Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2021-12-13
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   9
Sección:   Opiniones
Centimetraje:   14x19
La Segunda
Chiloé
En 2005, las reliquias bomberiles de Castro, Ancud, Quemchi y Curaco fueron declaradas Monumento Histórico. Como consta en el decreto de esa declaración, a inicios del siglo XIX el gobernador de Chiloé ordenó que las personas mantuvieran en sus viviendas 'un odre lleno de agua para atacar el fuego en caso de incendio'. Aunque el primer cuerpo de bomberos nació en Valparaíso, los inicios institucionales del combate al fuego tienen su origen en el archipiélago.

Como una metáfora cruel de la historia, el incendio ocurrido por estos días en Castro, que afectó a más de 140 casas, y el de su bahía que comprometió a seis palafitos —que demandan protección patrimonial hace años—, dieron cuenta de la precariedad para abordar los incendios en esa zona, pero sobre todo los problemas de acceso a agua para combatirlos, produciendo frustración en todos los que desesperadamente buscaban hacer algo. La situación es preocupante no solo porque en el primer caso su origen estaría en un acto negligente; también por las debilidades institucionales que quedaron en evidencia. Las imágenes áreas de este desastre, transmitidas por televisión, hicieron recordar tragedias como la del cerro La Cruz en Valparaíso, Santa Olga en Constitución y La Gloria en Pumanque: años de esfuerzo destruidos en minutos, historias y recuerdos consumidos ante miradas impotentes.

A días de una elección presidencial en que la mala fe y el juego sucio se han tomado el debate, lo ocurrido en Castro revela con nitidez las vulnerabilidades actuales y las complejidades del futuro. Esos incendios nos hablan de los efectos del aislamiento territorial; del centralismo en la discusión pública; de que el voluntariado —por más noble que suponga su existencia— no puede sustituir a labores permanentes del Estado; de que la adaptación climática es imperativa y quien lo pone en duda actúa como un verdadero negacionista; de que los desastres son parte de nuestra vida cotidiana y de que la tragedia que afecta a las familias en momentos como estos no se soluciona con simple filantropía o interpelando a una solidaridad contingente, porque hay deberes a los cuales todos debemos contribuir de modo permanente.

Como advirtió el Centro del Clima y la Resiliencia en sus informes de 2020 y 2021, los riesgos climáticos vinculados al fuego son devastadores para las comunidades y dejan registros en su memoria colectiva, generando 'profundos sentimientos de duelo asociados a la pérdida de identidad territorial'.

Cuando al final de la época colonial el gobernador de Chiloé impuso la obligación de agua en cada vivienda para combatir incendios, quizá nunca pensó que, más de dos siglos después de su ordenanza, algunas de las precariedades que la justificaron se mantendrían plenamente vigentes.

Recuadro
'A días de la elección, lo ocurrido en Castro revela con nitidez las vulnerabilidades actuales y las complejidades del futuro'.
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Luis Cordero Vega-