Luego de dos años de pandemia, miles de caprinos regresaron a las calles de Illapel, en la Región de Coquimbo. La comunidad y visitantes pudieron despedir a los crianceros que llevan a la cordillera su ganado.

Es una de las costumbres campesinas más arraigadas de la zona. Con esta actividad se busca reconocer el aporte de las familias crianceras a la economía local y también es una oportunidad para que la comunidad y visitantes de diferentes partes del país puedan disfrutar del pintoresco paso de miles de animales por el centro de la ciudad. Superadas las restricciones del covid-19, el viernes se retomó la tradición. 'Esta actividad generó que los niños salieran y se sintieran orgullosos de nuestros crianceros.

Nosotros en esta ciudad soñamos con grandes obras, pero no nos queremos olvidar quienes somos y desde donde venimos', manifestó el alcalde de Illapel, Denis Cortés. Rumbo a la cordillera Luego de su paso por la plaza de armas y el centro de la ciudad, los crianceros y su ganado se dirigieron al parque Ambrosio O’Higgins, donde se realizó un acto conmemorativo que contó con la presencia de autoridades comunales y regionales. Los más emocionados con la celebración fueron los crianceros que, previo a su partida a la cordillera en busca de mejor pasto para su ganado, reconocen el aporte que la actividad ha significado en el incremento de la valoración que la comunidad hace de su centenaria actividad.

'Desde que se inició esta fiesta de la trashumancia, los crianceros fueron mirados de otra manera, más alegre para nosotros, y nos sentimos orgullosos', afirmó Domingo Barraza, presidente de la Cooperativa de Trashumantes de Illapel. La fiesta de la Trashumancia y del Criancero Caprino en Illapel también consideró la instalación de puestos de artesanos y emprendedores locales, además de distintas alternativas gastronómicas.