—Es la primera mujer que llega a la presidencia de la Cámara en 102 años, ¿qué se siente tener ese título?

—Es, sin duda, un tremendo desafío liderar la CCS en el contexto económico, político y social que atravesamos como país, pero que me llena de entusiasmo, sobre todo por el propósito que tiene el gremio, que se traduce en aportar e impactar en el desarrollo de nuestro país.

—Antes de entrar al mundo gremial fue muy destacada como mediadora. Por su propósito, ¿cuál es el mejor consejo de mediación que nos serviría a todos?

—Hacernos cargo de nuestros conflictos y trabajarlos a fondo para encontrar soluciones aceptables para todas las partes. Es un proceso complejo y arduo, pero con muy buenos resultados que permanecen en el tiempo. Estamos demasiado acostumbrados a pedirle a otro, un juez o un árbitro, que imponga una solución que solo deja conforme a una parte y a no hacernos cargo del daño en las relaciones y de lo que perdemos con esta forma de enfrentarnos. Nos tenemos que acostumbrar a encontrar valor en quien tenemos como contraparte.

—También estuvo muy ligada a temas ambientales. ¿Tiene una faceta ecológica en su día a día?

—En la CCS los temas ambientales, pero sobre todo la sostenibilidad es un tema que consideramos estratégico, ya que las empresas enfrentadas al siglo XXI entienden su rol como co-responsables de la sociedad que queremos construir, proyectando el negocio más allá del resultado económico y desarrollándolo de manera sostenible. De hecho, en diciembre pasado lanzamos nuestro primer Reporte de Sostenibilidad de la CCS, elaborado siguiendo los lineamientos de los Estándares GRI.

—Le gusta mucho acampar. Aprovechando el verano, ¿qué lugares recomendaría para ir de campamento?

—Un paseo maravilloso es el cruce desde el Lago Todos los Santos hasta el Lago Rupanco. Único, partir desde Las Gaviotas en el Lago Todos los Santos en Kayak para luego atravesar el Parque Vicente Pérez Rosales acampando unos 4 días, una maravilla que incluso permite conocer la Laguna Los Quetros y disfrutar las rústicas Termas de Callao. Lo hicimos hace algunos años con mis hijas mayores, aún suspiro y sonrío cuando me acuerdo.

—¿Celular apagado en estos paseos a la naturaleza, o siempre conectada?

—Depende si estoy o no con mis 5 hijos.

—También teje a crochet, ¿qué cosas hace?

—Me encantan las manualidades, son mi terapia. Habitualmente tejo poleras para mis niñas o algún regalo especial para el hijo de alguna amiga. Es una forma de entregar cariño. Y cuando se atreven a usarlo demuestran cariño a quien lo hizo.

—¿De dónde viene su gusto por los caballos?

—Desde chica teníamos la suerte de pasar veranos eternos en un campo en Catapilco, el caballo era el medio de transporte, la entretención y la compañía desde temprano y hasta que oscurecía.

—¿Falta tomarle el peso al impacto del comercio ambulante?

—Sin duda, el comercio ilegal esconde la vulnerabilidad de quienes lo ejercen, que en muchos casos son víctimas de mafias organizadas, destroza al comercio establecido que opera con reglas claras y que tiene que asumir costos en beneficio de los consumidores, y, además, degrada la calidad de los productos y servicios que recibe el consumidor final llegando incluso a dañarlo. Todos debemos combatirlo y como consumidores no existe una excusa válida para comprar en el comercio ilegal, ni físico ni electrónico. Si lo hacemos, somos cómplices del daño que provoca.

—Cuota de género en los directorios, ¿a favor o en contra?

—A favor de tener mujeres en los directorios porque la diversidad entrega mayor valor, que es cuantificable para las compañías y sus accionistas. Para lograrlo, me gustan los sistemas graduales, que respetan el derecho de las compañías a nombrar a quienes consideran más adecuadas o adecuados.

—Dicen que trabajó muy de cerca con Juan Sutil, ¿le compartió algún consejo para moverse en el mundo gremial?

—Consejo no, pero sí ejemplos de franqueza, valentía y coherencia a pesar de todo.