El gimnasio de la Escuela Manuel Anabalón de Panguipulli se transformó en el escenario para los ensayos finales y la doble gala de "Cenicienta, magia y leyenda". El montaje, cuya planificación partió a fines del año pasado, fue visto por dos mil espectadores entre miércoles y jueves.

Felipe Castro es el director general y el elenco considera a 150 niños y jóvenes repartidos en la Orquesta Sinfónica de Panguipulli (dirigida esta vez por el maestro Rodolfo Fischer), la Escuela de Danza y el Coro de la Casona Cultural de Panguipulli; más el Coro Red de Colegios SIP y cantores del Colegio Leonardo da Vinci de Las Condes. A ellos, se suman las sopranos Vanessa Rojas y Denise Torre; y las mezzosoprano María José Uribarri y Florencia Romero. También está Elena Irene Catripán, artesana y emprendedora, con un rol que permite entender el sentido de la propuesta.

En escena
La inédita ópera tiene como base el cuento musicado "La cenicienta", de Pedro Humberto Allende, y la obra "La Malen", que René Silva compuso exclusivamente para el proyecto. En esta pieza, rescata el relato tradicional mapuche "La niña de la calavera".

El montaje dura poco menos de dos horas y está dividido en dos grandes actos. El primero es un acercamiento lúdico al clásico relato popularizado por Disney con predominancia de fiesta , comedia y algunas licencias creativas: la protagonista no pierde un zapato de cristal, sino que un bototo de oro; y el hada madrina que le cumple el deseo de ir a la fiesta, irrumpe sobre un scooter que lanza burbujas de jabón.

En tanto, el segundo acto es más sombrío y algo siniestro, con una escenografía que remite a los bosques del sur, para abordar la leyenda de una princesa hechizada. Ambos momentos están entrelazados por el diálogo de una pequeña niña y su Papai (interpretada por Catripán), en el que discuten sobre la maravilla de un cuento con tintes cinematográficos y una oralidad con pertinencia geográfica que habla de un entorno más inmediato. Todo, al ritmo de la orquesta conducida por Fischer y con la aparición en escena de cantantes, bailarines y actores ataviados de ratas, aves y personajes del bosque.

Los protagonistas
"Cenicienta, magia y leyenda" es una producción de la Corporación de Adelanto Amigos de Panguipulli, a través de su Casona Cultural, y de la Municipalidad y la Corporación Municipal de Panguipulli.

El proyecto fue financiado con aportes públicos y privados. Asimismo consideró involucrar a la comunidad en actividades como la elaboración del vestuario bajo la guía de Paulina Catalán; y diversas actividades de mediación. En total, en la producción general participaron alrededor de 400 personas.

"Ha sido un privilegio concretar esto. La única herramienta posible para lograr que todo funcionara, fue jugar, hacer que los niños se sintieran cómodos con esta tremenda experiencia muy transformadora. Para armar este rompecabezas gigante trabajamos arduamente y estamos muy orgullosos del resultado final", explica Felipe Castro.

Para los roles centrales del montaje se hicieron audiciones en marzo. La estudiante de la cátedra de canto de la Pontificia Universidad Católica de Chile Vanessa Rojas se quedó con el papel de Cenicienta y Malen. Es primera vez que protagoniza una ópera. "Fue muy estimulante trabajar con niños. El proceso fue muy enriquecedor y también desafiante, por la dimensión de lo que se pretendía hacer y que a fin de cuentas resultó ser un éxito. Nos rodeamos de personas muy valiosas, con una energía increíble (...) indudablemente que fue una gran oportunidad el poder haberme conectado aún más con la zona para interpretar mi primer protagónico", dice la intérprete que en 2017 visitó la zona junto al director coral Víctor Alarcón.

El estreno
Entre el público de las galas estuvo René Silva, a quien Rodolfo Fischer a principios de abril le encomendó la composición de una pieza para la ocasión. "Vengo buscando desde hace varios años un sonido identitario en mi música. Es algo que he explorado en varias de mis obras y siento que eso permitió que este nuevo proceso fluyera sin problemas", dice. Y agrega: "Siento que pude hacer una obra a la medida de la orquesta. Fue un bonito trabajo en el que logré reunir dos cosas que me interesan que son la composición y la docencia. En el camino me fui dando cuenta de que este era un proyecto mucho más grande de lo que había imaginado".

El barítono austriaco Christian Boesch, propietario del Fundo Papageno, donde partió el ciclo sinfónico coral "La juventud con Mozart" y Responsable de la Fundación Cultural Papageno, fue otro de los invitados especiales al colegio. Junto con valorar la propuesta, manifestó su interés por desarrollarla en formato de cámara que le permita hacer itinerancias por comunidades indígenas. "Es que esto es un triunfo por donde se le mire. Esta obra es de vital importancia y llega en el momento más indicado en que es necesario educar sobre el respeto a las tradiciones y la integración. Sin duda que queremos que mucha gente más sepa de esto".