Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2019-11-28
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   D5
Sección:   Innovación
Centimetraje:   39x27

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Albert Einstein trabajó siete años examinando inventos en la Oficina Federal de Propiedad Intelectual de Suiza.
El Mercurio
Santa Cruz IP, transformando ideas en activos:
La propiedad intelectual como política empresarial
La propiedad intelectual se ha convertido en una importante herramienta de desarrollo de los países y un instrumento de competitividad clave para que las empresas se inserten definitivamente en la cuarta revolución industrial. Maximiliano Santa Cruz, fundador de Santa Cruz IP, y Gonzalo Sánchez, especialista en nuevas tecnologías e inteligencia artificial, hablan sobre la importancia de la innovación para enfrentar los desafíos del mercado.
Propiedad intelectual (o cómo ser excepcional)

El valor y necesidad de promover la innovación para poder enfrentar los desafíos de mercados cambiantes y altamente competitivos, es hoy prácticamente indiscutido. Sorprende así el bajo uso de las herramientas de propiedad intelectual (PI) que realizan las empresas chilenas. Si bien el uso de marcas en Chile es apropiado, el uso de otros instrumentos, en particular patentes de invención, permanece incipiente.

Piénsese que en 2018 en todo el mundo se pidieron 3,3 millones de solicitudes de patentes, 2,1 millones de modelos de utilidad, 14,3 millones de marcas y 1,3 millones de diseños industriales. En Chile, en cambio, solo se pidieron 406 patentes, 113 modelos de utilidad, 33 mil marcas y 49 diseños. Cabe hacer presente que el patentamiento de chilenos ha ido en aumento y los chilenos patentan cada vez más en el extranjero.

Por una parte, el desconocimiento de los beneficios que trae la protección de intangibles va de la mano de estereotipos que omiten la función social de la PI y sus beneficios para creadores e innovadores. Asimismo, las empresas tienden a considerar la protección de PI como un gasto elevado e incensario, no como una inversión que reportará beneficios a futuro.

La PI queda normalmente relegada a la fiscalía de la empresa y se ve como un tema exclusivamente registral. Se trata como si se estuviera ante una cuestión terciaria para los intereses de la empresa, que solo se torna relevante cuando se infringe, accidentalmente o no, el derecho de otro.

Como consecuencia de lo anterior, una gran cantidad de innovación que día a día las empresas desarrollan, tanto en programas de innovación como en operaciones regulares, permanece sin identificar, capturar, valorizar y contabilizar. Se pierde así la oportunidad de transformar estas ideas y soluciones en activos y, de esa manera, generar y preservar ventajas competitivas respecto de su competencia.

Además de entregar protección frente a terceros, la PI permite el desarrollo de una identidad propia en los productos y servicios ofrecidos, aumentar el valor de la empresa y servir de moneda de cambio para la adquisición de otras tecnologías. Incorporada y gestionada de manera sistemática en la empresa es, además, un instrumento crítico de diferenciación que puede ser usado para monitorear a la competencia, identificar tendencias del mercado, encontrar soluciones a problemas técnicos que enfrenta la empresa, servir de base para desarrollar colaboraciones y para aumentar el rendimiento.

En efecto, dado el carácter territorial de los derechos de propiedad industrial, las patentes que no se registran en Chile dentro de cierto número de meses entran al dominio público y la tecnología publicada en dichas patentes puede ser libremente explotada por el público. Hay millones de patentes libres para ser usadas, que divulgan cantidades colosales de conocimiento listo para ser estudiado, adaptado a las necesidades de la empresa y explotado.

La propiedad intelectual, en todas sus expresiones, es una valiosa herramienta al alcance de la empresa. Adaptando sus procesos y toma de decisiones para tener en cuenta las herramientas de propiedad intelectual y la información que proporcionan, las empresas pueden obtener sustanciales beneficios de maneras que no son inmediatamente evidentes. Es necesario adoptar una mirada de largo plazo en esta materia e ir, de a poco, incluyendo esta valiosa herramienta en el proceso comercial.

Propiedad intelectual e inteligencia artificial

En todos los medios y a nivel global se anuncia que estamos viviendo la cuarta revolución industrial, sin que podamos dimensionar exactamente la magnitud de este paradigma del siglo XXI.

Después de ejercer la propiedad intelectual por más de 20 años, dediqué un tiempo importante a leer la literatura existente sobre el tema, lo que me condujo inevitablemente a visitar dos países que están liderando en materia de disrupción tecnológica: Estonia y Finlandia. Se trata de sociedades que desde el punto de vista tecnológico están hiperdigitalizadas y donde conceptos como el blockchain y la inteligencia artificial no son ciencia ficción, sino realidades cotidianas y operativas, lo cual junto a su alto nivel educacional, explican su creciente y sólido desarrollo.

La inteligencia artificial está impactando todos los ámbitos del ser humano en forma brutal y encuentra en la propiedad intelectual el aliado clave para desarrollarse, ya que todas sus herramientas son pertinentes a la hora de blindar legalmente el tsunami de creatividad e innovación que entraña. La protección legal oportuna de los circuitos integrados, bases de datos, hardwares y softwares asociados a la innovación tecnológica es lo que permite a las empresas capturar valor y hacerlas competitivas asegurando así su sustentabilidad.

Estamos ante un proceso irreversible, en el que conceptos como machine learning y deep learning —con sus capas neuronales que emulan los procesos congnitivios del cerebro humano— llegaron para quedarse y desarrollarse en forma exponencial. Si bien el ciudadano no comprende exactamente qué es la inteligencia artificial, lo cierto es que ya la usa sin percatarse en aplicaciones como Waze y Siri.

Si hay una entidad a la que le consta la explosión de la inteligencia artificial y su impacto en materia de propiedad intelectual es la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), que en su último informe reporta que de 300.000 patentes relacionadas con la inteligencia artificial, el 50%, es decir 150.000, corresponde a los últimos cinco años y la tendencia sigue disparándose.

Soy un optimista, pero un optimista ilustrado en lo que se refiere al impacto positivo de la inteligencia artificial. Lo anterior en el entendido de que la ética deberá presidir este desarrollo y que las tecnologías están al servicio de la humanidad, y no al revés. Históricamente, las revoluciones industriales irrumpieron acompañadas de sentimientos apocalípticos en cuanto a su impacto social; sin embargo, se olvida que el ser humano es de naturaleza adaptativa y que sobre la marcha va enmendando rumbos.

Sí, es cierto que la inteligencia artificial fue utilizada mañosamente para influir en procesos como las elecciones norteamericanas y el Brexit, pero también es cierto que la señal regulatoria no se hizo esperar, la nueva norma de la Unión Europea estableció sanciones de 20 millones de euros o el 4% de la facturación de la empresa en caso de infracción, lo cual corresponde a una señal potente que irradiará todas las legislaciones del mundo, lo anterior sin perjuicio de soluciones tecnológicas, tales como los avances en la encriptación de datos y protección de privacidad.

Si la inteligencia artificial fuera comparada con un ser humano habría que decir que esta tiene 4 años de edad, es decir, está en prekínder. De esto se puede colegir que nuestra capacidad de asombro ante el surgimiento de soluciones a las necesidades humanas mediante estas nuevas tecnologías será superada permanentemente, y en esa línea, la propiedad intelectual constituirá el binomio perfecto para proteger las nuevas creaciones tecnológicas y estimular su desarrollo.

Recuadro
"La propiedad intelectual, en todas sus expresiones, es una valiosa herramienta al alcance de la empresa".


Gonzalo Sánchez Serrano

Abogado de la Universidad de Chile, especialista en propiedad intelectual e innovación.
Socio de la empresa de inteligencia artificial Statknows.com y presidente de la fundación Hacerchile.cl. Profesor del Máster en Innovación y MBL de la Universidad Adolfo Ibáñez.

"Si bien el ciudadano no comprende exactamente qué es la inteligencia artificial, lo cierto es que ya la usa en aplicaciones como Waze".

Maximiliano Santa Cruz Scantlebury

Abogado de la Universidad de Chile y LLM de la Universidad de San Francisco, EE.UU.
Fundador de Santa Cruz IP y socio en Aninat Schwencke. Exdirector del Instituto Nacional de Propiedad Industrial (2009-2018); árbitro en la disputa sobre propiedad intelectual y transferencia tecnológica entre EE.UU. y China en la Organización Mundial del Comercio; consultor del Banco Interamericano de Desarrollo, de la Oficina de PI de la Unión Europea y de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.