Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2019-07-28
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   D2
Sección:   REPORTAJES - CUENTAN QUE...
Centimetraje:   29x9

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En la foto, la cónsul Rocío Argomedo, junto al embajador de Chile en Palestina, Ricardo Alen, y el alcalde de Beit Jala, Nicola Khamis.
El Mercurio
La historia de la primera diplomática chilena en Palestina
'¿Por qué?'. Es la pregunta que muchos familiares, amigos y compañeros le consultaron a Rocío Argomedo, diplomática de 30 años egresada de la carrera de relaciones internacionales de la Usach, cuando supieron que estaba postulando a ser cónsul de Chile en Palestina, como su primera destinación en la carrera diplomática.

El puesto, se dice en Cancillería, no es uno de los más codiciados debido a los problemas de seguridad, a las diferencias culturales y religiosas y problemas de conectividad. De hecho, muchos nombres experimentados rechazaron, al principio de gobierno, ser embajador ahí.

Sin embargo, era lo que Rocío —magíster en Estudios Internacionales en la U de Chile y excoordinadora de RR.II. en la UDD— quería.

'Siempre me ha interesado el tema del conflicto en el Medio Oriente. De hecho, mi proyecto de tesis fue sobre Asia. Además estudié árabe durante un año y tengo estudios en historia y en seguridad internacional', dice a 'El Mercurio' desde Palestina.

Ella agrega que consideró, al postular, que en ese país 'convergen el factor histórico con el factor multilateral. Además es un lugar de gran influencia para Chile, pues nuestro país alberga la comunidad de palestinos más grande fuera de Medio Oriente', explica.

Las otras dos opciones donde quería ser destinada cumplían con requisitos similares: Turquía y el Líbano. Sin embargo, su primera alternativa siempre fue Palestina, debido a que 'la religión es más abierta acá, sobre todo con las mujeres'.

Una vez que fue aceptada se transformó en la primera diplomática chilena en ser destinada a ese país.

Desde hace cuatro meses, vive sola en Jerusalén Oriental, donde residen prácticamente todos los diplomáticos que tienen representación en los territorios palestinos. Desde ahí, todos los días se debe trasladar hasta Ramallah, sede del gobierno. Un traslado que muchas veces se hace difícil, explica, por los controles permanentes y porque ahí, las aplicaciones de mapas no funcionan muy bien. 'No es raro que no muestren los lugares, o que te lleven a un lugar donde no hay una calle, sino que la parte de atrás de una casa', cuenta.

Su labor principal en el consulado es la administración de pasaportes, visas y acompañar a las delegaciones visitantes. Aunque suene extraño, cuenta que en Palestina hay una gran cantidad de personas con nacionalidad chilena, hijos y nietos de migrantes que viajaron a Chile a principios de siglo XX, obtuvieron la nacionalidad y luego volvieron a su lugar de origen.

Reconoce que su estadía 'no ha sido fácil'. Si bien no ha sido abiertamente discriminada por ser mujer y soltera, viviendo en un barrio musulmán, es normal que 'tanto cristianos como musulmanes se pregunten qué hago ahí, y comiencen a hacer planes para buscarme marido'.

De todas formas, para ella es una gran fuente 'de aprendizaje personal'. De hecho, piensa aprender árabe y quizás también hebreo.