Pais:   Chile
Región:   Los Lagos
Fecha:   2022-03-09
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   4
Sección:   Actualidad - Columna
Centimetraje:   10x23
El Llanquihue
8 de marzo: Reconocer a las mujeres rurales
"Las mujeres productoras han sufrido la in visibilización de su trabajo desde hace mucho tiempo, pues se considera como una extensión de sus labores de cuidado y tareas domésticas"
En un nuevo 8 de marzo, como Rimisp decimos con claridad que es el trabajo invisibilizado de las mujeres rurales el que en buena parte sostiene el desarrollo de sus territorios y la seguridad alimentaria. Dos contribuciones fundamentales que se tensionan ante las desigualdades de género y territoriales que viven a diario, las que se han intensificado desde el inicio de la pandemia.

Si bien las "mujeres rurales" son diversas y son mucho más que sólo agricultoras, este rol ha sido históricamente invisibilizado social y estadísticamente. Según datos preliminares del Censo Agropecuario y Forestal del año 2021, de las 506.239 personas que trabajan de manera permanente en agricultura, sólo el 5% de ellas son mujeres (24.165). Si consideramos además a quienes trabajan de manera temporal en la agricultura, la cifra asciende a 21%.

Podría creerse que las mujeres participan marginalmente de la agricultura en Chile. Sin embargo, las cifras que maneja el Indap son muy distintas, para quien en 2020 el 45,3% de sus usuarios son mujeres (74.667). Las cifras no cuadran porque las mujeres están sobrerrepresentadas en la agricultura familiar y de pequeña escala.

Las mujeres productoras han enfrentado la invisibilización de su trabajo desde hace mucho tiempo, pues se considera como una extensión de sus labores de cuidado y tareas domésticas, por las que no reciben remuneración ni reconocimiento. Por lo mismo, muchas veces ellas mismas no se asumen como trabajadoras del rubro, ni son reconocidas como productoras por las intervenciones.

Estas desigualdades sólo se profundizaron durante la pandemia. La Encuesta de Seguridad Alimentaria y Alimentación de 2020 (ESAA), desarrollada por el proyecto "Siembra Desarrollo" de Rimisp, muestra que los hogares rurales con jefatura femenina y niños y niñas menores de 5 años fueron los más afectados. Además, los hogares encabezados por mujeres experimentaron mayor inseguridad alimentaria (17,3%) y mayor tendencia al deterioro de sus dietas.

En lo relativo al impacto en la vida cotidiana por la pandemia, las mujeres reportaron haber sufrido mayor sobrecarga de tareas, problemas emocionales y dificultades para continuar con sus labores por las tareas de cuidado, entre otros efectos que han deteriorado su autonomía e independencia económica.

Las mujeres rurales son fundamentales para la agricultura -sea familiar campesina o industrial-, la producción de alimentos y el patrimonio alimentario de sus territorios. Es esencial reconocerlas como tal y profundizar los esfuerzos públicos en abordar las barreras para acceder y controlar recursos productivos, especialmente tierra y agua, financiamiento y capacitación, que aporten a su autonomía económica.

Dentro de todo el trabajo invisibilizado de las mujeres que esta fecha aprovecha de denunciar, se encuentra el de las mujeres rurales, que con triple carga de trabajo mantienen algo tan esencial para la vida como el alimento.
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Tatiana Aguirre y Valentina Martínez Rimisp, Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural-