Nadie podría discutir que se aproximan meses —y tal vez años— complejos en términos económicos para muchas familias. En escenarios de crisis, cobra vital importancia la educación financiera. Cómo ahorrar, cómo ordenar las cuentas, cómo calcular las imposiciones, cómo ajustar el presupuesto familiar a la nueva realidad. Lo ideal sería que todos los adultos hubiésemos aprendido estos conceptos y habilidades en la escuela. La OCDE promueve la incorporación de la educación financiera en el ámbito escolar desde una temprana edad, y estamos convencidos de que no hay mejor espacio que la escuela para implementar un buen plan en este ámbito. En Chile estamos al debe en esta materia. La semana pasada, la Agencia de la Calidad de la Educación dio a conocer el resultado de la prueba PISA financiera 2018, que mide el nivel de conocimiento financiero de los estudiantes de 15 años: en nuestro país, el 30% no alcanza el nivel básico y solo el 5% logra el nivel máximo. Esto pone al país un desafío relevante para el largo plazo: ¿Cómo hacemos para tener a una ciudadanía mejor educada financieramente?

Un buen paso se dio en 2018 con la promulgación de la Ley 21.092, que modificó la LGE e introdujo la obligación de que todos los colegios incorporasen al menos un módulo de Educación Financiera en enseñanza media. Sin embargo, la Encuesta de Alfabetización y Comportamiento Financiero de Profesores, del Centro de Políticas Públicas UC, arrojó que solo un porcentaje menor de colegios ha podido implementarlo. Los mayores obstáculos son la poca o nula preparación de los profesores en la materia, y la falta de recursos pedagógicos o iniciativas diseñadas para implementarse de manera transversal en el currículum. Somos muchos los que venimos desde hace años contribuyendo a generar evidencia y poniendo a disposición de las comunidades educativas cursos y herramientas de educación financiera. Pero no alcanza. Debe ser el Gobierno el que lo promueva de manera masiva y efectiva, convocando a estos actores y monitoreando la implementación de la educación financiera en las escuelas. Vienen tiempos inciertos y necesitamos más que nunca una ciudadanía con el nivel de conocimiento financiero suficiente para tomar buenas decisiones y, con ello, tener una mejor calidad de vida.