Agro y salmones... pensando en grande
Señor Director:
La calidad y composición de los alimentos para peces marcó la agenda del comité de acuicultura de la FAO en Roma, ratificando un tema clave para Chile: para desarrollar industrias sostenibles, debemos fortalecer nuestras ventajas competitivas.
El convenio del Consejo del Salmón con la Sociedad de Fomento Agrícola de Temuco, la Sociedad Nacional de Agricultura y el Consorcio Agrícola del Sur marca un paso concreto hacia un encadenamiento productivo virtuoso entre la salmonicultura y la agricultura, y tiene una base sólida: la salmonicultura chilena —que aporta más de 70 mil empleos y representa el 17,6% del PIB de las regiones del sur austral— ya está estrechamente ligada a la agricultura: casi el 60% del alimento para salmones proviene de granos como trigo, soya, canola o raps, parte de ellos de producción local.
Esta alianza abre nuevas oportunidades para el campo chileno, extendiendo el impacto más allá de las tres regiones salmonicultoras e incluye a Biobío, La Araucanía y Los Ríos. Hoy somos el segundo productor mundial de salmón, y aún hay margen para crecer. ¿Se imagina el lector el efecto en el campo si la salmonicultura aumentara 50% al 2030? Para hacerlo realidad, es necesario el trabajo colaborativo y que sea la agricultura chilena la que promueva los granos que necesita la industria. Así, el crecimiento será más sólido y legítimo, avanzando juntos mar y tierra, ciencia y tradición, innovación y arraigo.
Tenemos la oportunidad de ser un país que piensa en grande, con negocios globales y fortalecimiento del talento local. Salmonicultura y agricultura pueden —y deben— liderar la visión hacia una industria sostenible ambiental, social y económicamente. Porque cuando la colaboración se vuelve estrategia país, el sello chileno se proyecta con más fuerza al mundo.