Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2019-12-06
Tipo:   Suplemento
Página(s):   6-7-8-9
Sección:   Suplemento - viernes_reportaje
Centimetraje:   29x93
La Segunda - Viernes
LA URGENCIA POR EMPATÍA
Según la encuesta Espacio Público e Ipsos publicada ayer, la empatía, y específicamente conocer bien los dolores que sufren los chilenos, es la característica que más demanda la gente de los líderes para conducir a una solución a la actual crisis social. ¿Se nace con ella o se educa? Expertos chilenos y extranjeros en biología, neurociencia, psiquiatría y ciencias sociales explican cómo se puede fortalecer esta característica clave en las relaciones humanas.
Durante siete semanas de intensas emociones, no solo basta un manto de ideas racionales para comprender de mejor manera el territorio frente a nuestros ojos y adaptarlo a un mapa fidedigno. Y la gente ha hablado. Más de la mitad de los consultados en la encuesta Espacio Público e Ipsos considera que en estos tiempos la empatía es el atributo más preciado que se le puede pedir a un líder.

En un 2019 marcado por el estallido social en Chile, sin menospreciar el resto del mundo, como Hong Kong, Colombia, Ecuador, Bolivia, Barcelona, Irak y muchos otros lugares alrededor del planeta, la palabra del año parece ser la empatía. En simple, la capacidad de ponerse en el lugar de los otros. Aunque, como explican diversos expertos consultados para este reportaje, la definición tiene sus complejidades.

Ser empático significa, entre otras cosas, disponer de una batería de herramientas para decodificar acertadamente expresiones como la rabia, la frustración, la pena y el miedo, todas emociones que se han instalado con fuerza desde el estallido social del 18 de octubre en nuestro país, y en distintos escenarios: en las calles, en las casas, en los trabajos y en las conversaciones de los chilenos. También implica poseer la capacidad de tender puentes, y esa habilidad constructiva viene bien cuando algunos canales se han cortado debido a las desavenencias durante una crisis.

De relativa juventud, el estudio de la empatía ha tenido un auge en los últimos años, en gran parte porque los esquemas cartesianos no dan abasto para apreciar todo el conjunto de la conducta humana. El éxito de Daniel Goleman, con su superventas La inteligencia emocional, de 1995, fue un hito que marcó tendencia en torno a la importancia de comprender las emociones cuando se trata de sintonizar con el otro.

¿La empatía se hereda o se educa? ¿Es un don genético o simplemente cualidad aprendida? ¿O todas las anteriores? Aún no existen certezas científicas sobre su fundación en la personalidad, pero lo cierto es que está ahí, entre nosotros, todo el tiempo. De hecho, el éxito global de la performance del colectivo porteño Lastesis, plagada de códigos de la cultura chilena, que ha sido replicada en Francia, España, México, Turquía y Alemania, entre otros países, en cosa de casi horas y usando la misma coreografía y casi la misma letra ('Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía'), se explica por el ADN empático de su discurso: genera identificación entre miles de mujeres de distintas partes mundo que han experimentado cosificación, abusos, violaciones y violencia.

Otro ejemplo de estos días es la iniciativa de los compañeros del estudiante de psicología Gustavo Gatica, quienes decidieron aprender braille para apoyar el regreso del joven a las aulas tras el disparo policial que le quitó la visión de ambos ojos.

Existen diferentes niveles para entender la empatía, y también su ausencia. De hecho, la resistencia a la empatía se estudia para descubrir, por ejemplo, liderazgos incapaces de ponerse en los zapatos de las personas dirigidas, ya sea en ambientes laborales o sociales.

¿Va empatizando con estas palabras? Es la idea. Pero profundicemos de la mano del psiquiatra, investigador y profesor asistente del Departamento de Psiquiatría Oriente de la U. de Chile, Alberto Botto.

¿Qué pasa si un líder no es empático? ¿Cómo se empatiza con algo así?

A ver. Uno no puede tratar de empatizar con el cargo. Es el líder quien debe empatizar, no es la gente la que tiene que tratar de empatizar con alguien en el poder, explica Botto.

¿Qué diagnóstico podría tener un líder si no empatiza?

La falta de empatía, si la entendemos como la capacidad de poder mirar, de poder leer al otro, muchas veces habla de rasgos narcisistas, personas tan centradas en sí mismas que les cuesta reconocer al otro como alguien legítimo, a quien haya que escuchar, que haya que entender, que haya que atender emocionalmente.

MIRARSE AL ESPEJO

La neurociencia, la psiquiatría y hasta la filosofía reconocen unánimemente que la empatía es un concepto vital para las relaciones humanas. Para Consuelo Aldunate, doctora e investigadora del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica, BNI, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, es necesario clarificar primero que 'la empatía es la capacidad de entender o de sentir lo que otra persona está experimentando, pero dentro de su propio marco de referencia'. Aldunate diferencia tres tipos de empatía: La empatía emocional es la capacidad de un sujeto de responder con una emoción apropiada al estado mental de otro, y la empatía cognitiva sirve para entender, poder contagiarse y responder adecuadamente al otro y a lo que le está pasando. Además existe un tercer tipo de empatía, la somática, que es la capacidad de reacción física que tiene el sujeto frente a los estados de otros.

Un ejemplo frecuente es el caso de la pareja que puede llegar a sentir los mismos antojos que su mujer embarazada: compartir el irrefrenable deseo por un trozo de chocolate a medianoche, a lo cual puede sumarse incluso sufrir mismos dolores y molestias al momento del parto.

Si a mediados de los años 90 Goleman le dio el palo al gato con su valoración de la inteligencia emocional en el campo de las ciencias sociales, la empatía cobró relevancia dentro del área científica por un descubrimiento clave: el sistema de neuronas espejo, por parte del equipo del científico Giacomo Rizzolatti, de la Universidad de Parma, en 1996, lo que gatilló un interés ya comprobable y medible en aquello que antes solo tenía cabida en reflexiones de filósofos como Heidegger —que habla del coestar, de reconocer al otro— o de Ortega —que dice el hombre es por naturaleza altruista—. Y lo que descubrió Rizzolatti fue por accidente. Estaban midiendo las funciones cerebrales a unos simios y de pronto cuenta la anécdota oficial y la extraoficial, uno de los investigadores se puso a comer un plátano (otros dicen que era maní). En ese momento, en el cerebro del simio que examinaban se activó la misma área (la zona circunvolución S5 de la corteza prefrontal) que se 'encendía' cuando el mon de verdad comía plátano... o maní.

'La teoría de las neuronas espejo se ha discutido mucho si llegar a una conclusión unánime', señala el psiquiatra Albert Botto, y sigue: 'Pero lo interesante es que uno puede pensar también en bases biológicas de fenómenos como la empatía. Desde ese punto de vista, sigue el psiquiatra —que actualmente prepara un libro acerca de la interacción entre genes, ambiente y cultura—, la empatía es casi una condición necesaria para que la especie pueda existir.
'Necesitamos una dependencia radical hacia algún otro, que en el caso de los humanos es el cuidador o la figura de l mamá que amamanta. Entonces, el ser humano por naturaleza, desde el punto de vista biológico y también filosófico, es un ser que está con otros'.

Explica que un mayor apego en la crianza debería redundar en una mayor capacidad de empatía. Además, algunos estudios establecen la existencia de genes 'prosociales', dice Botto, por ejemplo los que sintetizan la oxitocina y la serotonina, que sirven de neurotransmisores. Y lo que levanta como idea de trabajo es que algunas sociedades tenderían por naturaleza a ser más 'colectivistas' debido a mayor cantidad de los llamados genes prosociales, que determinan conductas como el altruismo, entender al otro, colaborar.

LA RESISTENCIA A LA EMPATÍA

Un invitado a un matinal cuestiona la existencia de las violaciones a los derechos humanos en Chile mientras comparte el panel con personas que fueron víctimas de violencia del Estado o sus familiares. Algunos personeros de Gobierno insinúan que los santiaguinos pueden levantarse más temprano para aprovechar un descuento en la tarifa del metro, que las familias chilenas van a hacer vida social a los consultorios o que pueden organizar bingos para resolver problemas de las escuelas. Son ejemplos de figuras públicas que han quedado expuestas y sin capacidad de explicar sus dichos ni de observar los efectos de ellos. Lou Agosta, doctor en Filosofía de la Universidad de Chicago y profesor de Empatía en instituciones médicas como el hospital Saint Anthony, también en Chicago, llama a este fenómeno 'quiebres en la empatía': 'La negación y el cinismo son los enemigos de la empatía. La regla es simple: cinismo hacia arriba, empatía hacia abajo. Sin embargo, ante los contratiempos de la vida, todos se vuelven cínicos en un mal día' concede.

Desde su experiencia como psicoterapeuta, Agosta propone el concepto de 'resistencia a la empatía' como una de las claves para entender cómo se producen estos quiebres del entendimiento social. Justamente ese es el tema de su libro Un rumor de empatía (2015). Según Agosta, esa resistencia se puede observar en varios niveles y ejemplifica con su propia experiencia. 'Para que mi empatía funcione correctamente tengo que reconocer que no sé las respuestas. Tengo que renunciar a tener razón. Entonces puedo escuchar a la otra persona. Otra fuente de mi resistencia a la empatía es creer que al mundo le interesa si soy o no empático. El mundo, y las personas en él, están interesados en sobrevivir el día, especialmente si están luchando con la pobreza, la salud, la educación y las consecuencias emocionales de esos problemas' dice el académico. En su libro, aborda las resistencias instaladas en campos tan sensibles como la salud mental y ejemplifica con el clásico Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. En su opinión, el texto deshumaniza a los pacientes antes de pasar a la medicación que, a su vez, también sustituye la conversación y el acto empático.

Estos quiebres se reproducen en los espacios de trabajo. 'No es mi trabajo', 'no sé y no puedo decirle cuándo' son respuestas comunes entre compañeros de oficina y también hacia los clientes. Agosta explica que la resistencia a la empatía limita el trabajo en equipo y esto se vuelve especialmente crítico en el campo de la salud.

En Chile, el doctor en ciencias biológicas Víctor Díaz Narváez, de la Universidad Andrés Bello, lleva varios años investigando esta capacidad en estudiantes de carreras como Odontología, Medicina, Kinesiología, Obstetricia y Enfermería. Explica que 'mientras más individualista nuestro sistema de salud, más alejado está de ser concebido socialmente, más lejos estaremos de la empatía. Son inversamente proporcionales. Cuando transformamos al paciente en una mercancía, la relación paciente-médico ya no responde solo a los deseos de sanar, sino también a un grado de mercantilismo. Es esperable que en una sociedad estrictamente de mercado los niveles de empatía sean bajos', concluye.

AMPLIANDO EL CÍRCULO

Hay consenso en los beneficios de desarrollar la empatía. Según Agosta, 'sirve como una barrera para no sentirse abrumado por el malestar'. En el área médica, el doctor Díaz explica que al modificar positivamente los niveles de empatía, se logra una mejor relación profesional con el paciente 'y eso va a redundar en un mayor éxito en el tratamiento'.

En cuanto a la manera de hacerlo, no hay una sola voz. Cris Beam, investigadora norteamericana y autora de Te siento: el sorprendente poder de la empatía extrema (2018), dice que se reconoce que la mayoría de los niños nacen con la capacidad de empatizar. Sin embargo, el atributo tiene diferentes etapas de desarrollo: desde los primeros meses de vida, cuando aprendemos a reflejar a otros, hasta los diez años, cuando se comienza a reconocer que puede haber personas con circunstancias de vida diferentes. También aclara que la forma en que se exhibe la empatía depende de cómo se ha modelado. 'En Estados Unidos, estamos incorporando una gran cantidad de aprendizaje de empatía en el plan de estudios de nuestras escuelas, posicionándola como una habilidad, como un músculo para desarrollar, algo parecido a aprender a tocar el piano. Creo que la empatía funciona mejor cuando se modela como una forma de ser, no solo como algo que debes hacer'.

Lou Agosta cree que la forma de mejorar la empatía es trabajar en sus quiebres. Por ejemplo, en el contagio emocional, fenómeno que afecta a cuidadores de enfermos o acompañantes del luto tras la pérdida de un familiar. Manejar esa experiencia abrumadora puede depender de la capacidad de vivir la experiencia indirectamente, algo que se conoce como acompañamiento vicario. Una experiencia vicaria es la que se tiene, por ejemplo, al ir al teatro o al cine. Allí, 'la persona experimenta los miedos y las esperanzas del personaje en escena, pero indirectamente', explica.

CULTURA Y EMPATÍA

Aunque aún no se logra establecer la existencia de culturas o sociedades más empáticas que otras, las hipótesis están lanzadas. En estudios de Mohammadreza Hojat, académico de la universidad de Pensilvania y uno de los creadores de varios instrumentos de medición de la empatía en el área de la salud, se muestra que, en Estados Unidos, esta se incrementa en estudiantes de medicina entre el primer y tercer año de la carrera, y luego baja, especialmente cuando empiezan la etapa clínica. Lo mismo se ha comprobado en estudiantes europeos y chinos. A esto, Hojat lo llamó 'declinación empática'. Pero los resultados de estudiantes de carreras médicas en Chile y Latinoamérica muestran algo distinto: 'Logramos detectar seis comportamientos diferentes de la empatía', cuenta Víctor Díaz, cuya investigación involucra a cerca de 160 futuros profesionales de la salud en nueve países de América Latina. 'Unos se adecuaban al concepto de Hojat, pero en otros la empatía aumentaba exponencialmente'. La pregunta siguiente es por la diferencia. 'Nos hemos dado cuenta de que el funcionamiento familiar y también los rasgos de personalidad pueden influir sobre los niveles o la capacidad empática' anticipa Díaz, aunque aún le queda trabajo para mostrar esos resultados.

Cris Beam ha comparado algunas expresiones empáticas en Sudáfrica. 'Allá tienes la noción de ubuntu, que esencialmente significa ‘yo soy porque tú eres’, y esta noción se abre paso a través de conflictos políticos y sociales muy difíciles'. Otro ejemplo surge de su experiencia en entrevistas a algunos líderes tribales en los Estados Unidos. 'Aprendí sobre un tipo diferente de escucha que implicaba atender a la persona mientras imaginaba su bondad inherente. Esto es muy diferente de la empatía genérica, en la que uno se imagina cómo sería estar en las circunstancias particulares del otro. Entonces, sí, hay diferencias culturales en la forma en que se expresa la empatía'.

No hay evidencia científica que sustente que, por ejemplo, las culturas originarias son más empáticas, pero la experiencia permite reconocerla en figuras públicas. Para Beam, 'Nelson Mandela, que exhibió una especie de empatía suprema, sigue siendo un modelo a seguir muy profundo para las personas, y creo que eso ayuda a tener a quién mirar cuando intentas cultivar tu propia empatía y compasión internas, especialmente para otros líderes que han cometido graves errores', afirma la escritora y docente.

Lou Agosta explica que personas como Gandhi, Martin Luther King y Desmond Tutu son menos comunes que Robespierre o Robert Mugabe. 'Los primeros se comprometieron a luchar contra la injusticia sin crear aún más injusticia. No siempre tuvieron éxito, pero ese fue su compromiso. Los segundos pueden haber comenzado con algunas buenas ideas, pero la revolución se descarriló y se convirtió en un baño de sangre cuyas consecuencias aún tienen impactos negativos' advierte, y es lo que puede suceder cuando las cosas se salen de control.

¿Qué ocurre, entonces, si las demandas no son escuchadas?

Para Agosta, una regla general es que cuando las personas no obtienen ni la dignidad ni el respeto ni la empatía que sienten que se merecen, se enojan y luego se enfurecen.

'En ese sentido, se requiere un cierto tipo de liderazgo específico para que una persona o comunidad traumatizada se sienta escuchada. Pero cuando se lanza una bomba, el poder de la empatía y el poder de las autoridades pierden. O al menos se erosionan significativamente. Y cuando un régimen pierde su autoridad, salen los cañones de agua y los gases lacrimógenos. O algo peor'.

Recuadro

'Para que mi empatía funcione, tengo que reconocer que no sé las respuestas. Tengo que renunciar a tener razón. Entonces puedo escuchar a la otra persona. Otra fuente de resistencia a la empatía es creer que al mundo le interesa si soy o no empático. Las personas están interesadas en sobrevivir el día, especialmente si están luchando con la pobreza, la salud y la educación' dice Lou Agosta, profesor de empatía y académico de la Universidad de Chicago.
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Por Ernesto Garratt y Daniela Doren Ilustraciones de portada y reportaje : Marco Valdés-