Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2019-09-08
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   A2
Sección:   OPINIÓN - CARTAS
Centimetraje:   26x6
El Mercurio
Reducción de la jornada laboral
Señor Director:

Una antigua teoría —tan ingenua como bien intencionada— sostiene que todo gobierno, para favorecer a sus gobernados, debería dictar una ley con dos simples medidas: subir los sueldos y bajar los precios. Si eso se hiciera, piensan sus ilusos promotores, todo andaría mejor y la vida sería más fácil. Pero, lamentablemente, el mundo es más complejo y el trabajo, los buenos salarios y el crecimiento económico no se logran por la mera voluntad de gobernantes y legisladores, sino con otras cosas más difíciles de lograr, como la estabilidad, la confianza de los agentes económicos, la productividad y la apertura de los mercados, por citar solo algunas características de las economías más prósperas, que son, a su vez, las que mejores condiciones de vida ofrecen a su gente.

Si una ley permitiera trabajar menos y ganar lo mismo o incluso más, todos los países la habrían dictado. Es bueno mirar en nuestro continente los países que intentaron el voluntarismo, y tienen a su población sumida en el colapso económico y social. El proyecto que rebaja la jornada de trabajo tiene ese mismo defecto conceptual. En apariencia es simple y positivo, pero si se examinan sus efectos, se podrá comprobar que finalmente perjudica a quienes dice beneficiar.

El presidente del Banco Central, Mario Marcel, un economista serio e independiente, ha señalado que 'una reducción de las magnitudes que se están discutiendo es un cambio significativo desde todo punto de vista', y ha descrito sus efectos, indicando que la proporción de reducción de la jornada será de entre 9% y 22%, agregando una alarmante estimación del incremento en los costos de contratación. La ciencia económica enseña que si aumentan los costos de contratación sin aumento de productividad, se reducen las dotaciones, bajan los salarios y se incrementan los incentivos a la automatización. En suma, menos trabajo y más desempleo. Una persona cesante no trabaja ni 45, ni 41, ni 40 horas, sino cero tiempo. Eso afecta su dignidad, su presente y su futuro. Es increíble que pocos vean estos efectos devastadores en el actual debate.
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-DANIEL MAS VALDÉS Presidente Cidere Coquimbo