SEÑOR DIRECTOR
En la noche de este lunes, dos jóvenes perdieron la vida tras ser heridos a bala en la comuna de Maipú. Hace cinco días, otro joven de 17 años, en Antofagasta perdió la vida en una balacera. Otro joven fue baleado en Caleta Abarca hace una semana. Podríamos seguir enumerando historias truncadas de jóvenes y estoy seguro que necesitaríamos muchos más caracteres que los de esta carta.

No quiero dejar solo el espacio a la lamentación. Algo tenemos que hacer para terminar de dilapidar el activo más importante que tiene Chile: sus personas.

¿Cómo terminar con esto? A muchos de nosotros la vinculación entre este nivel de violencia y el narcotráfico nos resulta evidente, pero incluso aunque no fuera así, la solución es la misma. Desde Fundación San Carlos de Maipo hemos aprendido, de la evidencia nacional e internacional, que la mejor forma de terminar con este flagelo es dejar de llegar tarde: tenemos que prevenir este tipo de conductas, más allá de las soluciones policiales y judiciales.

Pero, ¿qué hacemos? Quizás lo más complejo que debemos enfrentar los adultos es la necesidad de cambiar, porque somos claves en los espacios que determinan el desarrollo de los Niños, Niñas y Adolescentes. Un ejemplo de ello es el trabajo que está haciendo la Subsecretaría de Prevención del Delito, con el sistema Lazos, y el trabajo de SENDA en la incorporación de pilotos de programas basados en evidencia de habilidades parentales como PMTO, que ejecuta junto a nuestra Fundación. Debemos avanzar en este camino, porque es el único que tiene evidencia científica de lograr resultados que permitan un futuro diferente en el largo plazo.

Si queremos cambiar, tenemos que empezar por nosotros. Así pasaremos de la queja y el lamento a la acción.