Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2020-03-28
Tipo:   Suplemento
Página(s):   34
Sección:   Suplemento - TIERRA de nadie
Centimetraje:   27x21
El Mercurio - Vivienda y Decoración
Después del diluvio
Es posible que esta crisis sanitaria sea también la crisis de ciudades que crecieron sin orden, sin propósito, en extensiones y densidades absurdas en ciertos casos.
¿Qué será de nuestras vidas después de esta época de recogimiento obligatorio? ¿Cuánto nos demoraremos en retomar nuestras costumbres sociales y de interacción con la ciudad? ¿Tal vez lo que demore la memoria en desvanecer el temor, la desconfianza? ¿O habremos aprendido algunas lecciones que mantendremos presentes de ahora en adelante, tal como hizo el hombre tantas veces antes? Pues detrás de cada catástrofe, el ser humano (como otras especies) ha evolucionado y su vida en comunidad se ha perfeccionado. Los ejemplos más evidentes son los que tienen que ver con la conciencia de la higiene como una cuestión de práctica colectiva, desde aquellas estrictas normas contenidas en el Antiguo Testamento, hasta la formidable empresa de dotar de agua corriente y alcantarillado a las grandes urbes del planeta, hace no más de 150 años.

Pero a nuevos tiempos, nuevos desafíos; y a nueva política, nueva arquitectura. Comparada con la 'gripe española' de 1920, esta epidemia es la primera que afecta a un mundo auténticamente globalizado mediante comunicaciones instantáneas; la primera en que la población del planeta es en su mayoría urbana y donde las áreas metropolitanas más grandes superan los 30 millones de habitantes. La ciudad contemporánea que hemos venido engendrando desde 1920 es cada vez más extensa, gracias al imperio del automóvil y de los medios de transporte masivo, y también más densa, gracias a la evolución de tecnologías constructivas y a una serie de condicionantes económicas que han propiciado la edificación en gran altura en zonas céntricas. Hoy, en que una invisible partícula amenaza nuestras vidas y nos vemos compelidos a refugiarnos en el seno de nuestros hogares, en compañía de los nuestros, y volvemos a medir con trancos el ámbito seguro y familiar de nuestros barrios, las dimensiones física y psicológica de nuestro hábitat vuelven a cobrar una inmensa importancia.

El hombre gregario siempre ha sabido adaptarse a las condiciones físicas que sean necesarias para su supervivencia, y la vida de las ciudades surge, en la historia, precisamente de su conveniencia. Pero junto con los nuevos modelos de vida urbana que hemos inventado en pocas décadas, debimos ser capaces de convenir y garantizar las mínimas condiciones de bienestar para el individuo y la familia. No lo hicimos. Es posible que esta crisis sanitaria sea también la crisis de ciudades que crecieron sin orden, sin propósito, en extensiones y densidades absurdas en ciertos casos, sin los equilibrios y complementos imprescindibles entre una minúscula vivienda, el espacio comunitario y el espacio público. Si de algo ha de servirnos este largo retiro involuntario, es para observar la ciudad desde nuestra intimidad, meditar sobre qué necesitamos para ser en ella una sociedad más sana y feliz, todo aquello que nunca debimos descuidar y que ahora podremos reclamar, esta vez con mayor conciencia y voluntad.
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SEBASTIÁN GRAY Arquitecto Comente esta columna en www.elmercurio.com/blogs/-