Lejano parece aquel año 2007 en que los primeros proyectos eólicos hicieron ingreso a la matriz nacional. En aquel tiempo y aun previo a la crisis subprime, la matriz estaba compuesta fundamentalmente por un fuerte componente hidro/térmico en una proporción 40/60 aproximadamente.

El principal cuestionamiento a la inversión en energía eólica, relacionado a los altos precios de inversión requeridos y la rentabilidad final obtenida, se despejó el año 2014 con los resultados de las licitaciones de suministro a clientes regulados, junto a otros contratos firmados con clientes finales. Luego, siguieron los cuestionamientos respecto a la factibilidad de ser capaces de suministrar energía en base 24/7, es decir, cubrir las carencias de energía en ausencia de viento con un contrato de respaldo o adquisiciones al mercado spot.

Lo cierto es que, a la fecha, la energía eólica cuenta con 2.600 MW de capacidad de energía instalada en el sistema, casi un 10% del parque total, siendo de índole más bien técnica los desafíos que se vislumbran a futuro y que trato de resumir a continuación:

• Límite sistémico de capacidad intermitente: Hoy la factibilidad del ingreso individual de un proyecto eólico no se discute, pero el manejo del sistema ante una entrada masiva de energía intermitente es un tema que no está resuelto a la fecha y que requerirá modernizar la red e introducir tecnología.

• Capacidad de transmisión: Nuestra extensa geografía entrega al país una rica y variada fuente de recursos naturales renovables, intensa radiación solar en el norte, recurso hídrico en el sur y regímenes de vientos costeros y mediterráneos. No obstante, tenemos aún el desafío de transmitir la energía desde la ubicación del recurso. Si bien la ley de transmisión de 2016 faculta la autoridad para la creación de polos de desarrollo que facilitan su incorporación a la red, éstos aún no han sido incorporados en los procesos de planificación energética.

• Avance en los estándares ambientales: Si bien los parques eólicos suelen integrarse de manera armónica al territorio, permitiendo compatibilizar la producción de energía con actividades agrícolas y ganaderas, recientemente hemos sido testigos de problemas de convivencia entre los vecinos de algunas de estas iniciativas y sus desarrolladores. Es por esto que la industria eólica debe seguir avanzando en los estándares ambientales para seguir promoviendo su integración al territorio.

• El factor baterías: Por último, el almacenamiento resulta ser un excelente complemento para aquellos parques eólicos que pueden complementar sus ingresos de venta de energía con el arbitraje y los servicios técnicos que entrega un sistema híbrido de generación eólica y baterías. El marco regulatorio definitivo será clave para entregar los incentivos adecuados para su promoción.

En un mundo que demanda una mayor incorporación de generación de energía de fuentes renovables, el llamado es a abordar estos desafíos desde el mundo privado y público, porque no cabe duda que la energía eólica es y seguirá siendo una de las tecnologías más eficientes para producir energía renovable de forma segura y ambientalmente sostenible.