Pais: Chile
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Región: Metropolitana de Santiago
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Fecha: 2020-08-23
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Tipo: Prensa Escrita
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Página(s): 16-17-18-19
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Sección: Reportajes
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Centimetraje: 34x106
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JOAQUÍN LAVÍN: "La élite tiene que dejar de tener miedo a perder poder, porque ya lo perdió"
"Creo genuinamente en el 'apruebo'. Y lo que quiero hacer ahora es tratar de convencer que hay que abrazar este camino y jugársela", dice el presidenciable de la derecha, a dos meses del plebiscito.
El 15 de noviembre pasado, Joaquín Lavín supo de inmediato que votaría por el "apruebo". Y no solo eso supo también que entre una convención mixta para redactar una nueva Constitución y una 100% elegida, él prefiere esta última. No se ha arrepentido un solo día, dice hoy. Tanta es su convicción, que a dos meses del plebiscito el alcalde de Las Condes y principal figura presidencial de la derecha se lanza como rostro del "apruebo" en su sector.
En su relato aparecen varias veces conceptos como "mi sueño de país" o que "Chile necesita un traje nuevo" o un "nuevo trato", frases cargadas de un optimismo que irrita a buena parte de su propio sector, que ve en el proceso constituyente el camino al despeñadero.
Lavín, otra vez, se desmarca. Lo hizo al hablar de las "anteojeras ideológicas" que tuvo para la dictadura, después del "bacheletismo-aliancista", y ahora ve en una nueva Constitución la oportunidad de generar un diálogo que permita "sanar heridas" y definir el país que queremos ser. Un exceso de buena onda, dirán algunos en un sector. O un fino cálculo electoral. Sobre lo primero, dice que no. Que es genuino. Y sobre lo segundo, se ríe y dice que falta para esa definición. Muy Lavín.
-Yo veo esto como una gran oportunidad y lo veo como un diálogo para convencer. Y al tener que aprobarse por 2/3 nos va a obligar a salir de la trinchera, a tener disposición a convencer y a ser convencido, y a acordar puntos de encuentro entre los chilenos.
La gente entiende que los países avanzan cuando se producen estos acuerdos. El último acuerdo fue el 10%; una parte tuvo que convencer a la otra de que esto era algo que era importante de hacer. Así veo yo el proceso.
¿Por qué su sector político no considera que esto sea una oportunidad?
Porque nuestro sector político muchas veces ha hecho el rol de dique de contención.
Y hay personas que piensan que si tú haces un cambio, por pequeño que sea, eso va a desatar todos los cambios. Pero eso finalmente termina siendo el cuento del lobo. Hay personas que yo estimo mucho, y que son grandes economistas, que me llamaron para decirme "lo que estás diciendo de aprobar el 10% es una locura. Va a quedar la escoba". Y no pasó. Hay personas en nuestro sector que piensan eso, pero no es así. Porque, finalmente, Chile es un país sensato, moderado. Nada de eso cuadraría con las encuestas que muestran mayoritariamente que la gente quiere liderazgos de consenso. Y nada de eso cuadraría con un país que tiene que convencer a dos tercios para que algo se haga. Eso para mí es la garantía de que aquí va a surgir algo moderado.
¿Y por qué hoy no existen las condiciones para generar ese diálogo? ¿Qué es lo que no está funcionando y que requiere que haya una Constitución para eso? Quienes están por el "rechazo" consideran que ese diálogo debe ser en el Congreso.
Yo pienso que esta oportunidad hay que aprovecharla, porque las cosas en Chile no están bien. No es que está todo malo, sería falso. Chile es mucho mejor que hace 40 años, hace 20 y hace 10 años. Pero, obviamente, hay cosas que cambiar . Yo le doy valor al que Chile, ordenadamente y condenando la violencia, diga "pongámonos de acuerdo en un nuevo trato. Discutámoslo". Creo que esto va a ayudar de alguna forma a sanar Chile.
¿Y de qué se tiene que sanar Chile?
De las heridas que tiene y que en algunos casos se vienen acumulando de antes. En otros casos son más recientes. Para algunos son políticas, para otros son económicas. Cada cierto tiempo, en la vida de los países se producen estos momentos y creo que el acuerdo del 15 de noviembre, que permitió hacer esto, tiene su valor. No me gusta la palabra jodido, pero he leído la discusión en que se preguntan "cuándo se jodió Chile". Y lo que yo quiero es transmitirles que Chile no se ha jodido. Al contrario: esta es una gran oportunidad. Y así como en la década del 90 también vivimos momentos de turbulencia, inesperadamente y probablemente fruto de los actores políticos del momento y de muchas razones, resulta que finalmente esas turbulencias dieron origen a nuevos consensos que duraron casi cuatro décadas y que fueron una gran etapa de prosperidad para Chile, pese a la crítica que hoy día se les hace.
Obviamente que el proceso constituyente va a ser difícil, va a haber discusiones fuertes, como las hay ahora, pero esto va a dar origen a nuevos consensos que van a producir una nueva etapa de prosperidad para Chile. Y eso es lo que yo me quiero jugar. ¿Qué gana usted jugándose por ser uno de los rostros del "apruebo" al interior de la centroderecha?
Nada. No estoy mirando en ese sentido. Más bien, los amigos me dicen "oye, tú pasa piola". Pero yo creo genuinamente en el "apruebo". Nunca he estado en reflexión y lo creo de verdad. Y lo que quiero hacer ahora es tratar de convencer que hay que abrazar este camino y jugársela.
Y creo que si tú hicieras una encuesta -no la he visto, porque no hay encuestas así- entre los que votaron por Sebastián Piñera y que lo llevaron a ser Presidente de Chile, te doy firmado que gana el "apruebo".
Nuevo trato, Estado más fuerte
A veces parece algo naive su postura, como si viera una epifanía en una nueva Constitución. De hecho, en una entrevista en El Mercurio dijo que vamos a ser un país más pobre, pero vamos a ser un país más feliz.
Me ha perseguido esa frase utilizada, pero en el fondo, no es que yo quiera un país más pobre y más feliz. Lo que dije es que Chile va a ser un país más pobre y ya lo es, por todo, por el estallido social y por la pandemia especialmente. Y hay que partir de esa realidad, vamos a tener que volver a crecer. Pero se puede ser un país más feliz, sí, porque la felicidad depende no sólo de eso, sino que de otras cosas también.
También planteó que le parecía importante el "apruebo" por el momento de violencia en que nació el acuerdo del 15 de noviembre. Ese mismo argumento lo usan en la posición contraria: que nacer en esas condiciones le resta legitimidad.
Creo que el diálogo y la participación ordenada, democrática y en votaciones es la antítesis de la violencia. Esa es la manera en que la sociedad moderna encauza todas esas situaciones.
Efectivamente, hay grupos que seguirán siendo violentistas, y hay que tratar de que ojalá este nuevo trato signifique un nuevo Estado, más fuerte. Hoy, el Estado no es capaz de resguardar el orden público, no es capaz de combatir el narcotráfico como debería, no es capaz de controlar la delincuencia como debería. Eso es parte de lo que hay que discutir. Por eso, ojalá sea un plebiscito altamente participativo.
¿Qué intransables debe haber para usted en una nueva Constitución?
Cuando hablamos de Chile tiene que ser distinto, ¿en qué? Puedo mencionar algunas cosas importantes. Uno, es que todos queremos vivir en el mismo Chile, y eso para mí es la integración social. Lo tengo claro desde mucho antes de este proceso constituyente; la integración social tiene que estar en el corazón del Chile nuevo. Esto no significa solo que haya viviendas sociales en Las Condes o en Vitacura, sino que los espacios públicos en La Pintana o en Puente Alto tienen que ser del nivel de acá y ahí tiene que haber un cambio profundo, que para mí tiene que estar en la Constitución, y es la relación entre el Estado y los gobiernos locales. Por ejemplo, todas las comunas deberían tener el mismo gasto per cápita: que todas puedan tener buenas plazas, buenos parques, que no haya esa diferencia de la calidad de la educación que hoy vemos. Lo otro, es que por lo menos un 25% del gasto público que hoy se hace a nivel central, tiene que gastarse a nivel local. Y también es importante la igualdad, que va más allá del ingreso. Los países desarrollados, en general, tienen momentos de la vida en que todas las personas se encuentran en una especie de nuestra Plaza Italia... ¿Cuál es nuestra Plaza Italia? En otros países es la educación pública. Aquí no. Y creo que tiene que ser. Va a tener que ser.
Veo este momento también como una gran oportunidad para la educación pública. Pero tiene que ser una educación pública de calidad, que enseñe inglés, todo eso. Y lo otro, es que el Estado chileno hace agua por todos lados, no da el ancho en nada, las políticas sociales del nuevo Chile van a ser muy distintas de las actuales. Por ejemplo, el fin de la focalización. ¿Por qué? Porque,
en el fondo, Chile se transformó en un país de clase media.
¿Para usted ya no es relevante que en la nueva Constitución se mantenga que el Estado sea subsidiario?
En unas áreas sí y en otras no. Si me dices que el Estado debe garantizar derechos sociales, sí.
¿Y en el texto de la Constitución debiera mantenerse el Estado primordialmente subsidiario?
El Estado subsidiario es parte importante, pero también tiene que garantizar derechos sociales. Pero yo no me entramparía en las palabras.
Dado este nuevo Chile, cuando se habla del fin de la focalización, las políticas sociales van a tener que ser mucho más universales que antes. Por ejemplo, hoy día en muchos países se está hablando del ingreso básico universal. Creo que eso viene. En el mundo se empezó a hablar de esto básicamente por la robotización, y ahí surgió la teoría del ingreso básico universal, porque las personas tienen que reinventarse. Pero si tú le sumas a eso una pandemia, todo lo que ha pasado, y el Chile nuevo, creo que esas políticas sociales vienen.
En los países desarrollados el Estado lo que hace normalmente es: recauda y transfiere. Aquí recauda, se queda con gran parte de la plata en grasa y transfiere mucho menos. Y también va a venir el tema de la pensión básica para todos...
Creo que es el momento de discutir esas cosas, sabiendo que vamos a estar en un país que parte más de abajo ahora, en que las cosas van a tener que ser graduales, pero eso la gente lo entiende cuando tú se lo explicas. Lo que sí quiere es que esto parta y el proceso constituyente es la oportunidad para eso.
Usted, años atrás, fue muy defensor de la Constitución de los 80. ¿Qué elementos cree que deben conservarse?
Puede ser que la hoja esté en blanco, pero Chile no parte de cero. Se puede discutir todo. Por ejemplo, Chile va a seguir siendo un Estado unitario, pero tiene que haber un nuevo trato entre Santiago y regiones. A lo mejor, con regiones que van a tener mucha más autonomía y más recursos que los que tienen hoy y que el Estado les va a tener que transferir parte de los impuestos que hoy recauda. Todo eso va a formar parte de la discusión.
Otro ejemplo: para mí, la vida es un derecho fundamental. Es mi creencia, pero tienes que entrar a la discusión no en tu trinchera, sino con la voluntad de decir 'yo estoy dispuesto a convencer y a ser convencido'. Y nos vamos a dar cuenta, probablemente, de que estamos de acuerdo en muchas más cosas de las que creemos.
¿Por qué sigue en la UDI?
Cuando usted plantea estas posiciones, su discurso tiene muy poco que ver con las cosas que los dirigentes de la UDI de hoy están defendiendo. ¿Cuáles son sus puntos de encuentro con su partido, o solamente es una cosa de costumbre?
No sé si mi sueño país es totalmente compartido en Chile Vamos. Pero cuando lo transmites, sintoniza en el sector, en mucha más gente de lo que uno cree. Por ejemplo, a la UDI hay muchas cosas que probablemente no comparten como lo de educación pública o de las políticas sociales, pero la integración social, creo que sí.
¿Se siente incómodo en la UDI?
No participo en la política partidista hace mucho tiempo, muchos años. Y efectivamente siento que el Chile del futuro no debe pensarse y no puede pensarse en términos de derecha e izquierda. No va a ir por ese lado.
¿Por dónde va?
Probablemente se necesita un gobierno de consensos.
Usted ya ha planteado que se necesita un gobierno de unidad nacional. ¿En qué consiste?
Más que un gobierno de unidad nacional, tenemos que hablar de un gobierno de convivencia nacional, en el sentido de que el próximo gobierno va a tener que ser de consensos. Que no puede pensarse en términos de derecha e izquierda. Que le va a tocar echar a andar esta nueva Constitución, que le va a tocar sanar Chile, más que ningún otro gobierno, salvo a principios de la década del 90. Y unidad nacional es una palabra que... sabemos que unidad no hay, unidad total no hay.
Por eso, yo diría que Chile necesita un gobierno de convivencia nacional, en que puedan convivir al interior de un gobierno personas que piensan distinto en algunos temas, pero que están conscientes de que Chile necesita una etapa nueva.
Hace poco usted planteaba también que hoy las decisiones ya no las toman las élites, sino que más bien vienen desde abajo, ¿cómo se relaciona con su idea del proceso constituyente?
Parte de este traje nuevo que se necesita es porque como la sociedad cambió, la distribución del poder dentro de la sociedad cambió también. O sea, en el fondo, antes las élites de todo tipo -políticas, económicas, académicas- eran las que dominaban. Hoy día el poder va de abajo hacia arriba, porque el poder está en la gente, en parte porque la sociedad cambió, en parte por las redes sociales, en parte porque ahora Chile es de clase media. Entonces, eso ha llevado a una crisis profunda de representatividad, y que eso requiere también de estructuras nuevas y el momento de discutirlo es la nueva Constitución.
Hay una desintermediación, la élite que interpretaba ya no existe. Es la gente ahora la que manda, la que tiene el poder, la gente ahora se representa a sí misma. Por ejemplo, ¿qué te dice que haya votado un 14% de las personas en la elección de la Fech? ¿Que no les interesa esa representación institucional?
Que no están ni ahí. Pero ¿por qué? Porque eso es un cambio más profundo que se ha producido en la sociedad. Hoy día el poder fluye de las personas hacia arriba y eso requiere instituciones distintas también. ¿Siente que eso es lo que genera temor a la gente que está por el "rechazo"? ¿Perder sus espacios de poder y de decisión?
La élite tiene que dejar de tener miedo a perder poder, porque el poder ya lo perdió. Ya no lo tiene. Eso es estar aferrándose a una cuestión que ya no existe.
Al principio de esta entrevista planteaba que había una tendencia inmovilizadora en su propio sector, un dique de contención. Eso tiene que ver con aferrarse a una estructura establecida de autoridad.
Claro, para algunas personas sí, pero otros genuinamente creen que si cambian algo queda la escoba en lo económico y qué sé yo. Pero no se dan cuenta de que eso ya no existe, ya murió.
¿Qué les contesta a los que piensan que usted es poco serio, oportunista, al tomar estas posturas que rompen con la derecha más tradicional?
Yo hago genuinamente lo que creo que es mejor. Pero si puedes pensar qué denominador común hay en todo lo que yo he tratado de hacer, es buscar acuerdos. Unir a los chilenos, eso es para mí la motivación central. Yo entiendo la vocación de servicio público como dos palabras claves: servir y unir. Los países avanzan cuando están unidos, esa es mi motivación, y las cosas coyunturales pueden cambiar. Sacar el 10 % sé que era desvestir un santo para vestir otro, pero la clase media sintió que no había mucho para ella, era muy importante. Y tampoco se cayó Chile, sigue.
Entonces, es por eso que a veces, perdámosle el miedo y veamos las cosas... Tenemos que participar de este proceso. Que ahora le vamos a dar un cauce institucional y me encantaría que mucha gente participara.
¿Y le hace ilusión encabezar un gobierno para Chile en esta nueva etapa?
Me hace ilusión ser alcalde de Las Condes, dejémoslo ahí.
Pero estamos hablando que es un candidato en la pole position...
Falta mucho. A lo mejor no falta mucho en tiempo, porque quedan 15 meses, pero en cosas que tienen que pasar, falta mucho. Chile puede ser distinto, pueden pasar muchas cosas.
Recuadro
"Chile no se ha jodido. Al contrario: esta es una gran oportunidad".
"Cuando se habla del fin de la focalización, las políticas sociales van a tener que ser mucho más universales".
"Chile necesita un gobierno de convivencia nacional, en que puedan convivir al interior de un gobierno personas que piensan distinto en algunos temas, pero que están conscientes de que Chile necesita una etapa nueva".
Pie de pagina
María José O'Shea y José Luis Santa María-
Nex Prensa Escrita
JOAQUÍN LAVÍN: "La élite tiene que dejar de tener miedo a perder poder, porque ya lo perdió"
"Creo genuinamente en el 'apruebo'. Y lo que quiero hacer ahora es tratar de convencer que hay que abrazar este camino y jugársela", dice el presidenciable de la derecha, a dos meses del plebiscito.
El 15 de noviembre pasado, Joaquín Lavín supo de inmediato que votaría por el "apruebo". Y no solo eso supo también que entre una convención mixta para redactar una nueva Constitución y una 100% elegida, él prefiere esta última. No se ha arrepentido un solo día, dice hoy. Tanta es su convicción, que a dos meses del plebiscito el alcalde de Las Condes y principal figura presidencial de la derecha se lanza como rostro del "apruebo" en su sector.
En su relato aparecen varias veces conceptos como "mi sueño de país" o que "Chile necesita un traje nuevo" o un "nuevo trato", frases cargadas de un optimismo que irrita a buena parte de su propio sector, que ve en el proceso constituyente el camino al despeñadero.
Lavín, otra vez, se desmarca. Lo hizo al hablar de las "anteojeras ideológicas" que tuvo para la dictadura, después del "bacheletismo-aliancista", y ahora ve en una nueva Constitución la oportunidad de generar un diálogo que permita "sanar heridas" y definir el país que queremos ser. Un exceso de buena onda, dirán algunos en un sector. O un fino cálculo electoral. Sobre lo primero, dice que no. Que es genuino. Y sobre lo segundo, se ríe y dice que falta para esa definición. Muy Lavín.
-Yo veo esto como una gran oportunidad y lo veo como un diálogo para convencer. Y al tener que aprobarse por 2/3 nos va a obligar a salir de la trinchera, a tener disposición a convencer y a ser convencido, y a acordar puntos de encuentro entre los chilenos.
La gente entiende que los países avanzan cuando se producen estos acuerdos. El último acuerdo fue el 10%; una parte tuvo que convencer a la otra de que esto era algo que era importante de hacer. Así veo yo el proceso.
¿Por qué su sector político no considera que esto sea una oportunidad?
Porque nuestro sector político muchas veces ha hecho el rol de dique de contención.
Y hay personas que piensan que si tú haces un cambio, por pequeño que sea, eso va a desatar todos los cambios. Pero eso finalmente termina siendo el cuento del lobo. Hay personas que yo estimo mucho, y que son grandes economistas, que me llamaron para decirme "lo que estás diciendo de aprobar el 10% es una locura. Va a quedar la escoba". Y no pasó. Hay personas en nuestro sector que piensan eso, pero no es así. Porque, finalmente, Chile es un país sensato, moderado. Nada de eso cuadraría con las encuestas que muestran mayoritariamente que la gente quiere liderazgos de consenso. Y nada de eso cuadraría con un país que tiene que convencer a dos tercios para que algo se haga. Eso para mí es la garantía de que aquí va a surgir algo moderado.
¿Y por qué hoy no existen las condiciones para generar ese diálogo? ¿Qué es lo que no está funcionando y que requiere que haya una Constitución para eso? Quienes están por el "rechazo" consideran que ese diálogo debe ser en el Congreso.
Yo pienso que esta oportunidad hay que aprovecharla, porque las cosas en Chile no están bien. No es que está todo malo, sería falso. Chile es mucho mejor que hace 40 años, hace 20 y hace 10 años. Pero, obviamente, hay cosas que cambiar . Yo le doy valor al que Chile, ordenadamente y condenando la violencia, diga "pongámonos de acuerdo en un nuevo trato. Discutámoslo". Creo que esto va a ayudar de alguna forma a sanar Chile.
¿Y de qué se tiene que sanar Chile?
De las heridas que tiene y que en algunos casos se vienen acumulando de antes. En otros casos son más recientes. Para algunos son políticas, para otros son económicas. Cada cierto tiempo, en la vida de los países se producen estos momentos y creo que el acuerdo del 15 de noviembre, que permitió hacer esto, tiene su valor. No me gusta la palabra jodido, pero he leído la discusión en que se preguntan "cuándo se jodió Chile". Y lo que yo quiero es transmitirles que Chile no se ha jodido. Al contrario: esta es una gran oportunidad. Y así como en la década del 90 también vivimos momentos de turbulencia, inesperadamente y probablemente fruto de los actores políticos del momento y de muchas razones, resulta que finalmente esas turbulencias dieron origen a nuevos consensos que duraron casi cuatro décadas y que fueron una gran etapa de prosperidad para Chile, pese a la crítica que hoy día se les hace.
Obviamente que el proceso constituyente va a ser difícil, va a haber discusiones fuertes, como las hay ahora, pero esto va a dar origen a nuevos consensos que van a producir una nueva etapa de prosperidad para Chile. Y eso es lo que yo me quiero jugar. ¿Qué gana usted jugándose por ser uno de los rostros del "apruebo" al interior de la centroderecha?
Nada. No estoy mirando en ese sentido. Más bien, los amigos me dicen "oye, tú pasa piola". Pero yo creo genuinamente en el "apruebo". Nunca he estado en reflexión y lo creo de verdad. Y lo que quiero hacer ahora es tratar de convencer que hay que abrazar este camino y jugársela.
Y creo que si tú hicieras una encuesta -no la he visto, porque no hay encuestas así- entre los que votaron por Sebastián Piñera y que lo llevaron a ser Presidente de Chile, te doy firmado que gana el "apruebo".
Nuevo trato, Estado más fuerte
A veces parece algo naive su postura, como si viera una epifanía en una nueva Constitución. De hecho, en una entrevista en El Mercurio dijo que vamos a ser un país más pobre, pero vamos a ser un país más feliz.
Me ha perseguido esa frase utilizada, pero en el fondo, no es que yo quiera un país más pobre y más feliz. Lo que dije es que Chile va a ser un país más pobre y ya lo es, por todo, por el estallido social y por la pandemia especialmente. Y hay que partir de esa realidad, vamos a tener que volver a crecer. Pero se puede ser un país más feliz, sí, porque la felicidad depende no sólo de eso, sino que de otras cosas también.
También planteó que le parecía importante el "apruebo" por el momento de violencia en que nació el acuerdo del 15 de noviembre. Ese mismo argumento lo usan en la posición contraria: que nacer en esas condiciones le resta legitimidad.
Creo que el diálogo y la participación ordenada, democrática y en votaciones es la antítesis de la violencia. Esa es la manera en que la sociedad moderna encauza todas esas situaciones.
Efectivamente, hay grupos que seguirán siendo violentistas, y hay que tratar de que ojalá este nuevo trato signifique un nuevo Estado, más fuerte. Hoy, el Estado no es capaz de resguardar el orden público, no es capaz de combatir el narcotráfico como debería, no es capaz de controlar la delincuencia como debería. Eso es parte de lo que hay que discutir. Por eso, ojalá sea un plebiscito altamente participativo.
¿Qué intransables debe haber para usted en una nueva Constitución?
Cuando hablamos de Chile tiene que ser distinto, ¿en qué? Puedo mencionar algunas cosas importantes. Uno, es que todos queremos vivir en el mismo Chile, y eso para mí es la integración social. Lo tengo claro desde mucho antes de este proceso constituyente; la integración social tiene que estar en el corazón del Chile nuevo. Esto no significa solo que haya viviendas sociales en Las Condes o en Vitacura, sino que los espacios públicos en La Pintana o en Puente Alto tienen que ser del nivel de acá y ahí tiene que haber un cambio profundo, que para mí tiene que estar en la Constitución, y es la relación entre el Estado y los gobiernos locales. Por ejemplo, todas las comunas deberían tener el mismo gasto per cápita: que todas puedan tener buenas plazas, buenos parques, que no haya esa diferencia de la calidad de la educación que hoy vemos. Lo otro, es que por lo menos un 25% del gasto público que hoy se hace a nivel central, tiene que gastarse a nivel local. Y también es importante la igualdad, que va más allá del ingreso. Los países desarrollados, en general, tienen momentos de la vida en que todas las personas se encuentran en una especie de nuestra Plaza Italia... ¿Cuál es nuestra Plaza Italia? En otros países es la educación pública. Aquí no. Y creo que tiene que ser. Va a tener que ser.
Veo este momento también como una gran oportunidad para la educación pública. Pero tiene que ser una educación pública de calidad, que enseñe inglés, todo eso. Y lo otro, es que el Estado chileno hace agua por todos lados, no da el ancho en nada, las políticas sociales del nuevo Chile van a ser muy distintas de las actuales. Por ejemplo, el fin de la focalización. ¿Por qué? Porque,
en el fondo, Chile se transformó en un país de clase media.
¿Para usted ya no es relevante que en la nueva Constitución se mantenga que el Estado sea subsidiario?
En unas áreas sí y en otras no. Si me dices que el Estado debe garantizar derechos sociales, sí.
¿Y en el texto de la Constitución debiera mantenerse el Estado primordialmente subsidiario?
El Estado subsidiario es parte importante, pero también tiene que garantizar derechos sociales. Pero yo no me entramparía en las palabras.
Dado este nuevo Chile, cuando se habla del fin de la focalización, las políticas sociales van a tener que ser mucho más universales que antes. Por ejemplo, hoy día en muchos países se está hablando del ingreso básico universal. Creo que eso viene. En el mundo se empezó a hablar de esto básicamente por la robotización, y ahí surgió la teoría del ingreso básico universal, porque las personas tienen que reinventarse. Pero si tú le sumas a eso una pandemia, todo lo que ha pasado, y el Chile nuevo, creo que esas políticas sociales vienen.
En los países desarrollados el Estado lo que hace normalmente es: recauda y transfiere. Aquí recauda, se queda con gran parte de la plata en grasa y transfiere mucho menos. Y también va a venir el tema de la pensión básica para todos...
Creo que es el momento de discutir esas cosas, sabiendo que vamos a estar en un país que parte más de abajo ahora, en que las cosas van a tener que ser graduales, pero eso la gente lo entiende cuando tú se lo explicas. Lo que sí quiere es que esto parta y el proceso constituyente es la oportunidad para eso.
Usted, años atrás, fue muy defensor de la Constitución de los 80. ¿Qué elementos cree que deben conservarse?
Puede ser que la hoja esté en blanco, pero Chile no parte de cero. Se puede discutir todo. Por ejemplo, Chile va a seguir siendo un Estado unitario, pero tiene que haber un nuevo trato entre Santiago y regiones. A lo mejor, con regiones que van a tener mucha más autonomía y más recursos que los que tienen hoy y que el Estado les va a tener que transferir parte de los impuestos que hoy recauda. Todo eso va a formar parte de la discusión.
Otro ejemplo: para mí, la vida es un derecho fundamental. Es mi creencia, pero tienes que entrar a la discusión no en tu trinchera, sino con la voluntad de decir 'yo estoy dispuesto a convencer y a ser convencido'. Y nos vamos a dar cuenta, probablemente, de que estamos de acuerdo en muchas más cosas de las que creemos.
¿Por qué sigue en la UDI?
Cuando usted plantea estas posiciones, su discurso tiene muy poco que ver con las cosas que los dirigentes de la UDI de hoy están defendiendo. ¿Cuáles son sus puntos de encuentro con su partido, o solamente es una cosa de costumbre?
No sé si mi sueño país es totalmente compartido en Chile Vamos. Pero cuando lo transmites, sintoniza en el sector, en mucha más gente de lo que uno cree. Por ejemplo, a la UDI hay muchas cosas que probablemente no comparten como lo de educación pública o de las políticas sociales, pero la integración social, creo que sí.
¿Se siente incómodo en la UDI?
No participo en la política partidista hace mucho tiempo, muchos años. Y efectivamente siento que el Chile del futuro no debe pensarse y no puede pensarse en términos de derecha e izquierda. No va a ir por ese lado.
¿Por dónde va?
Probablemente se necesita un gobierno de consensos.
Usted ya ha planteado que se necesita un gobierno de unidad nacional. ¿En qué consiste?
Más que un gobierno de unidad nacional, tenemos que hablar de un gobierno de convivencia nacional, en el sentido de que el próximo gobierno va a tener que ser de consensos. Que no puede pensarse en términos de derecha e izquierda. Que le va a tocar echar a andar esta nueva Constitución, que le va a tocar sanar Chile, más que ningún otro gobierno, salvo a principios de la década del 90. Y unidad nacional es una palabra que... sabemos que unidad no hay, unidad total no hay.
Por eso, yo diría que Chile necesita un gobierno de convivencia nacional, en que puedan convivir al interior de un gobierno personas que piensan distinto en algunos temas, pero que están conscientes de que Chile necesita una etapa nueva.
Hace poco usted planteaba también que hoy las decisiones ya no las toman las élites, sino que más bien vienen desde abajo, ¿cómo se relaciona con su idea del proceso constituyente?
Parte de este traje nuevo que se necesita es porque como la sociedad cambió, la distribución del poder dentro de la sociedad cambió también. O sea, en el fondo, antes las élites de todo tipo -políticas, económicas, académicas- eran las que dominaban. Hoy día el poder va de abajo hacia arriba, porque el poder está en la gente, en parte porque la sociedad cambió, en parte por las redes sociales, en parte porque ahora Chile es de clase media. Entonces, eso ha llevado a una crisis profunda de representatividad, y que eso requiere también de estructuras nuevas y el momento de discutirlo es la nueva Constitución.
Hay una desintermediación, la élite que interpretaba ya no existe. Es la gente ahora la que manda, la que tiene el poder, la gente ahora se representa a sí misma. Por ejemplo, ¿qué te dice que haya votado un 14% de las personas en la elección de la Fech? ¿Que no les interesa esa representación institucional?
Que no están ni ahí. Pero ¿por qué? Porque eso es un cambio más profundo que se ha producido en la sociedad. Hoy día el poder fluye de las personas hacia arriba y eso requiere instituciones distintas también. ¿Siente que eso es lo que genera temor a la gente que está por el "rechazo"? ¿Perder sus espacios de poder y de decisión?
La élite tiene que dejar de tener miedo a perder poder, porque el poder ya lo perdió. Ya no lo tiene. Eso es estar aferrándose a una cuestión que ya no existe.
Al principio de esta entrevista planteaba que había una tendencia inmovilizadora en su propio sector, un dique de contención. Eso tiene que ver con aferrarse a una estructura establecida de autoridad.
Claro, para algunas personas sí, pero otros genuinamente creen que si cambian algo queda la escoba en lo económico y qué sé yo. Pero no se dan cuenta de que eso ya no existe, ya murió.
¿Qué les contesta a los que piensan que usted es poco serio, oportunista, al tomar estas posturas que rompen con la derecha más tradicional?
Yo hago genuinamente lo que creo que es mejor. Pero si puedes pensar qué denominador común hay en todo lo que yo he tratado de hacer, es buscar acuerdos. Unir a los chilenos, eso es para mí la motivación central. Yo entiendo la vocación de servicio público como dos palabras claves: servir y unir. Los países avanzan cuando están unidos, esa es mi motivación, y las cosas coyunturales pueden cambiar. Sacar el 10 % sé que era desvestir un santo para vestir otro, pero la clase media sintió que no había mucho para ella, era muy importante. Y tampoco se cayó Chile, sigue.
Entonces, es por eso que a veces, perdámosle el miedo y veamos las cosas... Tenemos que participar de este proceso. Que ahora le vamos a dar un cauce institucional y me encantaría que mucha gente participara.
¿Y le hace ilusión encabezar un gobierno para Chile en esta nueva etapa?
Me hace ilusión ser alcalde de Las Condes, dejémoslo ahí.
Pero estamos hablando que es un candidato en la pole position...
Falta mucho. A lo mejor no falta mucho en tiempo, porque quedan 15 meses, pero en cosas que tienen que pasar, falta mucho. Chile puede ser distinto, pueden pasar muchas cosas.
"Chile no se ha jodido. Al contrario: esta es una gran oportunidad".
"Cuando se habla del fin de la focalización, las políticas sociales van a tener que ser mucho más universales".
"Chile necesita un gobierno de convivencia nacional, en que puedan convivir al interior de un gobierno personas que piensan distinto en algunos temas, pero que están conscientes de que Chile necesita una etapa nueva".
Pais: Chile
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Región: Metropolitana de Santiago
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Fecha: 2020-08-23
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Tipo: Prensa Escrita
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Página(s): 16-17-18-19
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Sección: Reportajes
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Centimetraje: 34x106
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