Durante la década del 2010 al 2020, las discusiones en el sector eléctrico se enfocaban, entre otras cosas, en determinar cuál sería el porcentaje máximo de energías renovables que el sistema podría soportar para operar de manera eficiente y segura. Diversos estudios postulaban que, en función de los costos de inversión, operación y mantenimiento, así como también debido a problemas técnicos producidos por la variabilidad, este porcentaje podría llegar como máximo al 30%.

La realidad de hoy de las energías renovables es muy distinta a la que se preveía en aquella época. Entre otras cosas, la diferencia entre lo proyectado y la realidad se debe a que la mayoría de los estudios que se realizaban en esos tiempos fallaron en entender e incorporar en sus resultados la dinámica que se da en los procesos de desarrollo tecnológico. El proceso de adopción tecnológica se aceleró en Chile por diversos motivos, algunos de orden externo, como la baja sostenida de los costos de inversión de tecnologías fotovoltaicas y eólicas, y otros internos, como los altos precios de la energía, la sequía y el desarrollo de políticas públicas tendientes a diversificar nuestra matriz.

En el período 2010 a 2020, la capacidad instalada ERNC pasó de 597 MW a 7.357 MW, representando más del 20% de la energía eléctrica producida y alcanzando tasas máximas de penetración horarias que superaron el 50%. Esta nueva década que comienza nos muestra que el desarrollo renovable se ha estado acelerando con respecto a lo que sucedió en la década anterior. Así, a octubre de 2021, la potencia ERNC instalada alcanza casi los 11.000 MW, es decir, en 10 meses ha entrado en operación más capacidad que lo que se instaló entre los años 2017 y 2020. Es importante reconocer lo mucho que se ha avanzado en el desarrollo de una matriz eléctrica limpia. Hoy, a diferencia de lo que sucedía hace diez años atrás, la pregunta que el sector se hace no es si podremos o no tener una matriz eléctrica 100% renovable, sino que más bien la pregunta es cuándo podremos tenerla. Una de las claves para lograr dicho objetivo es desarrollar y perfeccionar la regulación necesaria para promover la instalación de sistemas de almacenamiento, tanto de gran escala como distribuido. Al igual que las ERNC hace algunos años, los sistemas de almacenamiento están experimentando importantes reducciones de precios y la tecnología ya está alcanzando el nivel de desempeño que se requiere para una participación masiva en el mercado

. A pesar de lo anterior, aún existen algunas barreras regulatorias relativas a la remuneración por capacidad, participación en transmisión y participación en el mercado de servicios complementarios. La superación de estas barreras les permitirá a los inversionistas la configuración de un esquema de remuneración adecuado a los múltiples beneficios que los sistemas de almacenamiento aportan al sistema: control de frecuencia, aporte de potencia reactiva y gestión de congestiones en transmisión, por nombrar algunos.