Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2022-01-11
Tipo:   Suplemento
Página(s):   16-17
Sección:   Suplemento
Centimetraje:   28x42

Pie de Imagen
Gómez, junto a otras artistas, participa en el Festival Paste Up de Vitacura.
El Mercurio - Revista Ya
Bordadora, ceramista, fotógrafa:
Juana Gómez “El arte para mí no podía ser un hobby ”
Como una de los seis artistas que participan en el Festival Paste Up de Vitacura, Gómez emerge con su propuesta multimedial que borra límites. Bordadora en esencia, trabaja con la tierra, estudia anatomía y cerámica. Una creadora sin bordes, cotizada en México y Londres, que convirtió la incertidumbre de la pandemia en su mejor inspiración.
En el edificio Tánica de avenida Santa María, los brazos extendidos incrustados de nervaduras, arterias y venas azules y rojas de Juana Gómez —que en realidad se llama Francisca— parecen tocarse. A los conductores, esta visión, como salida de un libro de anatomía médica, los apacigua, pero también los intriga. Juana, artista conceptual de 41 años, casada con el escritor Benjamín Labatut y madre de Julieta, es una de los seis artistas elegidos para hacer instalaciones efímeras en edificios de Vitacura. Una propuesta ecológica, porque sus materiales se biodegradan.

En su taller, rodeada de curiosos objetos de cerámica blanca y negra, inundada de libros de medicina donde ha aprendido anatomía para replicar en sus obras y de textiles de colores, Gómez dice que todo lo que hace son formas de expresión de lo mismo: su necesidad de trabajar con la tierra y el ser humano. Desde hace dos años, su obra fotográfica bordada se cotiza en tamaño postal y se vende a coleccionistas en México y la galería inglesa Michael Hoppen la representa en Europa. Y cuando se le pregunta por qué es principalmente conocida solo por coleccionistas, se remite a su esencia: esta es una creadora que huye del reconocimiento público. Le interesa solo que su obra llegue.

Tal vez por eso fue que, al inicio de la pandemia, se refugió con su familia en Sierras de Bellavista, un paraje campestre a 40 kilómetros de San Fernando, de cuyo territorio extrajo materiales, silencio e inspiración. Un trío que define su creación hasta hoy.

En su retiro floreció:

—Para mí como artista fue lo mejor que me pudo haber pasado. Me hizo profundizar más en el tema de la tierra, ver sus ciclos; me puse en contacto con un vecino geólogo y cuando salí del encierro tomé un curso con la geóloga Pelusa Rosenthal, quien además es una gran ceramista. Yo quería saber de la tierra. En Sierras de Bellavista me metí a fondo en la naturaleza, partí recolectando cenizas, palitos.

A la vera de Rosenthal entró en profundidad en la cerámica y, con uno de sus retiros del 10%, se compró un horno y un torno. Fue una epifanía:

—Me gusta mucho el bordado, pero nunca había encontrado algo que me hiciera tan feliz como meter las manos en la tierra. Creo que hay una cosa de niña, como esos recuerdos de infancia de hacer tortas de barro, una cosa que me hace profundamente feliz y es lo que enseño ahora. Ahí partió algo que se empezó a cultivar.

Se levantaba muy temprano y partía a campo traviesa. Volvía con los brazos cargados desde los bosques.

—Empecé a recolectar semillas con una vecina de casi 80 años. Nos juntábamos y compartíamos semillas como los niños se comparten estampas.

Volví a Santiago y armé mi taller cerámico: fue cuando me metí a trabajar con la Pelusa Rosenthal, dueña del Centro Arte Curaumilla. Le di rienda suelta a mi trabajo con el territorio, empecé a recopilar desechos y a hacerlos parte de la cerámica.

En paralelo, comenzó a preparar su obra biodegradable para el Festival Paste Up de Vitacura. Un proyecto de instalación urbana que incluye a otros seis artistas, entre ellos, Bruna Truffa, Santiago Ascuí y Cecilia Avendaño. En total, ocho obras inspiradas en el Street Art que serán recicladas después de exhibirse en edificios clave de la comuna durante el verano.

Para ‘Reunión' Juana diseñó dos brazos extendidos con sus venas y arterias, que replicó desde un libro. Dice:

—Son dos brazos, uno con arterias y otro con venas: hace alusión a las ramas y raíces de los árboles, y es un dibujo anatómicamente correcto. Estudié anatomía, pero no a nivel médico, sino por una instrucción de Hatha Yoga, donde tienes que estudiar anatomía estructural, más ósea que circulatoria. Soy autodidacta y aprendí en libros que me recomendaban mis amigos dentistas y médicos. No vengo de una familia médica.

Los coleccionistas de su obra en Chile y en el extranjero han llegado a creer que Gómez tiene estudios de medicina. Pero no. 'Cuando ves un cadáver es una majamama, no entiendes nada. Necesitas estos esquemas que desde siempre han sido dibujados por artistas o médicos con sensibilidad estética. Solo así se comprende su estructura, que es lo que me interesaba a mí para poder relacionarla con otra cosa, no solo con anatomía'.

Artista multimedial

Pero Juana Gómez no siempre fue Juana Gómez. Hubo un día en que se llamaba Francisca y trabajaba en diseño haciendo carátulas musicales y en una revista. Esta licenciada en Arte de la Universidad Católica sabía que, algún día, volvería a su esencia: la creación.

—Cuando salí de la Escuela de Arte hacía grabados y fotografía, pero mis papás vivían en Punta Arenas y pasaban por un situación económica muy mala, y yo no podía dedicarme al arte. Tenía que trabajar. Me quedé un año más en la escuela sacando todos los ramos de trabajo digital como Photoshop, Illustrator, para poder tener herramientas para diseñar. Empecé a trabajar con músicos y llegué al diseño por ellos, hacía carátulas, videoclips, así me llegó más trabajo. Estuve cinco años en Paula y después en una agencia de medios digitales: tengo un diplomado en Programación.

Respira profundamente:

'Hoy me considero una artista multimedial, porque paso del video a la foto y de ahí a la performance. Y el bordado para mí es esencial'.

—Su madre, Ximena Mateluna, borda estolas eclesiásticas y usted trabaja con ella en sus bordados. Ha contado que por ella cambió su nombre…

—Fue para protegerla o, más bien, para protegerme de ella. ¿Viste el documental de Nina Simone? Era una estudiosa de Bach y quería aprender piano clásico, pero en Estados Unidos no la dejan entrar al Conservatorio porque era negra. Entonces se mete en los bares como pianista y se pone Nina Simone para no deshonrar a su madre, porque ya no iba a tocar piano clásico. Fue lo que hice yo. Mi mamá borda y teje mucho, es servidora de la eucaristía y con un grupo muy religioso todos los jueves reza el rosario. Y yo tenía la necesidad de hacer esta serie donde me bordé entera desnuda con esta técnica anatómica, y para mi mamá podía ser muy fuerte. Ella es muy católica y hace clases de catequesis.

Ximena Mateluna se enteró de la obra conceptual de su hija el día en que apareció en la prensa. 'Ya había cierta aprobación y admiración por mi trabajo'. Hoy Mateluna ayuda a Gómez en sus bordados: ambas son maestras en el oficio.

El cambio de nombre de esta artista tiene raíces aun más profundas. Cuando decidió dedicarse al arte a tiempo completo optó por ponerse Juana, como una segunda piel.

—Toda mi familia me dice ahora Juanita. Y he pensado volver a cambiarme el nombre, porque no me gusta dejar registro, me gusta pasar piola. Cuando salí de la Escuela de Arte y trabajaba con videos, les iba cambiando el nombre a mis proyectos, porque no me interesa ser reconocida. Y con los krishnas, con quienes estuve un tiempo, si ya eres parte de su corriente espiritual, tú te cambias el nombre. Si eres monja de convento, también. Parte de mi paso por el diseño fue porque yo tenía este destino que no quería aceptar, yo era todo o nada: o lo hacía o no lo hacía. El arte para mí no podía ser un hobby. Y es un camino muy difícil, un camino duro, espiritual.

Hoy viene llegando de Colchane, en el altiplano andino, una experiencia que la estremeció:

—Fui para estar en contacto con la tierra. Me fui a aprender a cómo esquilar, y fue tremendo. Había eclipse de luna, me fui a trabajar con una amiga aimara. Realmente fue una procesión: ir a trabajar con animales, esquilarlos. Levantarnos temprano, estar en la pampa.

En estos días, Juana Gómez prepara su próxima exposición en Galería NAC, que se verá en octubre de 2022. 'Es una unión del textil con la cerámica. Una gran instalación, un gran hongo que ocupará casi toda la sala principal. En otras salas estarán mis bordados en punto cruz, son fotos que yo paso por un código textil y hago una unión entre el bordado y mi experiencia en programación. Itinerará su exposición por todo Chile. Para eso trabaja con la curadora Carolina Arévalo, quien armó la muestra de Sheila Hicks en el Museo Precolombino.

Recuadro
'Hoy me considero una artista multimedial, porque paso del video a la foto y de ahí a la performance. Y el bordado para mí es esencial'.
Pie de pagina
Por María Cristina Jurado.-