Pais: Chile
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Región: Metropolitana de Santiago
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Fecha: 2021-09-03
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Tipo: Prensa Escrita
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Página(s): C8
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Sección: Nacional
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Centimetraje: 30x21
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Pie de Imagen
Jhoseline Rodríguez (34) lidia con el duelo de perder familiares en Venezuela.
Rosalba Laya (70) se recupera del covid-19 y sus trombos.
Miguel Sandoval (30) aún tiene secuelas tras haber estado internado un mes.
Hoy se cumplen 18 meses de la confirmación del primer caso en Chile
Testimonios de pacientes y familiares de víctimas del covid-19: “Nos cambió la vida”
Recuperándose de las secuelas o viviendo el duelo de sus familiares, afectados de cerca por la pandemia cuentan cómo a un año y medio de la emergencia sanitaria el virus los transformó.
Hace 18 meses se confirmó el primer caso de covid-19 en Chile. Y en ese marco, pacientes y familiares de víctimas de la pandemia cuentan a 'El Mercurio' cómo cambió sus vidas tras la llegada del virus.
En febrero de este año, Miguel Sandoval (30) se contagió, estuvo internado por un mes y una semana con ventilación mecánica. Cuenta que aún tiene secuelas del virus: 'Perdí el gusto y el olfato, yo creo que más del 60%, me cuesta mucho percibir sabores y olores'. Agrega que todavía se cansa con facilidad, 'incluso lavando loza'. También quedó con espasmos musculares que lo despertaban en las noches y su memoria se vio perjudicada: 'Al principio no recordaba mi RUT, mi dirección, ni sabía quién era mi familia. Ahora se me olvida lo que leí hace un minuto'.
A siete meses de su diagnóstico, trata de retomar su vida cotidiana y reconoce que con el tiempo 'uno le va tomando el peso a lo que vivió (…). Ahora no puedo estar más de una semana sin hablar con mi familia'. Y confiesa que quiere 'aprovechar todo lo que no hice antes. Es ahora o nunca'.
Rosalba Laya (70) también sufrió las consecuencias del virus y estuvo hospitalizada el año pasado en la Asistencia Pública por dos trombos. Recuerda que su doctora le indicó que 'tenía que tener la pierna en alto y no podía moverme, porque tenía otro trombo que se me podía ir para los pulmones, el corazón o la cabeza (...), y me podía dar un derrame'.
Cuando se mejoró, continuó el tratamiento en su hogar: 'Venían médicos y enfermeras a sacarme la sangre y darme el tratamiento (…). Cuando me mejoré, seguí con pastillas que todavía tomo'. Para evitar que se le generen coágulos, dice que ahora tiene una vida más activa, con caminatas diarias. A las personas que no creen en la pandemia y sus consecuencias les dice que 'el covid se ha llevado a tanta gente que se tiene que tener mucho cuidado (…). No entiendo cómo todavía queda tanta gente sin vacunar'.
A la distancia
También hay afectados que, aunque no se contagiaron, sufrieron la muerte de algunos de sus familiares.
Marianela Viloria (64) enviudó el año pasado. Su esposo, el pediatra Miguel Viso (63), trabajó en el Hospital de Carabineros, en el Sótero del Río y en una clínica de Puente Alto. Un día de junio de 2020, en pleno peak de la pandemia, recuerda que su marido llegó a la casa sintiéndose mal: 'Él venía viendo a mucho paciente con covid, que los niños no tienen síntomas, pero tienen el virus y sus padres también'. Un PCR confirmó el diagnóstico, hasta que 'un día se sentía muy mal y tuvimos que hospitalizarlo', recuerda su esposa. Ingresó a la clínica el 5 de junio y falleció el 12 de agosto, después de un mes intubado.
'La vida nos cambió', dice Marianela, quien detalla que 'fueron dos meses de agonía con él hospitalizado y sin poder ir a verlo'.
La viuda del pediatra reconoce que 'fue muy duro. Y de verdad no entiendo a la gente que dice que no se va a poner la vacuna (...). La ignorancia es demasiado grande'. Y añade que su marido era sano: 'Era deportista, trotaba en maratones. Si él se hubiese vacunado, te aseguro que no le habría pasado nada, pero no existía en ese momento'.
En menos de un mes, entre marzo y abril de este año, la venezolana Jhoseline Rodríguez (34) perdió a su padre y a su abuela materna por el covid-19 en su país de origen. Hace tres años y medio que vive en Chile y dice que 'fue el mes más horrible de mi vida (…). Fue un estrés que lo recuerdo y es asfixiante'. Dice que sufrió por la distancia, pero reconoce que en Venezuela habría sido el mismo escenario: 'La culpa siempre te acompaña por no haber estado. Y a mi tía, que estaba con mi abuela, le pasó exactamente lo mismo. Eso es lo horrible del covid, que te aleja aun estando cerca'. Dice que aún lidia con el duelo: 'Le repetía a mi psicóloga: ‘No lo puedo creer, lo cuento, pero siento que solo son días en que mi papá no me habla, y cuando yo vaya a Venezuela él va a estar allá''. Y relata: 'Cuando mi papá se enfermó, nosotros recibimos nuestra primera dosis (de vacuna), y yo le decía a mi esposo: ‘Diera mi vida para que el que se hubiese puesto la vacuna fuese mi papá y no yo' (...). Por responsabilidad tú, que tienes el acceso (a la vacunación), deberías hacerlo'.
Recuadro
Decesos
Hasta ayer, el Ministerio de Salud reportaba 36.995 fallecidos por covid-19 en el país.
Pie de pagina
Manuel Hernández e Isadora Vargas -
Nex Prensa Escrita
Hoy se cumplen 18 meses de la confirmación del primer caso en Chile
Testimonios de pacientes y familiares de víctimas del covid-19: “Nos cambió la vida”
Recuperándose de las secuelas o viviendo el duelo de sus familiares, afectados de cerca por la pandemia cuentan cómo a un año y medio de la emergencia sanitaria el virus los transformó.
Hace 18 meses se confirmó el primer caso de covid-19 en Chile. Y en ese marco, pacientes y familiares de víctimas de la pandemia cuentan a 'El Mercurio' cómo cambió sus vidas tras la llegada del virus.
En febrero de este año, Miguel Sandoval (30) se contagió, estuvo internado por un mes y una semana con ventilación mecánica. Cuenta que aún tiene secuelas del virus: 'Perdí el gusto y el olfato, yo creo que más del 60%, me cuesta mucho percibir sabores y olores'. Agrega que todavía se cansa con facilidad, 'incluso lavando loza'. También quedó con espasmos musculares que lo despertaban en las noches y su memoria se vio perjudicada: 'Al principio no recordaba mi RUT, mi dirección, ni sabía quién era mi familia. Ahora se me olvida lo que leí hace un minuto'.
A siete meses de su diagnóstico, trata de retomar su vida cotidiana y reconoce que con el tiempo 'uno le va tomando el peso a lo que vivió (…). Ahora no puedo estar más de una semana sin hablar con mi familia'. Y confiesa que quiere 'aprovechar todo lo que no hice antes. Es ahora o nunca'.
Rosalba Laya (70) también sufrió las consecuencias del virus y estuvo hospitalizada el año pasado en la Asistencia Pública por dos trombos. Recuerda que su doctora le indicó que 'tenía que tener la pierna en alto y no podía moverme, porque tenía otro trombo que se me podía ir para los pulmones, el corazón o la cabeza (...), y me podía dar un derrame'.
Cuando se mejoró, continuó el tratamiento en su hogar: 'Venían médicos y enfermeras a sacarme la sangre y darme el tratamiento (…). Cuando me mejoré, seguí con pastillas que todavía tomo'. Para evitar que se le generen coágulos, dice que ahora tiene una vida más activa, con caminatas diarias. A las personas que no creen en la pandemia y sus consecuencias les dice que 'el covid se ha llevado a tanta gente que se tiene que tener mucho cuidado (…). No entiendo cómo todavía queda tanta gente sin vacunar'.
A la distancia
También hay afectados que, aunque no se contagiaron, sufrieron la muerte de algunos de sus familiares.
Marianela Viloria (64) enviudó el año pasado. Su esposo, el pediatra Miguel Viso (63), trabajó en el Hospital de Carabineros, en el Sótero del Río y en una clínica de Puente Alto. Un día de junio de 2020, en pleno peak de la pandemia, recuerda que su marido llegó a la casa sintiéndose mal: 'Él venía viendo a mucho paciente con covid, que los niños no tienen síntomas, pero tienen el virus y sus padres también'. Un PCR confirmó el diagnóstico, hasta que 'un día se sentía muy mal y tuvimos que hospitalizarlo', recuerda su esposa. Ingresó a la clínica el 5 de junio y falleció el 12 de agosto, después de un mes intubado.
'La vida nos cambió', dice Marianela, quien detalla que 'fueron dos meses de agonía con él hospitalizado y sin poder ir a verlo'.
La viuda del pediatra reconoce que 'fue muy duro. Y de verdad no entiendo a la gente que dice que no se va a poner la vacuna (...). La ignorancia es demasiado grande'. Y añade que su marido era sano: 'Era deportista, trotaba en maratones. Si él se hubiese vacunado, te aseguro que no le habría pasado nada, pero no existía en ese momento'.
En menos de un mes, entre marzo y abril de este año, la venezolana Jhoseline Rodríguez (34) perdió a su padre y a su abuela materna por el covid-19 en su país de origen. Hace tres años y medio que vive en Chile y dice que 'fue el mes más horrible de mi vida (…). Fue un estrés que lo recuerdo y es asfixiante'. Dice que sufrió por la distancia, pero reconoce que en Venezuela habría sido el mismo escenario: 'La culpa siempre te acompaña por no haber estado. Y a mi tía, que estaba con mi abuela, le pasó exactamente lo mismo. Eso es lo horrible del covid, que te aleja aun estando cerca'. Dice que aún lidia con el duelo: 'Le repetía a mi psicóloga: ‘No lo puedo creer, lo cuento, pero siento que solo son días en que mi papá no me habla, y cuando yo vaya a Venezuela él va a estar allá''. Y relata: 'Cuando mi papá se enfermó, nosotros recibimos nuestra primera dosis (de vacuna), y yo le decía a mi esposo: ‘Diera mi vida para que el que se hubiese puesto la vacuna fuese mi papá y no yo' (...). Por responsabilidad tú, que tienes el acceso (a la vacunación), deberías hacerlo'.
Decesos
Hasta ayer, el Ministerio de Salud reportaba 36.995 fallecidos por covid-19 en el país.
Pais: Chile
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Región: Metropolitana de Santiago
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Fecha: 2021-09-03
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Tipo: Prensa Escrita
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Página(s): C8
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Sección: Nacional
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Centimetraje: 30x21
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