'Mi hijo tiene déficit atencional y es hiperactivo. En su colegio, San Luis de Beltrán de Pudahuel, me hablaron sobre el Programa de Entrenamiento Parental de Oregon y tomé la decisión de participar cuando conocí más al respecto. Entré con pocas expectativas, pero el programa me enseñó a cómo comunicarme con mi hijo, cómo darle instrucciones claras y simples y cómo crearle normas con respecto a cómo yo quería que él tomara sus clases y el aprendizaje'.

Así explica Clara Valdebenito su paso y el de su hijo Diego, quien cursa educación básica, por el PMTO (por sus siglas en inglés y que en Chile se traduce como 'Parentalidad que motiva con ternura y optimismo), iniciativa que la Fundación San Carlos de Maipo, junto al Senda, implementó durante el año 2020 en seis comunas de la Región Metropolitana: Pudahuel, Estación Central, Peñalolén, Providencia, Melipilla y Santiago.

Se trata de un modelo creado en EE.UU. (ver recuadro) de fortalecimiento de habilidades parentales, mediante prácticas positivas de crianza, en el que participan madres, padres y/o cuidadores de escolares de entre 4 y 12 años.

'El programa genera las herramientas para que el proceso educativo sea más fluido y se adapte a condiciones complejas como las que se viven en pandemia. Por ejemplo, el PMTO generó grandes cambios en reducción de prácticas de disciplina negativa, como gritos, amenazas o pérdidas de control cuando se reta al niño o niña, y aumentó la capacidad de los cuidadores de buscar soluciones junto a los escolares. Esto sin lugar a dudas es la plataforma para una mejor experiencia educativa', afirma Raúl Perry, jefe de Programas de la Fundación San Carlos de Maipo.

'Mi enfoque inicial era que Diego pudiera tomar las clases online y las pudiera hacer y trabajar (solo). Y con todos los pasos que me fueron enseñando en el programa, Diego fue progresando mucho. Es increíble lo que te sirven los paso a paso. Te vas dando cuenta de que hay errores que nosotros como papás cometemos en las instrucciones que les damos a los niños, en cómo nos comunicamos con ellos. Y cuando uno se da cuenta de esos pequeños errores, va haciendo el cambio', dice Valdebenito.

Y agrega: 'Por ejemplo, siempre estaba apurada, daba diez instrucciones por minuto y cuando no me escuchaba alzaba la voz. O jamás me detenía a escuchar lo que mi hijo me decía respecto a sus inquietudes, cuando me quería decir algo, yo escuchaba, pero trabajando en el computador o lavando la loza. Tal vez lo que él me contaba era una tontera para mí, pero no para él. Esos cambios hicieron la principal diferencia para mí'.

La evaluación del PMTO en Chile consistió en aplicar instrumentos validados nacional e internacionalmente— adaptados a la realidad local por la fundación—, sobre una muestra de 326 familias, las que contestaron cuestionarios antes y después de recibir las 10 sesiones que contempla el programa.

Se midieron dimensiones tales como la capacidad de los cuidadores para reconocer positivamente lo que hacen los niños y las niñas, habilidades de monitoreo y supervisión, involucramiento parental, cercanía, cohesión familiar, contención emocional y disciplina negativa, entre otros.

Cambios notorios

Rubén Parra, PhD de la Universidad de Texas en Austin (EE.UU), y parte del equipo encargado de supervisar la evaluación de la iniciativa en el país, dice que 'en un plazo tan breve como 10 semanas, este tipo de intervención suele mostrar cambios en las variables medidas que se pueden catalogar como pequeños o medianos desde un punto de vista estadístico. Por ello, es inesperado que en este estudio se evidencien cambios grandes o masivos en algunas de estas dimensiones, y esto es algo que debemos celebrar'.

Y recalca que los resultados chilenos exceden los vistos en otros contextos. 'La magnitud de impacto de la intervención respecto a la salud mental de infantes excede los resultados logrados por estudios con latinos y financiados por los National Institutes of Health (institutos nacionales de salud). Esto es un logro impresionante'.

Entre los efectos positivos que menciona Parra se encuentran mejoras en las dimensiones de conductas externalizantes, relacionadas a comportamientos inquietos o hiperactivos —como en el caso del hijo de Clara Valdebenito—, o alumnos que no lograban obedecer reglas.

También se detectaron cambios favorables en disciplina negativa, por ejemplo, disminuir gritos o amenazas de los cuidadores y en problemas de conducta internalizante, como comportamiento depresivo o problemas para concentrarse por parte de los escolares.'Programas como este les entregan a las familias las herramientas para ayudar a sus hijos a adaptarse a los cambios, tener una convivencia sin bullying con otros y otras estudiantes, resolver sus problemas y superar las dificultades de aprendizaje', afirma Perry.