Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2021-11-25
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   9
Sección:   Opiniones
Centimetraje:   16x18
La Segunda
¿Qué tiene que pasar?
Los últimos años el movimiento feminista ha adquirido una fuerza sin precedentes. La demanda por una sociedad más justa y menos machista ha remecido y cuestionado nuestra forma de relacionarnos en distintos escenarios. En este contexto, economistas, psicólogas, sociólogas y cientistas políticos, entre otras, han producido dato tras dato sobre la inequidad, violencia y brecha de género que existe en nuestro país.

Sabemos que las mujeres ganamos un 30% menos que los hombres por realizar el mismo trabajo. Nos informa el Banco Central que el trabajo doméstico no remunerado femenino corresponde al 17,5% del Producto Interno Bruto (PBI). Es la rama de actividad económica que más produce; superando la productividad del sector financiero y empresarial (10,6%), de servicios personales (9%) y también del comercio, restoranes y hoteles (8,1%). Es fácil deducir que por limpiar la casa aportamos más a la economía que un broker de la bolsa.

Conocemos por el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género que durante 2020 se cometieron 43 femicidios en Chile. Es casi una mujer a la semana. Y sabemos que las mujeres que viven con una pareja tienen más probabilidades de ser agredidas, violadas y asesinadas que aquellas que no conviven con un hombre.

No nos llaman la atención muertes de una violencia impactante, como ataques con objetos contundentes o puñaladas. Pasan a ser una estadística más. No reparamos en que la mayoría de las mujeres asesinadas habían denunciado previamente a su agresor. Solo constatamos que el sistema judicial falla en protegernos. Sabemos también que 84% de los hombres no paga la pensión alimenticia, pasando así la carga económica de los hijos a las mujeres.

El punto es, ¿y qué? ¿Qué se hace con toda esta información? ¿Realmente importa? Sabemos harto, pero no es tan claro cuánto nos importa. O, al menos, no nos irrita lo suficiente para movilizar cambios políticos, culturales, sociales y económicos que estén a la altura de la complejidad del problema. Son números que se trivializan y nombres que se olvidan.

Me pregunto, ¿qué tiene que pasar para que estos datos nos importen? ¿Para que se transformen en acciones que efectivamente impacten en la vida cotidiana de las mujeres? Contar muertes, sueldos y horas de trabajo no pagado, ha mostrado tener un poder limitado. Necesitamos nuevas y creativas formas de denunciar, condenar y superar la violencia de género.


Recuadro
'Contar muertes, sueldos y horas de trabajo no pagado ha mostrado tener un poder limitado. Necesitamos nuevas y creativas formas de superar la violencia de género'.

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M. Alejandra Energici-