Al proceso de inmunización nacional contra el covid-19 se suma un nuevo hito: desde hoy, los estudiantes de entre 6 y 11 años tendrán la posibilidad de ser inoculados contra el virus en sus colegios. En este segmento etario se utilizará la fórmula del laboratorio chino Sinovac, que fue aprobada para esta población por el Instituto de Salud Pública.

La seremi de Salud, Helga Balich, afirma que 'la evidencia muestra que los niños, si bien muchas veces en un porcentaje importante no presentan síntomas, sí pueden contagiar. Entonces, la vacunación de ellos es muy importante para cortar la cadena de transmisión y proteger a los grupos de riesgo'.

Añade que 'los niños pueden enfermar y esta vacuna los protege de desarrollar la enfermedad, y de otras más graves (...). Llamamos a los padres a cooperar, a firmar el consentimiento para que los niños se vacunen, porque de esta forma podemos contribuir al control de la pandemia'.

En ese sentido, el ministro de Educación, Raúl Figueroa, señala que el proceso contempla la coordinación de los establecimientos con los municipios y la autoridad sanitaria. Y reitera el llamado a los apoderados a permitir que sus hijos sean inoculados: 'Es muy importante que los padres colaboren entregando su consentimiento porque es en beneficio de sus niños y de las comunidades educativas que se está haciendo este enorme esfuerzo'.

Acerca del caso de padres que no quieran vacunar a sus hijos, el secretario de Estado enfatiza: 'Todos los niños tienen el derecho de asistir a clases. Y siendo la vacuna voluntaria, la falta de ella no puede ser un obstáculo para esa presencialidad. Pero quiero insistir: es importantísimo que los adultos tengamos plena conciencia del aporte que significa este proceso de vacunación para darles mayor seguridad a sus propios hijos. Por lo tanto, creemos que es muy importante estar informado adecuadamente respecto de los beneficios de la vacuna'.

Recomendaciones

Previendo que distintas familias descarten inocular a sus hijos, expertos afirman que la inmunización en este grupo generará disensos en el mundo escolar y podría complicar la convivencia en las aulas.

Paulo Volante, académico de la Facultad de Educación de la U. Católica, asegura que el proceso 'va a producir tensiones: aquí está en juego la salud, no solo del propio hijo o pupilo, sino que del grupo. Y ya hemos visto casos en que la conducta individual de un estudiante o la familia tiene consecuencias en la presencialidad o clausura de actividades presenciales en las escuelas'. Y añade que 'ningún niño puede ser marginado de su derecho a la educación en ninguna forma. Entonces, lo que las escuelas van a tener que hacer, como ocurre en muchas otras instancias en que son exigidas a un sinnúmero de demandas (…), es armonizar'.

Coincide Pía Turner, encargada de proyectos de Acción Educar. Plantea que a pesar de que se deben hacer todos los esfuerzos posibles para que cada niño reciba su vacuna, 'no se debe olvidar que esta es una decisión de los padres, y los estudiantes no pueden ser discriminados por ella'. Eso sí, es optimista acerca de la adherencia de los apoderados a otorgar el consentimiento para vacunar a sus hijos, dado el año y medio de emergencia sanitaria.

Para optimizar la participación, sugiere 'reforzar las estrategias locales, empoderando el rol de actores locales en quienes las familias confíen y usando múltiples canales de comunicación'.

Con ese foco, Jorge Ibáñez, subdirector de política educativa de Educación 2020, plantea que la reticencia a no vacunar a los menores podría deberse también a 'imposibilidad médica o fuerte arraigo a creencias personales'.

De hecho, según una encuesta publicada en julio por esta organización, 71% de los apoderados señalaba estar dispuesto a vacunar a su hijo, un 19% que tal vez lo haría y un 10% afirmaba que no.

En ese sentido, Ibáñez destaca que la recomendación es a que todos los menores sean vacunados y los establecimientos brinden la mayor información disponible. Así, enfatiza la necesidad de que los colegios 'construyan confianzas con la familia, que se den espacios de diálogo que les permitan entregar seguridad, y que mantengan las medidas rigurosas de protección y cuidado, independientemente de la vacuna. En el fondo, el apego de las medidas sanitarias tiene que seguir siendo el mismo, con o sin vacuna'. Concluye que la dinámica desarrollada entre los adultos debe ser un ejemplo para los niños, 'proveyendo el respeto y la inclusión, previniendo discriminaciones y generando espacios de reflexión'.