Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2020-04-12
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   D4-D5
Sección:   Reportajes
Centimetraje:   57x54

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Presidente Sebastián Piñera.
El Mercurio
Presidente Sebastián Piñera:
“Este va a ser un año duro, pero Chile va a ser de los países que van a recuperarse más temprano”
En medio de un escenario político afectado por la pandemia, dice que espera que 'nadie deba pasar hambre debido a esta crisis', adelanta cuál es la solución que planea para las grandes empresas en problemas y también se refiere a la violencia y a la nueva agenda. Sobre su polémica foto a los pies del monumento al general Baquedano, dice: 'Lo que hice no fue delito ni pecado. Nadie es dueño de la Plaza Italia'.
—¿Ninguna mañana se ha arrepentido de la segunda presidencia?

—Mire, la verdad es que la primera vez quería ser Presidente y, por tanto, fue una decisión personal; la segunda vez fue por un sentido de responsabilidad. Pero no me arrepiento ni de la primera ni de la segunda.

Aunque como ha repetido varias veces, está en medio de la tormenta perfecta (estallido, sequía y ahora crisis sanitaria), y frente a ello, el Presidente Piñera se ve tranquilo. Es jueves y está sentado en un largo comedor, para mantener distancia, y no en la tradicional mesa redonda y pequeña donde suele dar entrevistas. Afuera —con mascarillas— lo esperan, entre otros, el ministro de Vivienda y el de Desarrollo Social para almorzar, mientras su joven asesor Benjamín Salas —en camisa celeste y jeans— aparece y se sienta en la punta de la mesa para apurarlo. Piñera dice que ha estado bien, eso sí con la familia más desperdigada —tiene a un hijo viviendo en Australia—, pero con información de salud de primera fuente por su hija doctora, Cecilia, quien es jefa de la Unidad de Infectología del Hospital Exequiel González Cortés.

Desde que, en marzo, el coronavirus irrumpió en el país —y en La Moneda—, el ritmo, las caras, el ambiente en Palacio se parece más al de antes de octubre. Se nota en la expresión del Presidente, aunque el humor se le ensombrece un poco cuando se le piden reacciones sobre palabras de otros: a la petición de Ignacio Briones de bajarse el sueldo, a las de Felipe Larraín sobre las proyecciones de la crisis. 'No quiero como Presidente asumir el rol de comentarista', dirá varias veces.

—Hay varios analistas que han reflexionado respecto de algunas determinadas conductas suyas, si son por un impulso o por su personalidad. Entonces, mejor saber por usted mismo por qué hace las cosas. ¿Por qué se bajó en Plaza Italia y se sacó esa foto?

—La historia la conté por Twitter. Iba de vuelta a mi casa desde La Moneda. Hacía mucho tiempo que no pasaba por Plaza Italia y decidí bajarme por un par de minutos. Me dio emoción ver la Plaza Italia solitaria, tranquila, vacía. Después de haberla visto tanto tiempo a través de la televisión y, a veces, en los regresos a mi casa, pero desde lejos, cuando pasé por ahí me bajó una emoción muy grande. Y vi a un grupo de militares que estaba guiando el tránsito, y a un grupo de carabineros que estaba colaborando. Me bajé por un par de minutos, saqué una foto, saludé a militares y carabineros, me subí a mi auto y seguí rumbo a casa. Lo que sí quiero decir es que no cometí ningún delito y ningún pecado; lamento si alguien lo pudo haber mal interpretado. Pero quiero indicar que nadie es dueño de la Plaza Italia, que cualquier chileno tiene derecho a caminar y sacarse fotos ahí.

—Pero esa zona estaba en cuarentena…

—La cuarentena es para las personas, no para los lugares. Y el Presidente, por la naturaleza de su cargo, trabaja todos los días desde muy temprano hasta muy tarde, y en distintos lugares del país.

—Cuando uno observa el video, no se ve que salude a carabineros y militares. Usted se baja del otro lado de la rotonda, se saca la foto y se va...

—¿Es el tema central de la entrevista?

—No.

—Voy a repetir —dice y vuelve a explicar—. Fue una actitud no planificada, me produjo mucha emoción ver la Plaza Italia, Baquedano o de la Dignidad, como quieran llamarla.

—¿Fue un error político?

—Ya dije todo lo que tenía que decir, lo demás es historia.

Toma el teléfono por un momento y muestra uno de los memes que circularon.

—Los que más han gozado con esto son mis nietos, que me han mandado un millón de fotos, arriba del caballo, debajo del caballo —dice.

—¿Tiene cuero duro para críticas y columnas duras?, ¿o a veces se le atraganta el desayuno?

—No se me atraganta el desayuno por una columna, ni mucho menos cuando se arrogan cualidades de psicólogos, psicoanalistas y pretenden interpretar motivaciones e intimidades de las personas. Cada persona es libre, y yo también.

El otro marzo

—El Gobierno está apostando a hacer una gran gestión en el tema del coronavirus. ¿Siente que es una oportunidad volver a conectarse con la ciudadanía y que esta valore esa gestión?

—Más que una oportunidad, lo veo como una responsabilidad. La primera noticia que tuvo el mundo occidental del coronavirus fue el 31 de diciembre. Por alguna razón, por cosas misteriosas de la vida, le presté mucha atención a esto. Y a comienzos de enero nos reunimos con el ministro de Salud y decidimos formar un grupo de trabajo, para anticiparnos a algo que pensábamos iba a llegar a Chile de todas maneras. Y tomamos contacto con China para que nos enviara el ADN del virus, y así poder preparar los test. El primer test de coronavirus en Chile se hizo el 31 de enero. Y el 8 de febrero decretamos la alerta sanitaria, para fortalecer el sistema de salud pública. Después decretamos estado de catástrofe, cuarentenas, cerramos íntegramente las fronteras terrestres, marítimas y aéreas. La comunidad internacional, los grandes centros de estudios, están valorando la forma en que Chile está enfrentando esta pandemia. Hace unos días vi al presidente de la OMS diciendo que Chile ha tomado medidas anticipadas, robustas e inteligentes. Como recibo muchas críticas, me sorprendió esta alabanza —sonríe con cierta ironía— y me produjo una cuota de legítima emoción y alegría. Espero que nadie se enoje por eso.

—Para el terremoto se calificó su gestión como buena. Sin embargo, en las elecciones municipales que vinieron después, el oficialismo tuvo un muy mal resultado. ¿Usted no siente que esto puede ser arriesgado como apuesta política?

—No me parece en este instante, en que estamos enfrentando el peligro sanitario más grande de los últimos 100 años, volver a repetir la historia que todo el mundo conoce. Lo que sí puedo decir es que siento la tranquilidad de habernos preparado muy temprano, lo cual nos permite tener una posición no de tranquilidad ni de falsa certeza, pero sentimos que estamos protegiendo adecuadamente a nuestra población. Definimos prioridades. Primero, la salud y la vida de los chilenos. También teníamos que preocuparnos de, si hacíamos cuarentena, asegurar los bienes esenciales. Digo esto porque muchos proponen cuarentena total, sin medir consecuencias. Una cuarentena total en Chile no tiene ninguna sostenibilidad.

—¿No cree que esta crisis le ha permitido también retomar la agenda? ¿Fue el coronavirus y no la autoridad lo que frenó la violencia?

—No sabemos. Nadie sabe cómo habría sido marzo sin coronavirus. Yo puedo decir que con respecto a la violencia, el país no estaba preparado, no estaban preparadas las unidades de inteligencia; las fuerzas de orden y seguridad fueron desbordadas o sobredemandadas. Y nosotros nos estábamos preparando para cumplir una misión fundamental de todo gobierno, que es resguardar el orden público y proteger la seguridad de los ciudadanos. ¿Cómo habría sido marzo sin coronavirus? No lo sabemos. ¿Si esa violencia inusitada sin Dios ni ley que conocimos va a volver? No lo sabemos. Pero sí estamos más preparados.

—Usted dice que nadie sabe qué va a pasar con la violencia cuando termine la pandemia. Hay analistas que han mencionado que tras la crisis sanitaria y económica podría venir otro estallido por la escasez.

—Prefiero comentar lo que vemos, y es que el proceso normal del coronavirus en los países que van delante de nosotros ha tomado 12 semanas. Y durante esas 12 semanas se produce un incremento en el grupo de contagios, enfermos y muertos, y después empieza a caer. De acuerdo con ello, dado que el primer caso en Chile lo tuvimos el 3 de marzo, vamos a estar llegando a los máximos niveles de contagio y hospitalizaciones hacia fines de abril, y el término de esas 12 semanas, a comienzos de junio. Nos preparamos para un escenario en que íbamos a tener 100 mil enfermos en un momento determinado. Y dada esa proyección, que era el peor escenario, de ahí se deriva que si hay 100 mil enfermos, vamos a necesitar 16 mil camas de hospitales, 8 mil camas de tratamiento intensivo, 4 mil respiradores artificiales, y nos preparamos para eso.

—¿Usted cree que el Gobierno se juega su estabilidad con esta administración de la pandemia?

—Chile tiene una democracia sólida. Si bien algunos no tienen ningún respeto por la democracia, no respetan las instituciones, no respetan a autoridades ni la Constitución. Chile tiene una democracia sólida y, por tanto, no está en juego la estabilidad.

—¿Sintió que lo estuvo en algún minuto?

—No.

—Presidente, usted pensaba entregar un país con menos desempleo y déficit fiscal. ¿Qué le produce que le haya cambiado tanto el cuadro?

—Cuando llegamos al gobierno no estaba en los planes el estallido del 18 de octubre y el coronavirus. Sin embargo, un gobierno debe enfrentar las realidades que le tocan. Y me siento orgulloso como Presidente por la forma en que los chilenos hemos asumido esta pandemia. Pero hay una cosa que le quiero decir: hay muchas lecciones que sacar del coronavirus. Primero, en Chile el equilibrio entre derechos y deberes se había perdido, y esto nos ha demostrado que una sociedad no funciona cuando todo el mundo siente que tiene puros derechos y no reconoce ningún deber. Segundo, que la libertad siempre va asociada a la responsabilidad, porque de lo contrario caemos en la anarquía. Luego, que somos una comunidad y no una sola suma de individuos. Cuarto, el Estado es demasiado importante y esta crisis del coronavirus lo ha demostrado. Necesitamos de un Estado moderno, ágil, con capacidad de respuesta, eficacia. Quinto, la importancia de la familia, indispensable para poder enfrentar situaciones como el estallido social o el coronavirus. Y, finalmente, una cuota de mayor humildad. Pensábamos que la ciencia y la tecnología eran todopoderosas, capaces de resolver todos los problemas, y no es así.

—Hay personas de izquierda que dicen que esto demuestra que esta situación va a validar la importancia de un Estado más fuerte. ¿Usted lo ve así?

—Hay gente que confunde un Estado grande, que puede ser tremendamente ineficaz, burocrático y abusivo, y que piensa que todo pasa por aumentar el gasto público, aumentar los impuestos, la burocracia; ese no es el camino. Lo que sí necesitamos es un Estado poderoso, eficiente, moderno, ágil, y eso tiene que ver con modernizar profundamente nuestro Estado. La lectura correcta no es más Estado, es mejor Estado. En Chile tenemos un organigrama que es incomprensible, cientos y cientos de instituciones públicas que se sobreponen, se contradicen, se duplican. Es un Estado que está muy atrapado por grupos de interés. Tenemos un Estado que tiene que modernizarse tecnológicamente.

'Estoy evaluando algunos casos'

—¿Piensa que la 'curva opositora' hacia el Gobierno podrá ser aplanada en este escenario?

—Veo en la oposición dos almas, dos actitudes. Una parte de la oposición le ha negado la sal y el agua al Gobierno desde el primer día y ni siquiera han reconocido su legitimidad, lo cual es profundamente antidemocrático. Pero hay otro sector de la oposición que noto que tiene actitudes más constructivas, y con ese sector hemos podido tener un diálogo, que con altibajos ha permitido sacar adelante muchas reformas, como la tributaria, la de pensiones y la económica para enfrentar esta crisis del coronavirus.

—¿Y cree que este escenario podría alterar nuevamente el calendario electoral del plebiscito? Algunos lo han planteado.

—Todos estamos aprendiendo respecto del coronavirus. Lo que nosotros vemos, por la experiencia de otros países, es que la evolución normal de esta pandemia dura 12 semanas. ¿Significa esto que a las 12 semanas termina? No. Pero que tiene un proceso que está muy estudiado de crecimiento, que llega a un peak y luego empieza a decaer. Pero no sabemos qué pasará con esa curva, que dura 12 semanas y que en Chile terminaría a comienzos de junio, cómo se va a desarrollar. Sin embargo, yo espero que hacia octubre de este año Chile esté en una situación que permita un plebiscito. Y que permita también las elecciones de alcaldes y concejales. Y lo que sí creo, y este es un mensaje a los parlamentarios, es que no es bueno tener tantas elecciones en un período tan corto de tiempo, con un calendario, tal como está, que tiene, creo, ocho elecciones en un breve período de tiempo.

—Otro de los temas que ha puesto el coronavirus es el de los indultos, como aquellos a personas presas en Punta Peuco. Todos saben que usted fue opositor al régimen militar. ¿Le tiembla la mano o le complica decidir un indulto a una persona que está presa por violación a los derechos humanos?

—Mire, tengo dos valores que nos inculcaron nuestros padres: un respeto profundo por los derechos humanos y la vida y dignidad de todos. ¿Qué hemos promovido como gobierno? Dos proyectos de ley. El primero, que se aprobó el miércoles pero que todavía tiene que pasar por el Tribunal Constitucional, conmuta la pena de privación de libertad por arresto domiciliario total a presos por delitos no extremadamente graves y que representen alto riesgo sanitario en las cárceles. También presentamos, el 2018, otro proyecto de ley que se llama la Ley de Indulto Humanitario, que significa que aquellas personas que están con enfermedades terminales tengan el derecho a una muerte digna. Eso es para todos, presos ordinarios y presos por delitos de derechos humanos. Creo firmemente que cualquiera que haya sido el delito que hayan cometido tienen derecho a morir con dignidad.

—Pero aparte de esos dos proyectos, hay procesos de indultos que están en trámite...

—Adicionalmente a eso, el Presidente tiene una facultad, que es poder otorgar indultos no generales que requieren ley, sino que indultos individuales caso a caso. Y yo he ejercido esa facultad y la voy a seguir ejerciendo, respetando el espíritu y el objetivo de esa facultad.

—¿La va a ejercer ahora?

—Estamos permanentemente estudiando casos. La he ejercido y cuando se den las condiciones, la voy a seguir ejerciendo.

—¿La está evaluando para ejercerla con personas que están en Punta Peuco?

—Estamos permanentemente evaluando casos. Usted conoce el procedimiento, la persona pide el indulto, se analiza en el Ministerio de Justicia y finalmente se pasa al Presidente para que lo estudie en conciencia y resuelva.

—¿Está ahora evaluando alguno en conciencia?

—Estoy evaluando algunos casos.

—¿Algunos de Punta Peuco?

—Estoy evaluando algunos casos.

'Mucha austeridad'

Esta semana, el Gobierno anunció el segundo paquete económico desde el inicio de la crisis. Los ejes son dos: un fondo para trabajadores informales que recibirán un 'ingreso de emergencia'. El otro es un fortalecimiento del Fogape, que permite al Estado generar las garantías para que los bancos ofrezcan nuevos préstamos en condiciones preferentes a pequeñas y medianas empresas. Quedan pendientes, dice el Presidente, los trabajadores independientes que dan boletas de honorarios, 'para quienes vamos a crear un mecanismo permanente que los proteja'.

—Se ha generado un dilema sobre las medidas que se adoptan para resguardar la vida y mantener la actividad económica andando.

—Un gobierno enfrenta permanentemente intereses contrapuestos. La prioridad de nuestro gobierno ha sido la vida y la salud de las personas, pero eso no significa que al mismo tiempo tratemos de compatibilizarlo con proteger los empleos, los ingresos y las pymes. Porque lo que no queremos es que salgamos de una pandemia sanitaria para caer en una pandemia social y económica de desempleo y pobreza.

—¿Cuál es su proyección para la economía este año?, ¿es más o menos pesimista que el Banco Central?

—Creo que este año vamos a tener una tasa de crecimiento negativa, un aumento del desempleo, una caída de la inversión, y el déficit fiscal va a crecer a una cifra cercana al 8% del PIB. ¿Cómo vamos a financiar ese déficit fiscal? Mucha austeridad y reasignaciones dentro del Estado. También con acceso al crédito y uso de ahorros previos, como son los fondos de ahorro soberanos que tiene el país. Pero también creo que Chile se va a recuperar con mucha fuerza. Yo espero que la recuperación comience hacia fines de este año y que se materialice con mucha fuerza el año 2021.

—Su exministro Felipe Larraín dijo que era más pesimista que el Banco Central en cuanto a la caída y a la velocidad de la recuperación.

—Le acabo de contestar lo que yo creo.

—¿No le pareció bien que su exministro de Hacienda hiciera comentarios?

—Lo que no me gusta es que el Presidente de la República sea un comentarista de lo que piensan los demás. Este va a ser un año duro, pero Chile va a ser de los países que se van a recuperar más temprano dentro del contexto de América Latina. En unos días más vamos a conocer las proyecciones poscoronavirus del Fondo Monetario Internacional. Y creo que van a mostrar un cuadro muy oscuro para el mundo. Y espero que, así como Chile ha destacado entre los países que mejor han enfrentado la crisis del coronavirus, sea de los que destaquen por mejor enfrentar las consecuencias económicas y sociales de la pandemia.

—Plantea que va a aumentar el desempleo, y algunos analistas han señalado que hay gente que podría pasar hambre. ¿Cree que esa amenaza puede llegar?

—La economía chilena va a sufrir como en todo el mundo y está más allá de nuestros medios evitarlo. Lo que sí podemos hacer es mitigar, reducir las consecuencias negativas de la pandemia y ayudar a los sectores más vulnerables. Espero que el Estado, con este mecanismo de protección, logre asegurarle a todo el mundo que todos van a tener sus necesidades básicas satisfechas y que nadie deba pasar hambre debido a esta crisis.

—Usted habla de mayor austeridad para enfrentar esta crisis. ¿Le pareció poco adecuada la petición que hizo el ministro Briones de solicitar a sus colegas de gabinete que se bajaran el sueldo un 30%?

—El ministro Briones dio su opinión, respetable, muchos la acogieron…

—Algunos se molestaron…

—Otros, a lo mejor, no la han acogido. Yo sí creo que ese tipo de cosas, y esta es mi humilde opinión, salvo que se hagan por ley, cuando son voluntarias, yo creo que deben ser más privadas. La Biblia dice: que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha.

—¿Cuál es su visión sobre el rol que han cumplido los bancos? Hay críticas respecto de que las medidas que toma el Gobierno o el Banco Central no se traspasan al cliente.

—Nos reunimos con los principales bancos y llegamos a un compromiso. Para que esto funcione, todos tenemos que colaborar. El Banco Central lo está haciendo. La Comisión para el Mercado Financiero lo está haciendo. El Estado está poniendo garantías. Y los bancos también tienen que cumplir su rol. Estos créditos tienen que ser masivos, simples, rápidos, estandarizados, con la menor burocracia posible. Estoy seguro de que los bancos han entendido el mensaje.

—¿Y si no lo hacen?

—Lo van a hacer. Y algo más: queremos pedir a los bancos no solamente que entreguen estos créditos para que las empresas puedan tener oxígeno, sino que, además, que posterguen las amortizaciones de créditos antiguos, para darles este espacio a las empresas de superar esta crisis.

—Se ha generado un debate respecto de si el Banco Central debiera poder comprar bonos de Tesorería, algo que hoy está prohibido. Algunos han solicitado que se elimine esta prohibición, mientras Mario Marcel y varios expresidentes del Banco Central han dicho que se podría permitir, pero en el mercado secundario. ¿Cuál es su posición?

—Es un tema que hemos conversado muchas veces con el ministro de Hacienda y el presidente del Banco Central. Estamos estudiando una modalidad en la cual tenemos mucha coincidencia con lo que ha planteado el presidente del Banco Central.

—¿Que puedan entrar, pero en el mercado secundario?

—Que el Banco Central pueda comprar papeles del fisco, pero no de emisión primaria, sino que en los mercados secundarios, como lo tienen los bancos centrales en muchos países desarrollados del mundo. Eso lo estamos estudiando, requiere una reforma constitucional, y a la ley orgánica del Banco Central.

Para las grandes empresas 'estamos pensando crear un crédito preferencial'

—¿Qué solución están pensando para las grandes empresas, con ventas sobre 1 millón de UF?

—Estamos pensando en crear un mecanismo de crédito preferencial. Es decir, que el que preste recursos a estas grandes empresas en estos tiempos difíciles tenga una preferencia respecto de los acreedores antiguos. Que a ese acreedor que presta dinero en esas circunstancias se le pague primero que a los demás. Con esto, los nuevos acreedores que van a poner capital de trabajo nuevo, fresco, necesario para enfrentar una crisis que ha significado que por muchos meses empresas no hayan podido vender prácticamente nada, van a tener una preferencia y, por tanto, va a ser pagado con anticipación. Eso va a motivar que esos acreedores se presenten. Estas empresas pueden ser viables si se las ayuda a pasar esta crisis de liquidez. Como Estado, queremos crear los mecanismos para que el propio sector privado pueda proveer la liquidez que esas empresas requieran, a través de algo que hay que establecer por ley, que es una figura de un crédito con suprapreferencia.

Esto existe en muchas partes del mundo. En Chile tenemos una ley de insolvencias y recuperación de empresas. Cuando una empresa entra a esa legislación, el capital de trabajo que requiere para sobrevivir, mientras los acreedores se ponen de acuerdo, tiene preferencia respecto del resto. El problema es que eso requiere trámites, plazos, burocracia que hace lento el proceso. En Estados Unidos existe el capítulo 11, que cuando una empresa está en problemas puede solicitar este capítulo que le da protección transitoria, temporal de los acreedores, y permite que otros acreedores presten con preferencia. Eso ha permitido a muchas empresas americanas sobrevivir. Lo que estamos buscando es que, a través de este mecanismo de suprapreferencia, el propio sector privado pueda resolver problemas de liquidez de empresas que tienen graves problemas en esta emergencia, pero que tienen una clara viabilidad en el mediano y largo plazo.

—Muchos han propuesto que en el caso de empresas sistémicas, como Latam, el Estado pueda entrar a la propiedad y luego vender. ¿Ese es un sistema que a Ud. le acomoda o no le parece?

—Prefiero un sistema en que los temas los resuelvan las empresas con sus propios acreedores y que el Estado les entregue un instrumento legal, que es la suprapreferencia, para hacer viable esa solución.

—¿El tema de Latam es incómodo para usted?

—Yo no hablo de empresas en particular. Yo, como Presidente de Chile, soy Presidente de todos los chilenos.

—Latam es emblemática por cómo le ha afectado esta crisis y usted participó en esa compañía, fue director y tiene una relación de amistad con sus dueños.

—Sí, pero eso no tiene nada que ver con las políticas públicas, que están pensadas para el bien común. Están pensadas en lo que es bueno para Chile.

Recuadro
"Espero que la recuperación comience hacia fines de este año y que se materialice con mucha fuerza el año 2021'.

"Espero que así como Chile ha destacado entre los países que mejor han enfrentado la crisis del coronavirus, sea de los países que destaquen por mejor enfrentar las consecuencias económicas y sociales de la pandemia".

"Me dio emoción ver la Plaza Italia solitaria, tranquila, vacía".

"Yo espero que hacia octubre de este año, Chile esté en una situación que permita un plebiscito".

"Cualquiera sea el delito que hayan cometido, los seres humanos tienen derecho a morir con dignidad".

"Vamos a estar llegando a los máximos niveles de contagio y hospitalizaciones hacia fines de abril, y al término de esas 12 semanas, a comienzos de junio"
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Paula Coddou y José Tomás Santa María-