Pais: Chile
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Región: Valparaíso
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Fecha: 2020-02-14
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Tipo: Internet
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Sección: Política
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URL: Link
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Autor: Por Fundación Piensa
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[OPINIÓN] Eficiencia Estatal
"Lo cierto es que la experiencia nos muestra que no basta simplemente con aumentar el tamaño de la torta si dicho incremento no va de la mano con medidas encaminadas a aumentar la eficiencia del gasto público".
Mximiliano DuarteInvestigador Fundación P!ensa
El
éxito de la agenda social dependerá, en gran parte, de la habilidad del
Ministerio de Hacienda para hacer que las cuentas cuadren. La presión fiscal
sobre el aparato público obliga a buscar fórmulas que permitan aumentar la
recaudación impositiva. En este sentido, el acuerdo tributario alcanzado hace
algunos meses significa un esfuerzo importante que se traducirá en una
recaudación adicional de más de 2.000 millones de dólares una vez que entre en
pleno régimen.
Sin
ánimos de entrar a analizar en profundidad dicho acuerdo, lo cierto es que la
experiencia nos muestra que no basta simplemente con aumentar el tamaño de la
torta si dicho incremento no va de la mano con medidas encaminadas a aumentar
la eficiencia del gasto público.
Un
ejemplo de esto lo vemos en el coeficiente de Gini. En palabras sencillas, este
indicador nos muestra la desigualdad en la distribución de los ingresos de un
país a través de una cifra entre 0 y 1, donde a mayor cercanía a 1, mayor es la
desigualdad. El Gini de Chile es de 0.5, similar al de países como Finlandia,
Reino Unido o Estados Unidos. Sin embargo, el mismo indicador nos muestra que
luego de la acción del Estado a través de impuestos y transferencias, nuestro
país reduce dicha cifra a 0.46, mientras que en los países mencionados este se
reduce a 0.26, 0.35 y 0.39, respectivamente. En resumen, la acción del Estado
en esos países logra reducir significativamente las desigualdades, a diferencia
del nuestro.
Las
causas detrás de estas diferencias son múltiples. No obstante, un tema al que
debiésemos prestar especial atención dice relación con el gasto permanente en
las distintas reparticiones del Estado, particularmente, al gasto en que se
incurre en funcionarios públicos. Aquello que despectivamente denominamos
“burocracia”.
Nadie
duda que la burocracia es imprescindible para materializar los planes y
programas diseñados por el gobierno. Sin embargo, es sano preguntarnos si el
régimen que regula la función pública cumple con los fines que se espera de
aquel, esto es, traer a los profesionales más calificados, haciendo más eficiente
la gestión pública. Al respecto, un informe elaborado por el Centro de Estudios
Públicos, Chile Veintiuno, Espacio Público y Libertad y Desarrollo (“Gestión de
personas en el Estado”) nos revela un panorama alarmante sobre la configuración
de la administración pública. Mientras en el año 1995 por cada persona a
contrata había tres de planta, dicha relación se invierte en el año 2018: por
cada 2,4 personas a contrata hay una de planta. Esto significa que hoy la
inmensa mayoría de los funcionarios públicos no pasa por ningún filtro de
mérito antes de incorporarse a la administración.
La
desprofesionalización de la función pública ha ido de la mano con una creciente
politización. Por lo mismo, no es extraño encontrar en la administración un
número no menor de “asesores de autoridades”, que corresponden a funcionarios
escogidos discrecionalmente por razones políticas, con sueldos que a veces
equivalen al de una gerencia en el sector privado y que poseen un recorrido
profesional que deja bastante que desear.
Teniendo
a la vista este escenario, parece razonable hacernos cargo del problema,
generando una burocracia profesional donde el mérito pese más que la eventual
militancia en un partido político. De lo contrario, seguiremos ampliando el
tamaño de la torta sin darnos cuenta de que tenemos una lombriz solitaria que
se come gran parte del pastel, dejando solo migajas a quienes debiesen ser los
destinatarios de algún trozo.
Nex Prensa Escrita
[OPINIÓN] Eficiencia Estatal
"Lo cierto es que la experiencia nos muestra que no basta simplemente con aumentar el tamaño de la torta si dicho incremento no va de la mano con medidas encaminadas a aumentar la eficiencia del gasto público".
Mximiliano DuarteInvestigador Fundación P!ensa
El
éxito de la agenda social dependerá, en gran parte, de la habilidad del
Ministerio de Hacienda para hacer que las cuentas cuadren. La presión fiscal
sobre el aparato público obliga a buscar fórmulas que permitan aumentar la
recaudación impositiva. En este sentido, el acuerdo tributario alcanzado hace
algunos meses significa un esfuerzo importante que se traducirá en una
recaudación adicional de más de 2.000 millones de dólares una vez que entre en
pleno régimen.
Sin
ánimos de entrar a analizar en profundidad dicho acuerdo, lo cierto es que la
experiencia nos muestra que no basta simplemente con aumentar el tamaño de la
torta si dicho incremento no va de la mano con medidas encaminadas a aumentar
la eficiencia del gasto público.
Un
ejemplo de esto lo vemos en el coeficiente de Gini. En palabras sencillas, este
indicador nos muestra la desigualdad en la distribución de los ingresos de un
país a través de una cifra entre 0 y 1, donde a mayor cercanía a 1, mayor es la
desigualdad. El Gini de Chile es de 0.5, similar al de países como Finlandia,
Reino Unido o Estados Unidos. Sin embargo, el mismo indicador nos muestra que
luego de la acción del Estado a través de impuestos y transferencias, nuestro
país reduce dicha cifra a 0.46, mientras que en los países mencionados este se
reduce a 0.26, 0.35 y 0.39, respectivamente. En resumen, la acción del Estado
en esos países logra reducir significativamente las desigualdades, a diferencia
del nuestro.
Las
causas detrás de estas diferencias son múltiples. No obstante, un tema al que
debiésemos prestar especial atención dice relación con el gasto permanente en
las distintas reparticiones del Estado, particularmente, al gasto en que se
incurre en funcionarios públicos. Aquello que despectivamente denominamos
“burocracia”.
Nadie
duda que la burocracia es imprescindible para materializar los planes y
programas diseñados por el gobierno. Sin embargo, es sano preguntarnos si el
régimen que regula la función pública cumple con los fines que se espera de
aquel, esto es, traer a los profesionales más calificados, haciendo más eficiente
la gestión pública. Al respecto, un informe elaborado por el Centro de Estudios
Públicos, Chile Veintiuno, Espacio Público y Libertad y Desarrollo (“Gestión de
personas en el Estado”) nos revela un panorama alarmante sobre la configuración
de la administración pública. Mientras en el año 1995 por cada persona a
contrata había tres de planta, dicha relación se invierte en el año 2018: por
cada 2,4 personas a contrata hay una de planta. Esto significa que hoy la
inmensa mayoría de los funcionarios públicos no pasa por ningún filtro de
mérito antes de incorporarse a la administración.
La
desprofesionalización de la función pública ha ido de la mano con una creciente
politización. Por lo mismo, no es extraño encontrar en la administración un
número no menor de “asesores de autoridades”, que corresponden a funcionarios
escogidos discrecionalmente por razones políticas, con sueldos que a veces
equivalen al de una gerencia en el sector privado y que poseen un recorrido
profesional que deja bastante que desear.
Teniendo
a la vista este escenario, parece razonable hacernos cargo del problema,
generando una burocracia profesional donde el mérito pese más que la eventual
militancia en un partido político. De lo contrario, seguiremos ampliando el
tamaño de la torta sin darnos cuenta de que tenemos una lombriz solitaria que
se come gran parte del pastel, dejando solo migajas a quienes debiesen ser los
destinatarios de algún trozo.
Pais: Chile
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Región: Valparaíso
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Fecha: 2020-02-14
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Tipo: Internet
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Sección: Política
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