Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2020-12-24
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   30
Sección:   Cultura
Centimetraje:   13x23
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Ocurrencias faraónicas
Creado en 1900 por iniciativa del intendente Enrique Cousiño y diseñado por el paisajista francés George Dubois, el Parque Forestal es hoy un incomparable lugar de recreación y solaz tanto para sus vecinos como para personas que vienen de otros barrios, de otras regiones e incluso de otras latitudes.

Pues bien, a ese parque un selecto grupo de inspirados quiere hoy introducirle una empeora sustancial. No ponemos en duda las buenas intenciones de estos prohombres ni imaginamos que ellos desconozcan la cualidad de espacio público –vale decir, propiedad de todos– que ampara a este lugar de sombras añosas, poetas en busca de musas y toda laya de perros, niños, lectores y enamorados que retozan libres en los prados. En su obra Parques de Santiago, el notable estudioso de nuestra ciudad y documentado escritor Miguel Laborde nos cuenta que en sus inicios se plantaron allí 7.700 árboles traídos desde los viveros de la Quinta Normal, junto a las altivas palmas chilenas obsequiadas por el dueño de la hacienda Ocoa, un señor de apellido Ascanio. Además, se plantaron otras especies nativas, como peumos y quillayes.

De esa plantación inicial han sobrevivido 6.500 árboles, entre los se destacan las vetustas y bellísimas araucarias. Pero justo ahí donde están las araucarias, y con la mejor intención del mundo, aquel grupo de personas ilustradas pretende construir una suerte de gigantesco cubo medio sepultado, el que supuestamente dialogaría con el carcomido Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile, o MAC, como se le conoce en el barrio. La universidad niega toda participación en ese proyecto, pese a la insistencia de sus promotores en meterla en el baile. No se nos pasaría jamás por la cabeza que la más antigua casa de estudios haya actuado en forma solapada. Por ningún motivo.

Y menos que el trasfondo real de esta edificación faraónica sea el pingüe negocio de los estacionamientos. Se trata de personas decentes que jamás nunca urdirían un plan truculento como alzar aquel mausoleo inspirándose en propósitos mercantiles. No, es sólo que les hace falta repasar algunos principios de buena convivencia cívica, antes que, enardecidos por el entusiasmo y algo mareados por la euforia, estas buenas gentes intenten imponer, sobre los vecinos, la ciudad, el país y el mundo que nos mira, ese ejemplo de arquitectura soterrada. El arquitecto Gonzalo Mardones habla del futuro, de un Santiago 'caminable', del amor por las artes, la ciudad y la cultura que agrupa y anima al distinguido equipo humano que impulsa esta acción, a nuestro modo de ver equivocada. Estamos seguros de que leyendo a Miguel Laborde y su relato sobre la creación de esta joya urbana que es el Forestal, parque del que todos estamos orgullosos y somos dueños, caerán en cuenta de que es mil veces mejor poner los recursos en el MAC, que vive a medio morir saltando y resiste sólo gracias a la creatividad y los buenos oficios de su director, Francisco Brugnoli Bailoni, quien según se nos informa, y a raíz de esta montaña rusa presupuestaria, ha tenido problemas al colon.

Recuadro
LA RECTA PROVINCIA

A quienes pretenden construir una suerte de gigantesco cubo medio sepultado en el Parque Forestal les hace falta repasar algunos principios de buena convivencia cívica.
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Antonio Gil-