Señor Director: Los efectos de la pandemia han revelado aún más las grietas sociales y la crisis de las instituciones en nuestro país. La vulnerabilidad de la mayor parte de nuestra clase media, ahora más evidente que nunca, genera mayor irritación frente a la desigualdad. La proliferación de los campamentos que observamos en estos últimos seis meses, dan cuenta de la debilidad de nuestras instituciones y lo lejos que estamos de ofrecer soluciones reales a los que más lo necesitan. Pero en el territorio nace otro tipo de institucionalidad que empieza a consolidarse: una democrática y colaborativa, inclusiva y equitativa, que se coordina en busca del bien común por sobre el individual, que no requiere de poder alguno que no provenga de la decisión por resolver los problemas de las personas.

Esta institucionalidad se llama 'Ollas Comunes', 'Soluciones de Barrio' o puede tomar otros nombres, pero en definitiva representan a un territorio que con la cooperación de otros ciudadanos disponibles para involucrarse con ellos, se organizan y rápidamente actúan para dar solución a sus necesidades básicas y dinamizar la actividad de ese territorio con todas las consecuencias positivas que ello tiene en las circunstancias actuales. Hoy se requieren autoridades, empresarios, trabajadores, académicos, políticos y ciudadanía en general que trabaje colaborativamente, coordinadamente y 'con los pies en el barro'. ¿Qué ocurre si las soluciones las pensamos desde el territorio en lugar de oficinas?

¿A través de una mirada sistémica, evaluando desde las personas, en vez de observar la situación por sí sola? Basta tener presente cómo abordamos cada uno los problemas familiares, ¿no se hace desde la vida al interior de la familia y pensando en el bienestar de todos sus integrantes? Así también, al interior de las empresas productivas es necesario abordar los problemas, desde los procesos y las personas que los atienden, para construir las soluciones utilizando la energía de los mismos. Ello genera soluciones más reales, efectivas, que entregan productividad y valor desde y hacia las personas que participan en dichos procesos, porque el funcionamiento del ecosistema depende en gran medida de la conectividad y complementariedad de todos sus componentes. Asimismo, en nuestra sociedad podemos construir soluciones desde los territorios, con y para las personas, involucrándonos con ellos por el legítimo interés en su bienestar.

El futuro que emerge pone al centro a las personas y el bien común, favorece el desarrollo de la comunidad por sobre el interés personal y busca organizarse desde la colaboración. Prepararnos para ello exige estar dispuestos a dejar algunas cosas del pasado. Puede ser difícil abandonar ciertos privilegios, más aún la pérdida de poder, pero las señales son claras al respecto y más que tratar de controlar los riesgos y minimizar las pérdidas, es necesario trabajar en preparar la construcción de ese escenario nuevo, que nos permita transitar desde un egosistema, que piensa en el bienestar de uno mismo, a un ecosistema, que piensa en el bienestar de todos