Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2022-10-03
Tipo:   Internet
Sección:   Chile
URL:   Link
Autor:   
Americaeconomia.com

Documental retrata creciente rechazo ambientalista a la industria del salmón en Chile
A pesar de que se promueve como sustentable, una de las mayores industrias de la nación latinoamericana tiene desde hace años a ecologistas en contra por su impacto ambiental en zonas prístinas de la Patagonia. Un reciente documental de Greenpeace expone sus efectos locales y reinstala el tema. Esta vez, la diferencia es que el gobierno chileno tiene, al menos en el discurso, una vocación ecologista.
“La industria salmonera no es sustentable en Chile. Las condiciones en que operan los centros salmoneros son desastrosas, el 91% [de ellos] ya tiene condiciones anaeróbicas: ya no tienen las condiciones básicas ni equilibrios mínimos para preservar la vida”.
Así lo afirma Matías Asún, director de Greenpeace Chile a AméricaEconomía al lanzar hace una semana en la capital el documental “Por aquí no”, en el que se denuncia el impacto que genera la industria del salmón en Chile, en la zona austral del país y más específicamente en una zona denominada parque nacional Kawésqar.
“Es un parque que lamentablemente no está protegido, porque fue creado sin agua: todas esas islas están protegidas dese la línea del mar para arriba, y eso es un abuso insostenible, es ridículo que un parque nacional que lleva el nombre de un pueblo canoero no proteja sus aguas”, agrega Asún.
La pieza de no ficción es una producción de Greenpeace y el canal History, de la cadena Discovery, ideado como una serie de documentales ambientales que retratarán los problemas ecológicos del continente americano. “Es una cosa que venimos haciendo desde principios de año, donde les damos una ventana, es el primero de Greenpeace Chile, y que esperamos seguir continuando para darle relevancia y comunicación a los temas que son de importancia [ambiental]”, le explica a AméricaEconomía el director de producción original para History para todo Latinoamérica, Lucas Rojo.
En su documental, la ONG detalla que los impactos del cultivo del salmón son diversos y están asociados, principalmente, a la afectación directa del ecosistema marino.
Un ejemplo, es la contaminación de las aguas, el potencial desarrollo de floraciones algales nocivas (marea roja), la pérdida parcial y total de oxígeno en el mal y el daño indirecto y directo a la biodiversidad, entre otros. Muchos de estos daños pueden tardar décadas en ser reparados e incluso pueden ser irreversibles, explica Greenpeace en un comunicado.
El desarrollo de salmonicultura en zonas donde los salmónidos no son nativos y existen ecosistemas de alto valor y fragilidad como los mares patagónicos, tiene graves impactos ambientales que no son posibles de evitar, dice la organización.
Esta iniciativa audiovisual se enmarca dentro de la campaña de protección de los mares patagónicos que Greenpeace ha llevado durante años, que busca preservar estos ecosistemas únicos y denunciar aquellas actividades que los ponen en riesgo.
DESASTRE AMBIENTAL
El parque nacional Kawesqár se creó en 2019, durante el segundo gobierno de Sebastián Piñera.
Desde su creación, enfrentó las críticas locales por tratarse de un parque protegido en la parte terrestre, en el que se excluyó la porción marítima, compuesta por canales y fiordos de alto valor ecológico que pueden tener actividades industriales.
Hoy existen 67 concesiones otorgadas y 64 en trámite en el área de la reserva, que corresponden a las aguas del Parque Nacional Kawésqar, que quedaron fuera del parque. El caso es un gran ejemplo de diversos ecosistemas patagónicos amenazados por la industria, aseguran en Greenpeace.
“Esa situación solo ha sido posible debido al vínculo de los últimos gobiernos y el lobby salmonero”, lamenta Asún.
Asún recalca que la zona que abarca este parque es frágil, con un nivel de biodiversidad tan grande que permite que el 50% de los cetáceos del mundo visiten esas aguas, especialmente especies migrantes como las ballenas jorobadas, colonias completas de estos mamíferos se alimentan en ese territorio para luego llegar al Ecuador a reproducirse, y al siguiente año vuelven con sus crías.
SI bien Greenpeace reconoce algunos avances ambientales del sector, es tajante en su petición a la autoridad: “Lo que estamos pidiendo, primero, es que en esa zona no se instalen [más] centros salmoneros, porque los que se podrían instalar ya vienen de producir desastres medio ambientales. Lo segundo, es que se reconozca que todo ese territorio – incluida el agua- pertenece al parque nacional Kawesqar y, en tercer lugar, que no se entreguen más permisos para salmonicultura en Patagonia”, enfatiza el director de Greenpeace Chile.
SUSTENTABLIDAD COSTOSA
Pero el sueño antisalmónido de los ecologistas podría toparse con una buena cuota de realidad, ya que no es fácil revertir una de las industrias más importantes de exportación en Chile y que desde hace años insiste en que es ambientalmente viable.
“Actualmente la salmonicultura tiene altos estándares, similares a los europeos. Gran utilización de tecnología, mucha innovación, y es una actividad muy regulada en materia sectorial y medioambiental, con distintos estudios de impacto de todo tipo. Además, ha avanzado en buenas prácticas, como dietas más sustentables, menor huella de carbono, mejoras en la calidad del agua, entre otras, innovaciones que han hecho de esta una actividad sustentable”, indicó Joanna Davidovich, directora ejecutiva del Consejo del Salmón, en el Sustainability Chile Summit 2022, un evento realizado un semana antes del lanzamiento del documental de Greenpeace.
En términos de empleo, la industria salmonicultora chilena genera 70 mil puestos de trabajo aproximadamente y existe una gran cantidad de empleos indirectos, asociadas a distintas otras actividades productivas que proveen a la salmonicultura.
En general, la industria admite desafíos y falencias en su quehacer, tales como enfermedades, particularmente bacterianas y de parásitos. Y en términos medio ambientales, el impacto que tiene la producción en el fondo marino.
Pero alegan que todo es fiscalizado por las distintas entidades de gobierno con injerencia en el tema, como el Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca) o la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA). Mientras que la entrega de concesiones está dada por la Subsecretaría de Fuerzas Armadas.
“Consideramos que el debate de sacar a la salmonicultura de las áreas protegidas es un debate un tanto artificial, ya que es perfectamente posible compatibilizar las dos cosas. La industria del salmón es una actividad productiva que ha generado mucho progreso en la macrozona sur austral de Chile en los últimos 30 años”, sostuvo en el evento la directora.
El argumento del sector es económico.
“Significa reducir en un 30% la actividad y todo el encadenamiento productivo que hay detrás. Las áreas protegidas de las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes son aproximadamente 20 millones de hectáreas, de las cuales 28 mil están entregadas en concesiones acuícolas, es decir, el 0,14% del territorio de áreas protegidas. Entonces, hablamos de un territorio menor, donde impera la regulación y la fiscalización de los entes competentes”, dijo.
Actualmente se debate en el Congreso chileno la creación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, donde se establece categorías más o menos restrictivas de protección.
“Sin embargo, en la tramitación han aparecido indicaciones que quieren sacar a todas las áreas productivas de todas las áreas protegidas, y eso es un riesgo”, apuntó Davidovich.
Pero tanto Greenpeace como otras organizaciones ambientalistas y ciudadanas involucradas en la lucha contra a acuicultura a gran escala no se conforman con ese discurso, afirmando que la salmonicultura en Chile es una industria que una y otra vez comete desastres medio ambientales sin aprender la lección.
“No es posible sacrificar las aguas de la reserva nacional Kawésqar para unas pocas industrias que, además, se llevan el dinero fuera del país, dejan desempleo luego del colapso de la industria y que, justamente, debido a la fragilidad medio ambiental de este lugar van a colapsar aún más rápido”, dice Asún.
GOBIERNO ECOLOGISTA
Consultada, la organización ambientalista está trabajando a dos bandas. Por una parte, busca generar adeptos a su campaña y hacer presión en la opinión pública.
Por el otro, también trabajará por acercarse al gobierno. Uno que ha manifestado reparos al denominado extractivismo o explotación de materia primas, y que apostó por avanzar en desarrollo sustentable mediante señales concretas, como la firma del acuerdo de Escazú.
Hasta ahora, la ONG dice haber sostenido conversaciones con autoridades de turno para explicado su punto de vista. "Tengo la impresión de que las autoridades están todavía aprendiendo la importancia de estos territorios y de la complejidad [que tienen]. Hemos visto también las primeras sanciones que realmente corresponden a lo que debiera recibir la industria" añade el director de Geenpeace Chile.
La pregunta es, ¿Se sienten escuchados por ese gobierno?
“Eso está hoy por verse”, reconoce Matías Asún. "Lo que sabemos es que hay buena disposición de parte de las autoridades en el reconocimiento de ese parque, pero ¿de qué sirve tener un parque si la propia industria, en solo un ciclo productivo, genera 900 mil toneladas de estiércol? Hay que exigirles a las autoridades de turno, y a este gobierno en particular, que cumpla los requisitos medioambientales. Todavía no hemos visto ninguna señal que permita entender que no se van a abrir nuevas áreas disponibles para acuicultura en esa zona. No se puede ser ecologista y permitir que se instalen salmoneras en los parques nacionales…Si eso ocurre, se rompe el compromiso de ser un gobierno ecologista” concluye.
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