Señora Directora: En tiempos de crisis las personas sentimos miedo e incertidumbre, particularmente frente a una situación que no solo altera nuestra cotidianeidad sino que amenaza la vida. La inquietud y el desosiego frente a lo que está pasando provocan que las personas recurran a múltiples fuentes de información en busca de respuestas. Autoridades, expertos, comunicadores u opinólogos de la contingencia atiborran los medios y las redes sociales con sus recomendaciones.
¿Usar o no mascarillas? ¿Cuáles sirven? ¿Cómo hacer uso adecuado de ellas? ¿Cómo hacerlas de forma casera? ¿Puedo salir libremente? ¿Deberé volver a trabajar normalmente? Ante cada pregunta proliferan multiplicadas las respuestas generando más confusión e incertidumbre.
La comunicación en tiempos de crisis precisa de mensajes claros y unívocos. Los que por falta de empatía no cumplen, deben ser sancionados, legal o socialmente. Pero el resto, los millones de personas que por necesidad o miedo siguen en la calle, requieren no sólo información sino un relato contenedor para conectar con ellos. Necesitamos más silencio para que muchos escuchen y nos sintamos debidamente cuidados.
Señora Directora: En tiempos de crisis las personas sentimos miedo e incertidumbre, particularmente frente a una situación que no solo altera nuestra cotidianeidad sino que amenaza la vida. La inquietud y el desosiego frente a lo que está pasando provocan que las personas recurran a múltiples fuentes de información en busca de respuestas. Autoridades, expertos, comunicadores u opinólogos de la contingencia atiborran los medios y las redes sociales con sus recomendaciones.
¿Usar o no mascarillas? ¿Cuáles sirven? ¿Cómo hacer uso adecuado de ellas? ¿Cómo hacerlas de forma casera? ¿Puedo salir libremente? ¿Deberé volver a trabajar normalmente? Ante cada pregunta proliferan multiplicadas las respuestas generando más confusión e incertidumbre.
La comunicación en tiempos de crisis precisa de mensajes claros y unívocos. Los que por falta de empatía no cumplen, deben ser sancionados, legal o socialmente. Pero el resto, los millones de personas que por necesidad o miedo siguen en la calle, requieren no sólo información sino un relato contenedor para conectar con ellos. Necesitamos más silencio para que muchos escuchen y nos sintamos debidamente cuidados.