Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2021-11-06
Tipo:   Suplemento
Página(s):   4-5
Sección:   Suplemento
Centimetraje:   25x40

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Entre noviembre de 2018 y noviembre de 2020, la familia Farías habría exportado 503 kilos de oro a Dubai. Ilustración Francisco Javier Olea

El 29 de septiembre de 2021, la PDI detuvo a Gonzalo Farías y otras 35 personas. Al grupo le incautaron 69 kilos de oro, autos de lujo y 12 mil millones de pesos en efectivo. Archivo PDI

El Mercurio - Sábado
La caída del rey Farías
Durante más de dos décadas, Gonzalo Farías, un empresario minero dedicado a la compra y venta de oro, levantó una empresa familiar cuyo mayor logro fue exportar media tonelada a Dubai. El problema era que gran parte de esa producción provenía del extranjero y había ingresado a Chile mediante contrabando. El Servicio Nacional de Aduanas alertó a la fiscalía, y durante un año la policía escuchó cada una de sus conversaciones. En todo ese tiempo, Farías declaró operaciones por un valor de 16 mil 600 millones de pesos. En septiembre de 2021 fue detenido junto a otras 35 personas, como el líder del 'cartel del oro'. Ahora, espera su juicio.
A sus 60 años, nunca nadie le había ofrecido un negocio así. Por eso, apenas escuchó la propuesta, Gonzalo Farías Cabezas, creyó que estaba frente a la oportunidad de su vida. 'Créeme, cuando terminemos los mil 200 kilos te vas a dar cuenta que vas a dimensionar, bueno, más allá del billete que vamos a tener, de la envergadura de esos 1.200 kilos', le dijo a un hombre del otro lado del teléfono.

A igual cantidad, no había otro producto que costara más. Ni mil 200 kilos de marihuana, de cocaína, aletas de tiburón o caviar Beluga. Nada valía más que mil 200 kilos de oro. 'Aquí en Chile se producen como 34 toneladas al año, desde el pirquinero más picante hasta le empresa más grande, y ustedes, de un pencazo, van a meter mil 200 kilos', continuó.

Jermain Muñoz, de entonces 38 años, el hombre con el que hablaba, trabajaba en la confección y comercialización de joyas, en una tienda ubicada en el Centro Comercial Lo Castillo, en Vitacura. Se habían conocido porque alguna vez Farías le había vendido materias primas para su local, pero ahora era Muñoz quien le ofrecía un negocio. El asunto era así. Un empresario llamado Marco Varas, que vivían entre Chile y Miami, decía tener disponible el oro en Colombia y la idea era enviarlo a Chile en seis embarques de 200 kilos, a bordo de un avión privado que arrendarían, en una operación que en total involucraba US$ 60 millones. Luego, Farías tomaría la carga y la 'reexportaría' a Dubai, como si el mineral hubiese sido extraído en Chile. 'Va a ser producción chilena, que va a salir por la Aduana para afuera, entonces va a incidir en las estadísticas. Si fueran 30 o 50 kilos da lo mismo, no mueve ni la aguja, pero una tonelada sí la va a mover', le dijo Farías a Muñoz.

La policía los estaba escuchando.

Para explicar quién es Gonzalo Farías en el mundo del oro hay que ir al año 2013, cuando un joven de 23 años, llamado Harold Vilches, le vendió tres kilos de oro que luego terminarían en Dubai, en manos de la empresa Fujairah Gold, con quienes Farías había firmado un convenio de exportación. Era su primera incursión en Emiratos Árabes Unidos, el país con más oro del mundo, una oportunidad que había tardado 15 años en llegar y que, sin embargo, solo duraría pocos meses, luego que Vilches, en julio de 2014, decidiera quitarlo del medio y hacer un trato directamente con el comprador. Aquella traición sería el inicio de una de las tramas más cinematográficas del rubro, el argumento de lo que más tarde sería un libro —Dirty Gold, escrito por el periodista estadounidense Jay Weaver—, que contaría su historia: la de un joven que movió 50 millones de dólares en oro desde la selva del Amazonas a Miami y Dubai, y que luego acabaría condenado a cinco años de libertad vigilada por contrabando.

Lo que el libro no dice es que aquella jugada borró de un plumazo la hegemonía que Gonzalo Farías y su familia venían construyendo desde 1997, cuando junto a su esposa María Donoso fundó una empresa llamada Comercializadora Inversiones y Asesorías Oromarket LTDA., que se dedicaba a comprar y vender en el mercado local. Una década más tarde, su hijo, que se llama igual que él, abriría nuevos negocios. Entre abril de 2011 y noviembre de 2012, a través de la empresa EFAD Chile, comenzaron a exportar oro 'no minero' a Corea del Sur y Estados Unidos, y al año siguiente sumaron Dubai.

Entre 2014 y 2015, periodo en el que Harold Vilches se convirtió en el 'rey del oro', Gonzalo Farías perdió gran parte del mercado. 'Desde entonces lo odia', dice una persona que conoce a ambos. No solo por haberlo traicionado, sino por haber sobrecalentado el rubro. Cuando en 2016 Vilches fue descubierto, su liderazgo quedó vacante. Según informes del Servicio Nacional de Aduanas, en los dos años que siguieron a su detención, las exportaciones de 'oro no minero' cayeron a cero. Solo se reactivaron en noviembre de 2018, cuando una nueva compañía irrumpió con exportaciones a Dubai: Isidora Metals.

Los Farías habían vuelto al negocio y sus pujantes declaraciones ante Aduanas levantaron sospechas: 13 millones de dólares en 14 operaciones, en nueve meses. Habían partido en enero de 2019 con envíos que no superaban los 200 mil dólares y en septiembre de ese año alcanzaron un peak de 3 millones de dólares. Todos al mismo destinatario: Emperesse Billion LLC, una empresa de Emiratos Árabes Unidos, que les había dado crédito para que compraran todo el oro que tuviesen disponible.

Fueron esos movimientos los que alertaron al Servicio Nacional de Aduanas, que en octubre de ese año comenzó una investigación. Hasta entonces, Farías había enviado mil 711 monedas de oro y 85 barras, una carga que superaba por mucho los 89 kilos que en todo el 2018 había producido la pequeña minería local del oro, según cifras del Anuario de la Minería de Chile.

Todas las barras habían sido exportadas bajo la clasificación de 'oro no minero'. Es decir, de mineral que provenía de la fundición de joyas. Fue este concepto el que profundizó las sospechas. Había tres detalles que llamaban la atención. Uno: en vez de presentar facturas de compra de joyas, que acreditaran la trazabilidad, Farías había adjuntado documentos que establecían que el oro lo había adquirido a través de un concentrado, que una empresa le había vendido, y de dos faenas mineras ubicadas en Canela e Illapel, ninguna de las cuales, según Sernageomín, tenía autorización para operar. Dos: las 85 barras tenían un promedio de 93,7% de pureza, cuando lo normal en este tipo de oro era menos de 68%. Y tres: la empresa de Farías no registraba importaciones. 'Resulta inverosímil que las barras que exporta Isidora Metals tengan el origen que declaran', dice el informe de Aduanas, que el 27 de enero de 2020 llegó a manos de Eduardo Baeza, fiscal jefe de Pudahuel.

En sus conclusiones, solicitaron iniciar una investigación por los posibles delitos de contrabando y declaración maliciosamente falsa. La clave estaba en responder una pregunta: si los lingotes no habían sido extraídos en Chile, si los Farías no registraban importaciones, ¿de dónde provenía el oro? El Ministerio Público dejó a la Brigada Investigadora de Lavado de Activos, de la PDI, a cargo del caso. Partieron escuchando a los Farías, pero el círculo rápidamente se abrió a otros proveedores e intermediarios. La arista del oro de Colombia fue la primera que saltó.

Escucha telefónica, 17 de junio de 2020.

Jermaín Muñoz: 'Quiero dejar amarrado todo esto, para que no se vaya a otro lado'.

Gonzalo Farías: 'Quédate tranquilo, no creo que haya otra persona que pueda hacer esta operación aquí en Chile, por el volumen. Si fueran 20 kilos aparecen varios, pero 200 kilos weón, los intermediarios siempre complican la operación'.

Escucha telefónica, 20 de junio de 2020.

Gonzalo Farías: 'Mira, te voy a ser bien sincero, yo tengo hartos kilómetros en esta cuestión, tengo harta experiencia, a mí lo único que me llama la atención es la cantidad y digo: ¿por qué él necesita venir a Chile a venderlo si puede vender desde allá?

Farías era un hombre desconfiado. Si un negocio le parecía riesgoso no lo tomaba hasta hacer todas las preguntas. Del otro lado del teléfono, nuevamente estaba Jermaín Muñoz. El día anterior a aquella llamada, ambos se habían reunido en la oficina de Isidora Metals, en Lo Barnechea, con Marco Varas, el dueño de los mil 200 kilos de oro en Colombia.

Jermain Muñoz: 'No, lo que pasa es que como sale como reserva propia tienen que ingresarlo a Chile, porque él lo está trayendo como carga, es como que él sacara las utilidades de la empresa de allá para traerlo. Para poder venderlo tiene que ingresarlo a Chile y se ahorra una pila de impuestos. Ese es el tema'.

Muñoz había llegado a este negocio de casualidad. Un conocido lo había contactado con Marco Varas, que buscaba un comprador para un cargamento de 3 kilos de oro semanal desde Colombia. Le presentó un brochure con sus empresas —una en Miami y otra en Colombia— y eso le dio confianza: le pasó 25 millones de pesos como adelanto. Tras eso, ambos conversaron de los mil 200 kilos. Varas necesitaba financiamiento y un intermediario que lo vendiera. Muñoz sumó a dos amigos y entre todos pagaron la operación: más de 100 millones de pesos. Luego hicieron una sociedad y contactaron a Farías.

De las escuchas telefónicas se infiere que el negocio, a sugerencia de Farías, funcionaría así: Varas viajaría a Miami, desde donde tomaría un avión privado hasta Medellín para luego seguir con el oro a Chile. En el aeropuerto, él tomaría la carga y, sin sacarla del terminal, procedería a embarcarla a Emiratos Árabes unidos, como si se tratase de una 'reexportación'. Este plan era distinto al inicial. Al principio estaba previsto cambiar el origen del oro, para que en Dubai creyeran que era chileno, tal como lo había hecho con los anteriores cargamentos. Aquello tenía una lógica operativa. Como generalmente el oro que compraba no tenía trazabilidad, Farías disimulaba su origen a través de facturas ideológicamente falsas de pequeñas empresas chilenas dedicadas al rubro.

La ganancia más importante provenía de su comisión, de lo que quedaba entre el valor de compra y el de venta. Tenía una fórmula. Calculaba el precio que el oro tenía en la Bolsa de Metales de Londres y le restaba el 12%. Si había que pagarle a un intermediario subía a 15%. Su tarifa más baja era un 8%. 'No me muevo por menos', solía decir. Desde que había comenzado la pandemia, sin embargo, aquella frase había dejado de ser una norma taxativa. La inestabilidad del mercado, por las fronteras cerradas y las cuarentenas, habían hecho de éste un negocio impredecible. Así de fluctuante: en abril de 2020, por ejemplo, Farías no registró envíos y al mes siguiente declaró un millón de dólares.

Los mil 200 kilos eran su esperanza para solucionar los problemas de flujo que amenazaban el trato que tenía con Dubai. Para comprar el oro, Emperesse Billions LLC le había facilitado un préstamo que, de no haber movimientos continuos, tendría que devolver. En junio de 2020, mientras se despejaba el camino del oro colombiano, su familia se cuadró detrás de una sola misión: conseguir todo el mineral que estuviese disponible en Chile. Para eso, Gonzalo Farías y María Donoso, su esposa, tenían pensado irse a vivir por unas semanas a La Serena y desde ahí salir a comprar la producción de los pirquineros de la región de Coquimbo. Por esos días, Donoso le manifestó su preocupación a un amigo.

Escucha telefónica, 12 de junio de 2020.

María Donoso: 'Nosotros llevamos tres semanas parados, sin poder trabajar. De allá de afuera nos están reclamando y ese es nuestro problema porque la plata es de ellos, no es nuestra. Entonces, si no le damos vuelta, a nosotros quizás nos digan, ‘venga pa acá po' y eso es lo que no nos conviene (…) A nosotros nos interesa tener vivo el negocio, porque si no ahí sí que nos vamos a la B'.

Para no 'descender' de categoría, Farías activó una red de proveedores nacionales. Recibía llamados con ofertas todos los días, comprada al gramo y al kilo, y luego fundía el material en un horno que tenía en su casa en Lo Barnechea. En agosto se trasladó a Cachagua, a una propiedad que arrendó en $1.400.000. Se movía por Andacollo, Illapel, Punitaqui y Ovalle, y gran parte de sus negocios los cerraba en una bencinera de Los Vilos.

A partir de julio de 2020, sus envíos comenzaron a bajar. Ese mes declaró exportaciones por 666 mil dólares, en agosto por 540 mil y en septiembre nuevamente cero. Para entonces, el oro de Colombia aún no llegaba y la historia de su procedencia había cambiado sospechosamente. Marco Varas le había dicho a Jermain Muñoz que la mercancía no era de su propiedad, sino que de 'otras personas muy peligrosas', que estaba arriesgando su vida y la de su familia y que había tenido que pagarle a unos militares para que custodiaran la carga. Con los días Muñoz se convenció de que todas las excusas eran inverosímiles y que lo habían estafado. La muestra más evidente fue la constatación de que la empresa que decían tener en Estados Unidos, en verdad estaba registrada en Providencia. Varas dejó de contestarle el teléfono. Farías, que se había ilusionado con los mil 200 kilos, cambió rápidamente de plan. Como no había metido plata, no perdió nada. El negocio era así, estaba lleno de charlatanes. Ya se lo había dicho alguna vez al propio Muñoz: 'Los intermediarios siempre complican la operación'.

—Estos gallos son buenos para blufear y otros son intermediarios, de los intermediarios, porque todos quieren cortar algo —explica Jhonny Fica, jefe de la Brigada Investigadora de Lavado de Activos.

Jermain Muñoz perdió la calma. Evaluó una demanda civil, una penal, denunciarlo en la prensa, hablar con un amigo detective para que les metiera presión y hasta contactó a un 'matón' para que fuera a hacerle una 'apretada suave'. Sería el inicio de una mala racha que lo llevaría casi a la quiebra. Para salir a flote, el 26 de octubre de 2020, Muñoz viajó a Miami para comprar un kilo de platino, quería venderle una parte a Farías y el resto para su joyería, pero se hundió más. Intentó ingresar la mercancía a Chile por el aeropuerto sin declararlo y como la PDI escuchaba todo lo que decía, Aduanas lo detuvo el 31 de octubre.

Escucha telefónica, 1 de noviembre de 2020.

Jermain Muñoz habla con su padre: 'Me fue mal en la wea, en el negocio que estaba haciendo, el chuchesumadre de la Aduana… no sé, yo creo que presentó los papeles a última hora y al weón le rechazaron la wea y cuando llegué acá a Chile traté de pasar la wea a la mala y me cacharon'.

La fiscalía requisó el platino, que tenía un valor de 27 millones de pesos, y abrió una causa por contrabando y lavado de activos.

Las malas noticias llegaron juntas. Ambas el 21 de enero de 2021. Esa mañana, Gonzalo Farías hijo habló con su contraparte en Dubai, un hombre al que llamaba Jobie, para contarle que venía llegando de visitar un proyecto minero en Llay Llay, del que esperaban obtener 10 kilos mensuales. En Dubai, sin embargo, no estaban para promesas. Jobie le advirtió que para ellos 'Sudamérica' ya no tenía 'un estándar homogéneo' de producción: 'Es probable que se pierda la cuenta y tengan que devolver el crédito', le dijo.

Esa misma mañana, su padre recibió una notificación del Servicio de Impuestos Internos (SII). En el contexto de una recopilación de antecedentes, le pedían justificar el pago de facturas de cinco proveedores de oro, todos vinculados a las exportaciones. Farías padre llamó a un amigo abogado, experto en materia tributaria, y su respuesta lo dejó preocupado. Si te buscan de Teatinos —le dijo—es algo más profundo. Por 'Teatinos' se refería a la casa central del SII, donde operaba la Subdivisión Jurídica, que veía casos a nivel nacional. Una semana más tarde, habló del problema con su señora: 'Tuve una reunión con el abogado y fue medio carnicero (…) primero hay que cambiar el barquito, o sea, Isidora Metals hay que dejarla ahí reposar y levantar otra'.

Es decir, una nueva sociedad que estuviese a nombre de su esposa y su hija, y a través de ella continuar con las exportaciones. Farías y su señora sacaron cuentas del oro que tenían a mano. Siempre pensando en Dubai. Si la planta de Llay Llay comenzaba su operación, los 10 kilos generarían ventas por 600 mil dólares al mes, de los cuales les correspondía el 5%, que equivalía a 22 millones de pesos. Con eso le alcanza para pagar el sueldo a su hijo, su hija, los gastos de la casa de Lo Barnechea, para vivir e incluso quedaría capital de trabajo: 'Son 10 millones que tenemos todos los meses, hay que tomársela con Andina', continuó.

El 21 de abril de 2021, los Farías le cambiaron el nombre a Sociedad de Inversiones Grupo EFAD por el de Comercial María José Farías Donoso EIRL, como se llama la hija, que quedó como única socia. Una semana después modificaron nuevamente el nombre por el de Compañía Minera Santa Cruz, donde se sumó como socia la madre. El SII había bloqueado a Isidora Metals para hacer negocios, impidiéndoles exportar. Según un informe de los fiscalizadores, desde noviembre de 2018 a noviembre de 2020, la empresa había acumulado envíos equivalentes a 16 mil 600 millones de pesos y había solicitado devoluciones de IVA exportador, 'de manera fraudulenta', por 2 mil millones 899 mil pesos. Todo esto, para justificar los 503 kilos de oro que habían terminado en Dubai.

—El IVA no era un costo para él, era una utilidad, porque nunca lo pagó —agrega Johnny Fica, de la PDI.

Las sospechas de delito tributario estaban fundadas en la siguiente teoría: el oro, de origen extranjero, había sido legalizado mediante facturas ideológicamente falsas, 'ocultando, disimulando y blanqueando su origen legal'. Durante aquellos meses, la PDI escuchó cómo los Farías y los proveedores locales se ponían de acuerdo para entregar una versión coordinada al SII. Mientras tanto, volvieron al ruedo local. Vendían en Chile todo lo que antes terminaba en Dubai. Al principio, solo oro de proveedores nacionales, hasta que el 30 de junio de este año, le llegó una oferta de oro boliviano, extraído de la frontera con Brasil, muy cerca del Amazona.

Todo el negocio se preparaba en Iquique. Irfan Alí, un pakistaní de 33 años, que trabajaba en la Zona Franca, era el financista de la operación; Sandra Silva, su secretaria, era la encargada de traerlo a Chile; y Patricia Ortiz, la intermediaria de Farías. 'Ellos compraron tres minas que están sacando 2 o 3 kilos de oro a la semana', le dijo Ortiz a Farías cuando le habló del negocio.

Los Farías rápidamente controlaron el mercado local, si hasta Jermaín Muñoz, que en un principio había pretendido venderles, terminó comprando.

Escucha del 3 de agosto de 2021.

Gonzalo Farías habla con su hijo: 'El Jermaín se llevó un kilo y quiere otro para el lunes. Está funcionando la maquinita, po weón… Nosotros ya nos metimos en el mercado, o sea a la mamá la están llamando los mismos weones que le vendió la semana pasada, se están repitiendo casi todos'.

La primera entrega del oro boliviano aumentó las expectativas. El 25 de agosto, Alí y su secretaria viajaron a Santiago para reunirse en la oficina de Isidora Metals y ahí hicieron el intercambio: 2 kilos de oro en 100 millones de pesos. Por esos días, la PDI envió al fiscal un informe de 300 páginas, en el que argumentaba cada uno de los delitos que habían cometido las 35 personas investigadas. Las primeras 80 páginas estaban dedicadas a los Farías. Una historia que comenzaba con los mil 200 kilos de oro colombiano, que nunca ingresaron a Chile, y que terminaba en los 2 kilos de Alí. El auge y la caída: los acusaban de asociación ilícita, contrabando, lavado de activos y declaración maliciosamente falsa de exportaciones.

A comienzos de septiembre, Alí le entregó seis kilos más a Farías en Antofagasta y a fines de ese mes, en la víspera de un nuevo cargamento de siete kilos que ya estaban en su oficina de Iquique, la PDI realizó un allanamiento masivo y simultáneo en varias regiones. A todo el grupo les incautaron 69 kilos de oro,12 mil millones de pesos en efectivo, autos de lujo y hornos para fundir minerales. 'El cartel del oro', le puso la prensa; 'Operación Rey Midas', la PDI. Hubo que disponer de dos buses para trasladar a los imputados al tribunal. Solo tres quedaron con prisión preventiva después de la audiencia de formalización, entre ellos Gonzalo Farías. El juez consideró que, pese a no ser un peligro para la sociedad, su libertad amenazaba el avance de la investigación.

—Farías es uno de los líderes de esta organización, que es una alianza criminal para la exportación de oro de contrabando. Cada cual tenía un negocio 'familiar', pero dentro de dicha dinámica ellos se aliaban para que la organización en su conjunto pudiese funcionar (…) Descartando los grandes grupos mineros, Farías era de los mayores exportadores en Chile —explica Eduardo Baeza, fiscal a cargo de la investigación.

El caso tiene 21 tomos, decenas de informes policiales y cientos de horas de conversaciones telefónicas. Pese a la evidencia, hace una semana, los tres imputados que permanecían presos, abandonaron la cárcel a la espera del juicio. Intentamos comunicarnos con Gonzalo Farías, pero no quiso dar entrevista. El peritaje social que su defensa presentó para argumentar el cambio de medida cautelar, lo describe como una persona afable, con buenas relaciones sociales,respetuoso, trabajador, proveedor de su familia, protector de sus hijos y su esposa, y responsable con las tareas del hogar y la vida cotidiana. En términos personales 'manifiesta vergüenza' y refiere 'aprendizaje de errores cometidos'. Tras la detención, la incautación y el congelamiento de los bienes familiares, dice el documento, los Farías han comenzado a depender económicamente de las ayudas de amigos y parientes.

Están en la B.


Recuadro
'Resulta inverosímil que las barras que exporta Isidora Metals tengan el origen que declaran', dice el informe de Aduana.

Desde noviembre de 2018 a noviembre de 2020, la empresa Isidora Metals había acumulado envíos (a Dubai) por 16 mil 600 millones de pesos.

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POR JORGE ROJAS-