Señor director:

El desafío de las universidades es formar profesionales que puedan resolver problemas, con pensamiento crítico y flexibilidad cognitiva, preparándolos para el cambiante y exigente mundo laboral. Si nos enfocamos en generar líderes flexibles, adaptables e innovadores, cumpliremos un rol fundamental en el crecimiento del país. Para lograrlo, los aliados naturales de las universidades son las empresas. La experiencia demuestra que la colaboración entre el mundo privado y la academia (a las que se suma el sector público) genera un círculo virtuoso que trae beneficios a los involucrados y al país en general.

Las universidades ayudan a descubrir nuevas posibilidades de negocios y agregan valor a las industrias. Y esto tiene lógica: hoy es el momento de la colaboración; la inteligencia colectiva le ganó al esfuerzo individual. Transmitir eso a nuestros jóvenes es fundamental. La necesaria innovación de desarrollo del conocimiento con fines prácticos, no las puede realizar, por recursos y por falta de personal especializado, una empresa en forma solitaria. Debido a las dificultades de asociarse a sus competidores, las universidades se transforman en un socio estratégico clave, velando por cimentar un espíritu colaborador yo para que Chile se transforme en un polo de innovación y ejemplo de diálogo entre los centros de estudios, el mundo privado y el Estado.