Señor Director:

Hoy es un día triste para la historia de la libertad de enseñanza y para la educación escolar chilena. Por imposición de una ley aprobada por una mayoría circunstancial, y con un evidente sesgo ideológico, hoy se terminan en Chile los colegios particulares subvencionados en los términos en que por décadas fueron conocidos y elegidos por la inmensa mayoría de las familias chilenas para educar a sus hijos.

Los colegios ya no serán, mientras no sea modificada la reforma educacional, emprendimientos privados de profesores o de familias de educadores. Se les fuerza a transformarse en entidades sin fines de lucro, solo para efectos de seguir recibiendo la subvención del Estado, en circunstancias que en lo que dice relación con la gestión de calidad han demostrado con creces ser una mejor opción que los establecimientos municipalizados.

En este triste día, rendimos un homenaje a todos aquellos profesores, asistentes de la educación, funcionarios, padres y apoderados y gestores privados, todos personas de buena voluntad que, con su esfuerzo, riesgo, trabajo y sacrificio, constituyeron y gestaron -o depositaron su confianza- en los colegios particulares subvencionados, donde se han formado millones de niños y jóvenes chilenos.

Las nuevas autoridades y los nuevos parlamentarios deberán buscar los caminos para reparar esta tremenda injusticia y este monumental error.