Desde la llegada del covid-19 al país, el término R0 es uno los conceptos que se repiten a la hora de analizar el avance de la pandemia. Este concepto es usado por los científicos para describir la intensidad de una enfermedad infecciosa, ya que representa el número de personas que, en promedio, va a contagiar cada infectado.

Por lo mismo, esta cifra permite conocer la velocidad de expansión del virus e incluso prever cuando este está en retirada.

Desde la década de 1950, cuando fue introducido para describir el potencial de transmisión de la malaria, se considera que si el R0 es menor a 1, entonces la enfermedad va a desaparecer, ya que cada infectado va a transmitir el virus a menos de una persona, mientras que cuando es mayor a 1, está en proceso de diseminación.

Según un estudio del Centro de Modelamiento Matemático de la U. de Chile, la Facultad de Medicina de la U. del Desarrollo y el grupo de investigación Análisis & Modelamiento Matemático Valparaíso (AM2V) de la U. Técnica Federico Santa María, esta semana en Chile el R0 efectivo —es decir, considerando el impacto que tienen las medidas de prevención como cuarentenas— cayó a 0,83, manteniéndose durante tres días consecutivos en números menores a 1. Se trata de la cifra más baja desde la llegada de la pandemia al país. Solo el 21 de abril el R0 efectivo había sido menor a 1 (fue de 0,97), aunque después comenzó a escalar para mantenerse por varias semanas entre 1,3 y 1,4 (ver infografía).

Ayer, el ministro de Salud, Enrique Paris, aseguró que 'no hay nada que nos indique que estamos todavía derrotando al virus, pero al tener algunas condiciones de leve mejoría, queremos demostrar a la comunidad de todo el país que se puede, porque algunas comunas nos están dando el ejemplo de que podemos reducir la pandemia, obviamente, luchando contra la diseminación del virus'.

De hecho, la situación por regiones es muy dispar: aún en siete de las 15 regiones el R0 efectivo sigue siendo mayor a 1. En la Metropolitana, por ejemplo, desde el 18 de junio que viene en un descenso constante, llegando a ser 0,73. En O'Higgins, en cambio, la velocidad de contagio es la mayor del país y se mantiene desde el 6 de junio en cifras mayores a 1,3, lo que permite adelantar un aumento considerable de los casos. Algo similar se observa en Antofagasta (1,24), Atacama (1,21) y Los Lagos (1,16).

Después del peak

Si bien el ministro Paris ha preferido ser cauto, según el último informe de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile, de mantenerse las últimas cifras reportadas, 'hay esperanza de que la reducción de la velocidad de contagio continúe y que comience a disminuir el número de casos al final de junio y julio'.

Cristóbal Cuadrado, académico de la Escuela de Salud Pública y secretario técnico del Colegio Médico, afirma que 'hay algunos indicios en distintos indicadores que efectivamente sugieren que ya llegamos al peak o estamos en el momento en que empieza a quebrarse la curva descendente'. Aunque advierte que 'una caída abrupta, rápida después del peak, que es lo que nos gustaría a todos, no va a ocurrir. Para que suceda eso, deberíamos haber tomado medidas muy rápidamente, y lo que hemos visto es que el efecto de las cuarentenas se demoró muchas semanas en llegar. Lo más probable es que la caída de la curva también sea lenta'.

Además de esto, si bien el número de contagios pueda estar bajando durante las próximas semanas, tardará al menos otras dos semanas extras para que la cantidad de pacientes que requieren hospitalización también vea una caída.

Rafael González, investigador del Centro de Nanotecnología Aplicada de la U. Mayor, sostiene que pasar el peak no es tan importante como bajar el número total de contagios. Esto, ya que 'lo que se ha visto en países como Estados Unidos o Suecia, que no han tenido un control efectivo, es que tienden a descender un poco y luego pasan a un altiplano (...). Entonces, si bajamos a la mitad, seguimos muy arriba y con una cantidad de enfermos que va a mantener un colapso del sistema hospitalario por meses'.