Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2019-01-11
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   70R
Sección:   TIEMPO LIBRE
Centimetraje:   29x23

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Alexander Santiago-Jirau, de 38 años, quiso unir ambas generaciones para que 'se conocieran'.
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El director de educación del New York Theatre Workshop, Alexander Santiago-Jirau, hizo la hazaña
Así fue el último ensayo del taller que reunió a jubilados con centennialls
Lo que ideó el puertorriqueño avecindado en Estados Unidos hace 20 años, Alexander Santiago-Jirau (38), director del New York Theatre Workshop, más que un ejercicio teatral es un experimento sociológico.

El licenciado en estudios Urbanos y Regionales en Cornell University y maestro en Teatro Educacional en The New York University Steinhardt School of Culture, Education, and Human Development, vino a Chile como invitado de Santiago a Mil para su laboratorio escénico y armó un taller de teatro que reunió en una misma sala a siete jubilados de entre 64 y 70 años con ocho centenillas, de 15 a 19 años. ¿Qué resultó? Una obra que mezcla escenas sacadas de la vida de cada miembro del elenco. Se llama 'En marcha' y se presenta este viernes en una función privada para familiares y amigos.

A partir de entrevistas intergeneracionales que se hacen durante las dos primeras jornadas, fueron sacando distintas historias de la vida de los participantes para llevarlas a escena este viernes, que será el último día de intensas sesiones, de diez a seis de la tarde. Incluso tuvieron una desertora de 64 años, que faltó al ensayo final por una molestia en una de sus piernas. 'Es que es un trabajo duro, aunque cada cual a su ritmo', dice el profesor Santiago-Jirau en la sala de teatro del Taller Siglo XX, en pleno barrio Bellavista.

Verónica Arancibia, de 67 años, es una de las participantes. Ella es agente comunitaria de salud mental y vascular y quiso inscribirse en el taller porque 'me gusta mucho el teatro y la música, también participé en los coros ciudadanos en el GAM. Estoy feliz y agradecida de que hayan considerado a los adultos mayores'. 'Ha sido muy bonito trabajar con los chicos a pesar de la diferencia de edad. Siempre se aprende de ellos como ellos aprenden de nosotros. Son respetuosos y responsables', asegura. Su experiencia estará representada en una de las escenas en la que reclaman por la urgencia de una ley de salud mental: 'Yo trabajo de forma voluntaria en San Miguel, visito a los enfermos en sus hogares, la mayoría son personas solas que no tienen recursos y esto me ayuda para desenvolverme en esa labor también'.

Julián Silva tiene 16 años y recién pasó a tercero medio. Su profesora de teatro del colegio le recomendó el taller, postuló y quedó. 'Partí el año de muy buena forma, es una experiencia totalmente nueva. No había venido a este lado de Santiago porque vivo en el Cajón del Maipo. El hecho de trabajar con profesionales que saben tanto es una gran oportunidad', sostiene. Y destaca la ayuda que ha recibido de sus compañeros más viejos: 'He aprendido sobre la corporalidad, me dicen que mire al público, que me pare derecho. Además, se dan temas de debate, como la protección del medioambiente y al conocer otras posturas, uno las toma para su propio discurso'.

La porfía hizo que Enrique Astorga, profesor jubilado de educación diferencial de 70 años, estuviera dentro del elenco. 'Me enteré a través de la televisión, postulé pero no me llamaron. El día que se iniciaron las actividades vine igual y justo faltó un adulto mayor. Desde siempre me ha gustado el teatro', cuenta. Su rol es el de un actor profesional que conversa de los problemas sociales con una compañera en camarines.

Isabel Hidalgo, de 15 años, llegó por Instagram. Su miedo a crecer se verá en la obra a través de una metáfora en la que una niña le teme a la oscuridad pero que al final debe aceptarla. 'No quiero dejar el colegio, no sé lo que voy a hacer en el futuro pero es necesario crecer', admite.

Alexander Santiago-Jirau explica cuál fue su objetivo: 'Quise mezclar las dos generaciones para que interactuaran, se conocieran, y hablaran de las cosas que tienen en común y de las que no tienen en común para generar una empatía por el otro'. 'Hay algunos programas intergeneracionales que buscan resaltar la historia de los mayores y los jóvenes quedan al servicio de ellos porque tienen más sabiduría. A nosotros no nos interesa eso, nos interesa valorar cada historia sin importar la edad. Obviamente los jóvenes tienen que aprender más porque están empezando, pero los adultos mayores no dejan de aprender y pueden sacar algo de los jóvenes', concluye.
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FANY MAZUELA-