Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2021-11-20
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   10
Sección:   
Centimetraje:   34x27
La Tercera
¿Cuál es el balance que se hace de la Cop26 realizada en Glasgow?
El objetivo de la Cumbre de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático desarrollada en Escocia era llegar a acuerdos que permitieran avanzar hacia la meta de que al 2100 no se excediera un incremento de 1,5 ° C de la temperatura en relación a la era preindustrial -una urgencia que el informe del IPCC publicado en agosto hizo más acuciante-, y sus resultados son objeto del análisis de los especialistas.
El compromiso de los países presentado en sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) a la fecha no es suficiente. Esto no nos puede dejar contentos ni satisfechos. De acuerdo con los análisis que entrega la organización Climate Action Tracker (una organización que realiza un análisis crítico de los compromisos), si sumamos las metas que se han autoimpuesto al año 2030, tendríamos un aumento en los niveles de temperatura de 2,4 °C a fines de siglo, muy por sobre el compromiso de 1,5 °C.

Sin perjuicio de lo anterior, hay varios hitos positivos importantes:

Eliminación gradual de la energía generada con carbón: Se indica la necesidad de acelerar la eliminación de energía generada con carbón y eliminación gradual de los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles. Pese a que el texto original (modificado a instancias de India y China) indicaba una eliminación completa de este combustible, se destaca que por primera vez en una decisión de la COP se mencione explícitamente la eliminación de esta fuente de emisión de CO2.

Fin a la deforestación: Más de 100 países (representando más del 85% de los bosques del mundo) han prometido poner fin y revertir la deforestación hacia el año 2030. La promesa incluye casi US$19,2 mil millones de fondos públicos y privados para poder llevarla a cabo.

Transición a vehículos con cero emisiones: Veinticuatro países y un grupo de fabricantes de automóviles líderes se han comprometido a poner fin a la era de los vehículos propulsados por combustibles fósiles para 2040 "o antes". El acuerdo involucra también a numerosas ciudades y gobiernos regionales, como Nueva York, Londres y Barcelona.

Limita emisiones de metano: Más de 100 países se sumaron al Compromiso Global de Metano que busca limitar las emisiones de este gas de efecto invernadero (el segundo en importancia después del CO2) en un 30% en comparación con los niveles de 2020.

Cierre del libro de reglas del Acuerdo de París: Uno de los aspectos más positivos es la aprobación del reglamento del Acuerdo de París. Destaca el acuerdo en las exigencias en los protocolos de transparencia requeridos en el reporte de los avances en compromisos de reducción de emisiones y de adaptación. También destaca el acuerdo en las reglas para poder transitar, sin generar doble contabilidad o reducción en las ambiciones, hacia mercados de carbono. Después de seis años, por fin nos acercamos hacia la implementación a cabalidad del Acuerdo de París.

Acuerdo entre China y EE.UU.: Finalmente el acuerdo logrado entre China y EE.UU., los principales emisores de gases de efecto invernadero, respecto de acelerar la implementación de la acción climática en esta década, es otro de los grandes hitos positivos de la COP26.

En síntesis, como toda negociación internacional se puede decir que esta COP26 tuvo luces y sombras. Mirando el vaso medio lleno es importante destacar estas luces que muestran algo de optimismo hacia el futuro. Todavía no estamos en un mundo donde controlamos el aumento de temperatura a 1,5°C, pero en Glasgow dimos un paso en la dirección correcta.

Mayores esperanzas en el plano local
Por Ezio Costa Director ejecutivo ONG FIMA

La COP es un evento del cual se espera todo y nada a la vez. El nivel de urgencia que existe por superar la crisis climática y ecológica es altísimo y se hace sentir en las calles y las redes. Por otro lado, las posibilidades fácticas de llegar a acuerdos consensuados y ambiciosos a nivel global es baja.

Una de las disonancias más grande entre la cumbre y las urgencias ciudadanas dice relación con la mirada sistémica de la crisis. Mientras sabemos que su causa está en no prever adecuadamente los impactos ambientales de nuestras acciones y explotar el planeta por sobre sus límites, una buena parte de las soluciones propuestas, pretende mantener el actual ritmo de explotación de la Tierra.

La necesidad de consenso hace que, teóricamente, ese tipo de acciones sean más fáciles de acordar, pues no hay disposición por parte de los gobiernos, a hacer una reflexión más profunda. Adicionalmente, marcan una pauta más sencilla para la inversión, haciendo más probable un apoyo de grandes empresas, cuestión muy visible en los pabellones de la COP26. En este sentido, el compromiso de neutralidad en lugar de reducción, que pone el acento en la tecnología por sobre la política y la regulación, ha sido clave en atraerlos y también en alejar a la sociedad civil, que acusa la falsedad e inutilidad de dichas acciones.

Pero incluso con estas estrategias de mínimos, existen países cuya labor es retrasar la acción climática y quitar de ella toda mención a posibilidades de reparación para las personas y países más dañados y a la necesidad de respeto a los derechos humanos al momento de hacer frente a la crisis.

Pero es esa misma condición la que propició uno de los grandes aciertos del Acuerdo de París, como son las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC); compromisos voluntarios que cada país toma para cumplir con sus metas de reducción de gases de efecto invernadero. Finalmente, son esos compromisos los que marcan la acción climática, siendo que los acuerdos de las COP funcionan solo como pisos mínimos.

Por lo mismo, aunque el piso sea muy bajo, los países pueden comprometerse a mucho más. Los NDC le devuelven la responsabilidad a los estados para tomar acciones reales y urgentes. Así, entonces, Arabia Saudita puede bloquear la mención a los derechos humanos o India impedir que se acuerde el fin del carbón, pero no pueden evitar que otros países se comprometan a ello y de esa forma le pongan presión al espacio multilateral.

En Chile se ha ido trazando un camino con pasos claros: (i) darle fuerza a las NDC a través de una buena ley de cambio climático, (ii) acelerar el cierre de termoeléctricas y la prohibición de nuevas centrales de este tipo, así como de la explotación del carbón, (iii) darle contenido a las declaraciones regionales y comunales de emergencia climática y (v) acordar una Constitución ecológica que incorpore la variable climática.

La COP26 no tuvo grandes resultados y es comprensible la desazón por que no se lograran acuerdos más ambiciosos. Pero, mientras se debe seguir trabajando a nivel multilateral, hay muchas cosas que hacer por el bienestar nuestro y de las generaciones futuras. Entre ellas y en especial en estos días, contribuir en elegir gobiernos que hagan frente a la crisis y no darle espacio al negacionismo que va de la mano de proyectos políticos trasnochados e irresponsables.

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