Andy Pizarro supo de la Fundación 'Ganémosle a la calle' a los 17 años, cuando era jugador de fútbol cadete. 'Un amigo me contó sobre una organización a la que podíamos ir para entrenar; había profesores que daban clases gratis y eso me entusiasmó para seguir un camino de futbolista', cuenta Pizarro, hoy de 24 años y profesor de los talleres de fútbol de esta fundación.

'No pude ser futbolista profesional, pero estar allí me entregó valores, estudié Pedagogía y me convertí en profesor', explica. 'Siempre he vivido en un barrio donde si bien es tranquilo, se ve violencia, sabemos que hay narcotráfico y son cosas que, de no ser la oportunidad que me dio la fundación de seguir en el deporte, tal vez me hubiesen llevado a malos pasos'.

Pizarro es uno de los varios entrenadores deportivos que se han unido a 'Ganémosle a la calle', una organización chilena sin fines de lucro que tiene como objetivo llevar el deporte a las zonas más vulnerables de Chile. La idea es alejar a los menores de la violencia y las vulnerabilidades asociadas a la calle y las pandillas, y entregar oportunidades a través de la recreación deportiva.

Creada en 2013, la fundación comenzó en Recoleta y ha crecido rápidamente en los últimos años, al punto que ya cuenta con siete centros deportivos en cuatro comunas de la capital y tiene planes de expansión.

'A finales del año pasado empezamos a crecer de forma bien acelerada con nuestro objetivo de estar presente cada vez en más zonas de Santiago', cuenta Gracia Carvallo, directora ejecutiva de la organización.

'A pesar de que nuestros planes se frenaron mucho por la pandemia, porque no podíamos hacer talleres deportivos presenciales y tuvimos menos actividades, en los últimos meses hemos avanzado mucho', añade.

Cambio en el hogar

Actualmente la fundación cuenta con centros propios en Estación Central, Renca, Lo Barnechea y Recoleta. En ellos ofrecen clases gratuitas de fútbol, baloncesto, vóleibol, boxeo y baile a menores entre tres y 18 años.

'Nuestras clases las hemos mantenido entre las cinco de la tarde y las ocho de la noche, cuando los niños de zonas vulnerables vuelven de la escuela y se exponen a la calle, la violencia o las drogas del entorno', comenta Carvallo.

El impacto del trabajo con la comunidad se deja ver en las historias de familias cuyos hijos asisten a los talleres, dice.

'Hay familias cuyas vidas han cambiado por completo para mejor. Hay casos potentes, como el de una madre que tiene a su hijo mayor preso y familiares suyos han muerto por ajustes de cuentas; pero sus otros cinco hijos menores empezaron a ir a los talleres y ella cuenta que su casa cambió: los niños se comportan muy diferente y no hay un ambiente de violencia'.

Mejores notas

Y agrega: 'Otras formas de impacto que hemos visto es a través de las notas de los niños, porque muchos padres nos cuentan cómo sus hijos han mejorado su desempeño en la escuela'.

Actualmente son casi 700 los menores inscritos en los talleres de la fundación, quienes reciben clases de profesores con título universitario relacionado a la educación física. Otro de ellos es Alexander Navarro (23), quien también fue alumno un par de años.

'A mí, personalmente, me ayudó en lo valórico y también me sirvió como inspiración para convertirme en profesor, porque veía a los profesores cómo nos entrenaban y yo quería hacer eso también', cuenta Navarro, quien finalmente se tituló como licenciado en Ciencias de Actividad Física y Deporte.

'Vimos oportunidades a través del deporte que eran difíciles de creer para muchos, porque yo lo veía en mis compañeros cuando era alumno, que tenían a los papás presos o vivían rodeados de delincuencia', dice Navarro.

'Y realmente se notaba cómo cambiaba su vida con los talleres, incluso eran personas que al principio tenían roces con otros y con los profesores, pero iban cambiando al punto que mejoraba su forma de expresarse y de vivir', agrega.

Además de los talleres recreativos, 'Ganémosle a la calle' desarrolló un programa de talento a través del cual apoyan a los menores a probarse en clubes deportivos. 'En todo este tiempo nos dimos cuenta de que había que hacer algo con los niños que se ve que podrían vivir del deporte y ahora a ellos los llevamos a los equipos a realizar pruebas y ver si pueden aspirar a oportunidades profesionales', comenta Carvallo, quien asegura que parte de los planes para este año es abrir otros seis centros deportivos y llegar a regiones.

'Afortunadamente estamos llegando de nuevo a la cifra de inscritos que teníamos antes de la pandemia, de 700 niños y jóvenes. Por la emergencia algunos se habían alejado, pero de nuevo seguimos creciendo', puntualiza.