en lo inmediato, su influencia y la relación de los jesuitas con el poder. Se han dado los primeros pasos de reparación —dice— al hacer público el informe, ponerlo a disposición de la justicia y comenzar las reuniones con cada víctima para ver las 'necesidades y aspiraciones' de cada una. Seguir será tarea del nuevo provincial que ya está elegido y cuyo nombre se conocerá esta semana. —Volviendo a enero, cuando usted recibió el sobre, ¿le dio credibilidad de inmediato o le costó por la crudeza de los hechos?

—Uno ha aprendido que la enorme mayoría de las personas que denuncian dicen la verdad. Puede que haya algún elemento, algún caso que no lo sea, pero esas primeras reacciones tan naturales de incredulidad hoy están súper equilibradas por el aprendizaje que hemos hecho.

—¿Cuál era la imagen que tenía de Renato Poblete hasta entonces y qué relación tuvieron durante su vida?

—La opinión de él me ha cambiado diametralmente. Tenía una muy buena opinión, mi mamá lo conocía de su época universitaria, mi papá lo conoció, trabajó como voluntario del Hogar de Cristo y después en el ámbito de la hospedería, y luego lo conocí cuando ingresé a la Compañía, y durante mi formación me tocó vivir en la misma comunidad. Era una comunidad de ocho o diez y uno de ellos era Renato. Fueron dos años, mientras trabajaba en la Universidad Alberto Hurtado. Era simpático, entrador, además, era una persona pública, del Hogar de Cristo, tenía tema. Había una diferencia generacional inmensa, una relación muy natural, como con el resto de la comunidad. Nunca trabajé con él, pero su oficina estaba en lo que eran las mismas dependencias de la revista Mensaje, en la Fundación Padre Hurtado, en el mismo sector de la casa.

—¿Y qué piensa ahora?

—Que es un abusador y no solo tenía una doble vida que siempre daña, el daño fue muy masivo. Créame que muchas veces me han preguntado cómo pueden pasar cuestiones así, por tanto tiempo. Me siento no solo desilusionado, que es una palabra suave, sino que profundamente engañado. Y eso que no fui una víctima, entonces me imagino cómo se sentirán las víctimas.

—¿No había escuchado comentarios sobre este tema?

—No, jamás. No solo eso, el investigador me pidió, como lo hizo con todos los provinciales de la Compañía, que diéramos cuenta de lo que habíamos escuchado. Como provincial, hace un año y medio atrás, mandé una carta a todos los jesuitas pidiendo, por favor, que necesitaba saber cualquier información que tuvieran, pero no brotó en ese minuto.

—Eso fue antes de la denuncia contra Poblete. ¿Lo hizo por otro caso? —Por las denuncias que habían partido, el caso de Jaime Guzmán... Con todo lo que pasó con el Papa Francisco, pensé, ‘seamos un poco más proactivos, no esperemos solamente a reaccionar cuando recibimos una denuncia, movámonos y veamos’.

—¿Nunca le llegó algo sobre Poblete?

—No.

—¿Tampoco del exprovincial Juan Ochagavía, quien fue una de las personas con que esos años habló Marcela Aranda sobre los abusos que vivía?

—No recibí nada al respecto. No voy a entrar en detalles de la investigación. Sin embargo, creo que en esa relación había una gran asimetría en la edad y el poder, que daba para entender que la situación era grave, y como Compañía no dimos seguimiento a esa situación ni se pusieron remedios eficaces para evitar otros abusos.

—¿Por qué?

—Algo no funciona bien si hay una investigación que habla de 22 personas que dicen haber sido abusadas, está comprobado y puede haber otras que lamentablemente no prestaron sus testimonios; que sea algo tan masivo y que las informaciones que se hayan tenido, parciales, pequeñas, no hayan aspirado a un sistema que se hiciera cargo de eso y que impidiera más abusos. La primera responsabilidad es evidente que es de la persona que abusa y que tiene todo un tinglado para poder hacerlo, pero si estos abusos vienen de cuarenta años habla bastante mal del lugar que fue su familia religiosa. En el sentido de cómo no fuimos capaces de actuar con la información, sea a nivel individual o institucional, aunque sean pedazos dispersos, en distintos años, parciales; no fuimos capaces y en eso el informe es muy claro. Hay responsabilidades de la Compañía y eso nosotros lo dijimos.

—¿No tenían procedimientos para abordar conductas abusivas por parte de miembros de la Compañía?

— No. Fuimos parte de una Iglesia y una sociedad incapaz de visualizar lo que podía estar verdaderamente ocurriendo tras señales o informaciones preocupantes que se recibían. Si uno como jesuita recibe una información preocupante, como dice San Ignacio en las Constituciones de la Compañía de Jesús, hay que ir a hablar con quien puede poner solución. Tienes que hacer algo. Evidentemente que en ese nivel varios tuvieron responsabilidad al respecto, porque aunque fuera parcial esa información, aunque fuera otro tiempo, no se hizo lo que hoy consideramos se tiene que hacer.

—¿Quiénes tienen responsabilidad y de qué tipo?

—Esa responsabilidad apunta a algunos jesuitas y a la Compañía de Jesús como congregación.

—El vocero de los denunciantes de jesuitas, Daniel Palacios, acusa 'un historial de encubrimiento' en otros casos como el de Jaime Guzmán A. ¿Por qué en este caso no hay encubrimiento o complicidad?

—El encubrimiento está tipificado en el Código Penal. Esto no es la investigación de los jesuitas, es el informe que hace un investigador independiente, penalista, que se pronuncia respecto a la denuncia de un delito y va a la descripción de ese delito. Creo que hemos sido bastante explícitos y no solo respecto de lo más directo, sino también de las estructuras que facilitaron situaciones abusivas: responsabilidades éticas individuales porque no se informó, porque se hizo, o porque las instancias de gobierno recibieron la información y no actuaron. Hay un grupo de personas, entre las que entiendo que está la persona que menciona, que ha presentado en la justicia esa denuncia sobre quienes pueden resultar responsables. Dejemos que los tribunales se pronuncien, nosotros vamos a colaborar en todo. En el caso Poblete me deja tranquilo que Marcela Aranda haya quedado tranquila, ella me ha expresado su satisfacción y eso es muy reconfortante.

—¿Y la responsabilidad institucional?

—Nuestro gran pecado es que pensábamos que éramos distintos y no lo somos. Somos tan culpables y tan responsables de tener instituciones que trabajan con personas vulnerables, particularmente con niños, que no tenían instalados mínimos resguardos de la integridad de esas personas. Eso lo hemos aprendido con mucho dolor y gracias a las denuncias de las víctimas.

—El fiscal nacional, Jorge Abbott, dijo que tenían que analizar el resumen ejecutivo y en caso de ser necesario solicitar el informe completo.

—Creemos que el Informe Ejecutivo redactado por el abogado Waldo Bown, que fue quien realizó la investigación, es muy completo y contiene todos los antecedentes que podrían interesarle a la fiscalía. Pero, además, el investigador entregó a las víctimas el contacto del fiscal que tendrá a cargo esta investigación. Respetamos la decisión que cada una de ellas tome en cuanto a acudir o no a esta instancia judicial a prestar su declaración. Nosotros honraremos el compromiso de confidencialidad que asumimos con las víctimas. De todas formas, nuestra intención es seguir colaborando con la fiscalía y así se lo hicimos saber en nuestra reunión del jueves pasado.

DIÁLOGO CON LAS VÍCTIMAS

—¿Hay nuevas denuncias en este o en otros casos que involucren a jesuitas? ¿Espera que vengan después de este informe?

—Han pasado pocos días, no hemos recibido nada de otros jesuitas a partir de este informe. Hemos ido cambiando, subiendo los estándares, me parece que el punto de inflexión fue la venida del Papa y la posterior visita de monseñor Scicluna. Cuando recibimos un nuevo antecedente en el caso de Jaime Guzmán A., por primera vez nombré un abogado laico y no de la misma congregación. Estamos mucho mejor preparados para ofrecer un espacio de diálogo con gente externa sobre la reparación, antes no lo teníamos.

—¿Y están preparados para las indemnizaciones que podrían reclamarles ahora que el caso llegó a la justicia?

—Lo vamos a hacer si la justicia lo determina, pero queremos ir más allá, reparaciones sin tabúes, en todos los ámbitos que implique. Es una conversación personal con cada persona que tiene expectativas y necesidades distintas.

—¿Cómo van a proceder concretamente con las víctimas de Poblete?

—Tenemos el Centro de prevención de abusos sexuales y reparación de la Compañía de Jesús, liderado por la abogada M. de los Ángeles Solar y la sicóloga Francisca Salinas junto a dos jesuitas delegados del provincial. Además, estamos teniendo conversaciones con un grupo de académicos, abogados, trabajadores sociales y sicólogos de una muy buena universidad, porque queremos avanzar en justicia restaurativa que pone primero a la persona dañada, y la justicia se alcanza en la medida que haya restauración. Vamos ir aprendiendo en el camino a estar lo suficientemente abiertos para escuchar primero, que es lo que cada persona cree que más puede ayudarlo en su camino de sanación.
—El director social del Hogar de Cristo, Pablo Egenau, señaló que si 'hay razones y fundamentos' se debe investigar a Alberto Hurtado, ¿está de acuerdo?

—Estoy de acuerdo con que cualquier información seria y responsable, sobre cualquier persona, se indague por quien corresponda. No estoy de acuerdo con los rumores infundados e irresponsables. Y menos sobre alguien que fue largamente investigado para su proceso de beatificación y canonización.

SOBERBIA Y PERDÓN

—Usted también ha hablado de 'soberbia'. ¿Se refiere a la dureza con que trataron a otras congregaciones o grupos religiosos acusados de abusos?

—Sí, hemos sido soberbios y lo reconocemos con vergüenza. Por eso pido perdón a aquellas comunidades eclesiales, sacerdotes, obispos, que durante mucho tiempo pintábamos con dureza, sin darnos cuenta de que teníamos un tejado de vidrio enorme. Por doloroso que sea, va a ser muy positivo para nosotros, porque nos vamos a dar cuenta verdaderamente de muchas cosas que predicamos; que ser compañeros de Jesús es ser una iglesia, un grupo, una comunidad, más chica, menos influyente, no del lado de los poderosos. Pero estoy seguro de que va a significar una Compañía distinta, una iglesia distinta y me da esperanza dentro de lo dramático que ha sido todo esto.

—¿En qué sentido?

—Una Compañía más chica, menos influyente, que se sienta menos distinta. Ha sido muy duro caer en la cuenta del daño provocado, sobre todo a niños o personas muy vulnerables; en el caso de Renato Poblete, a mujeres que confiaban. Evidentemente causa una crisis de un desconcierto muy grande respecto de la institución a la cual uno pertenece, de la iglesia a la cual uno pertenece, y en muchos legítimamente surgen preguntas.

—¿Cuáles?

—Preguntas vocacionales, sobre el sentido. Ahora, si uno quiere a la Iglesia y quiere a la Compañía, a su familia, y hay una crisis enorme adentro, hay que tratar de cambiar las cuestiones desde adentro, poniendo todo el empeño, y cuando uno ya está más cansado entregar el testimonio a otro para que siga ese trabajo. Esto ha sido súper duro, a veces devastador, pero nuestro dolor no se compara ni por un segundo con lo que han vivido las víctimas.

EL PODER DE INFLUIR

—De las revelaciones que arrojó el informe, ¿qué es lo que más le preocupa como cabeza de los jesuitas chilenos?

—Hay muchos aspectos que me preocupan y que ahora con esta revelación hemos venido cayendo en la cuenta; por ejemplo, toda la reflexión sobre el poder. Hoy somos mucho más conscientes del nivel de poder que uno maneja y algo bueno es que la gente nos va a dar menos poder, porque esta sociedad es menos clerical y eso es positivo. Una confesión, un acompañamiento espiritual, esa intimidad otorga mucho poder, capaz que tengamos que tener una formación en manejar ese poder. Lo otro es nuestra vida afectiva sexual, un mundo en el que hemos avanzado, es un tema un poco menos tabú, pero estamos lejos todavía.

—¿Se refiere al celibato?

—A como se vive integradamente nuestra sexualidad, nuestros deseos, nuestras pulsiones, nuestras atracciones, necesidades, siendo célibes. Ser célibe no significa ser asexuado.

—¿Ha cambiado su posición respecto al celibato?

—No, creo profundamente en el valor de la vida célibe, es una opción muy válida y si está bien integrada dentro de una vida afectiva, sana, madura, puede ser un lugar de mucho fruto porque uno puede amar, entregarse y recibir cariño de muchas personas. Pero así como una persona casada, todos necesitamos vivir integradamente los distintos aspectos de nuestras vidas, y esto es negado, oculto, y cuando estas cosas no se trabajan bien pueden terminar dando pie para que se expresen abusivamente.

—¿Y acostumbrarse a ser menos influyentes?

—Espero que sigamos teniendo una palabra que decir respecto de las cosas que nos interesan y que creemos buenas para el país, especialmente para los más vulnerables. Espero que nos sigamos formando a fondo, teniendo una universidad, teniendo formación de líderes, porque lo considero muy importante y porque la Compañía ha hecho un aporte a la sociedad chilena, pero el desafío es hacerlo no creyendo que tenemos una credencial ganada, sino que somos parte de una sociedad muy plural, menos creyente, menos cristiana y menos católica. Me parece interesante el punto de partida, que como ahora tenemos el moño mucho más gacho, vamos a tener que aprender a dialogar más horizontalmente. Eso va a ser un desafío.

—Los jesuitas tienen una gran libertad de acción. ¿Debe cambiar eso?

—No creo por un momento que tengamos que transformarnos en una institución policial, creo profundamente en la libertad de las personas y estamos perdidos si no hay confianza. Lo que este caso nos ha mostrado con mucha evidencia es que ser libre no es hacer lo que yo quiera; soy libre, pero soy miembro de una comunidad que tiene normas y están para respetarse. En este caso no solo hubo normas que no se respetaron, sino que hubo negligencia de quienes tenían que asegurarse que se estaban cumpliendo.

—¿Los obnubiló la 'fama' que Poblete les trajo?

—Tal cual, nos obnubiló su éxito apostólico. Algo que hoy miramos críticamente y es una suerte de discernimiento más fino; no necesariamente el que trae más frutos es el mejor, pero el éxito obnubila.

—El 'éxito apostólico' blindó también a Karadima. ¿Es duro estar en el mismo saco de alguien que criticaron tanto?

—Sí, pero personalmente me importa menos eso. Somos parte de la misma Iglesia y es doloroso decir que nos obnubiló el éxito, es muy humano, pero la vida religiosa y la Compañía requieren estándares mayores porque nos son confiadas cosas mayores como la educación de niños, experiencias humanas, instituciones sociales.

—¿Cómo van a abordar este tema en sus colegios? ¿Le preocupa la pérdida de confianza de las familias?

—Lo veremos con los años. Lo que hoy se vive es muy distinto. Nuestras comunidades educativas son espacios sanos y seguros. Lo que estamos viendo de Poblete no pasó ayer, son cosas que vienen de la década de los 60; las denuncias en el caso de Jaime Guzmán llegan hasta el año 93. No estamos libres, pero hoy hay mucho más conciencia y medios dispuestos para evitarlo. La gente lo reconoce, aunque nos falte. En nuestros colegios se han organizado ciclos de charlas sobre la iglesia, la misma María de los Ángeles Solar ha ido y ha explicado qué estamos haciendo, y lo seguiremos haciendo. En la reunión con los jesuitas les pedí a todos que, por favor, no esperen que el gobierno provincial haga todo. —Con los alumnos mismos que se han formado con ciertos 'curas modelo', ¿qué harán para explicarles?

—Es muy complicado, pero es una gran liberación también, esto del cura como si fuera un ser… (y hace un gesto grande con las manos) …es no entender el dogma de la encarnación; lo más divino es cuando se es más humano. Los verdaderos modelos van a ser los que den testimonio honesto de una vida sencilla, trabajadora.

'EL HOGAR DE CRISTO NO ES RENATO POBLETE'

—Muchas fundaciones han visto caer las donaciones. ¿Cómo impedir el daño a la imagen, a la confianza en el Hogar de Cristo?

—La gente es suficientemente sabia para darse cuenta de que por más dramático que sea, el Hogar de Cristo no es Renato Poblete; ha trascendido y se ha ganado la credibilidad y confianza de la sociedad y estoy seguro de que seguirá siendo así. Confío plenamente en el equipo del Hogar. Sobre su pregunta, entiendo que no han bajado las donaciones. —Y con la memoria de Poblete, ¿qué van a hacer con testimonios de su vida, obras bautizadas en su nombre?

—Es una fase post investigación que viene porque también es reparación, así como pasó con el parque. Cuando la gente del gobierno me llamó, les dije que estaba totalmente de acuerdo. Somos seres de carne y hueso y necesitamos signos concretos que nos digan qué es lo aceptable y lo inaceptable.

Recuadro
ESTA SEMANA SE ANUNCIARÍA AL SUCESOR
'La dificultad ha sido de otra galaxia'

—¿Cómo ha vivido en lo personal estos años?, ¿el destape de abusos en la Compañía, las investigaciones, la expulsión de sacerdotes? —Ha sido durísimo, durísimo, con decirle que por formación teológica uno le pide a la gente: 'Ojo con decir que Dios me mandó una prueba, Dios no manda pruebas', y por primera vez he experimentado el peso de algo que parece muy grande y que uno no se lo puede. Estoy muy cansado, y por el bien de la Compañía, corresponde entregarle el testimonio a alguien que tenga más energía. —Debe ser una contradicción llegar al cargo más alto de su congregación, un premio, y vivir todo en estas circunstancias. —Puede que haya gente que le gusten los cargos de muy alta figuración, pero ser provincial es algo muy poco apetecido, se sabe que es complicado, pero la dificultad de esto ha sido de otra galaxia. Mi mayor anhelo es hacer, movilizar todo lo que pueda, para que el que venga tenga un piso un poquito más firme donde pararse y seguir caminando. —¿Le cambió la visión de su vocación como sacerdote? —Soy seis años más viejo, las visiones cambian obviamente, pero amo ser sacerdote y anhelo volver a serlo en un trabajo pastoral más directo. Es una vocación maravillosa y tengo muchos deseos de poder volcarme a eso. El evangelio de Jesús es muy liberador, muy sanador y hay que estar alerta de que las crudezas de la realidad, que muchas veces superan a la ficción, no te vuelvan una persona escéptica. —Su sucesor ya está elegido, ¿estaban esperando el informe de Poblete para anunciarlo? —Probablemente se anuncie la próxima semana. Los tiempos han coincidido, no es que lo manejemos, el informe lo entregó Waldo Bown, pero sí quería entregarle estos tres casos (Renato Poblete, Leonel Ibacache y Jaime Guzmán) cerrados. —¿No le va a pasar lo mismo al que venga?, ¿no asumirá con la mochila del caso Poblete?

—Tendrá que aperrar no más, confiar en Dios y pedir ayuda. Al menos sabe perfectamente lo que va a recibir, lo mío era más incierto, nadie se imaginaba lo que iban a ser estos últimos años de la Iglesia. El deberá continuar, profundizar, mejorar esto, liderar un proceso largo de sanación interna, corporativa nuestra, hay muchas trizaduras, desconfianzas, gente muy golpeada. —Dicen que también hay cuentas mutuas, a quienes teniendo responsabilidades no hicieron lo que debían. —Bueno, si hay algo de eso, habrá que seguir trabajando, ser capaces de dialogar, decirnos las cosas, de tomar medidas respecto de quienes han tenido responsabilidad y de reconciliarnos. El próximo año termina nuestro plan apostólico a 10 años, y al próximo provincial le tocará evaluar y pensar apostólicamente la Compañía de Jesús en Chile para los próximos 10 años. Un desafío enorme, por Dios que nos ha cambiado la Compañía, la Iglesia, con la crisis, la velocidad de los cambios sociales. Mi promedio de seminaristas como provincial ha sido de dos al año, muy poco para que lo teníamos antiguamente, pero hay signos esperanzadores; ha aumentado la perseverancia, se salen menos. —¿Y por qué cree usted? —A nosotros se nos derrumbó algo más ideal, ellos saben perfectamente a lo que entran, son un poco mayores y traen el deseo de cambiar desde adentro.
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