Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2022-04-04
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   A9
Sección:   Educación
Centimetraje:   31x28

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Observar actitudes, comportamientos, verbalizaciones u otros que atenten contra la buena convivencia es clave para prevenir casos de bullying.
El Mercurio
Ante aumento de violencia:
Los establecimientos educacionales son un actor clave para prevenir situaciones de bullying
Fomentar valores entre los alumnos, como la empatía y el respeto, pero además enseñarles sobre negociación y hacer análisis personalizados o por cursos para prevenir el acoso escolar son algunas recomendaciones. Los expertos también llaman a mediar conflictos si es que existen casos en el colegio.
El retorno a clases presenciales trajo consigo un invitado indeseado: el bullying.

Ya sea porque los estudiantes estuvieron casi dos años sin relacionarse con sus compañeros de clase en persona o porque durante la pandemia hubo problemas en sus casas —fallecimiento de familiares por covid-19 o pérdida de trabajo de sus padres o cuidadores, lo que pudo traducirse en mayor irritabilidad— la realidad es que los escolares volvieron al colegio impactados emocionalmente y se ha reportado un aumento de los casos de violencia y de acoso escolar.

'El confinamiento implicó una falta de oportunidades de expresarse, de esparcimiento, de conectarse con el grupo de pares, lo que es muy necesario en la pubertad y la adolescencia, y ello generó mucha frustración, llevando a los alumnos a expresarse a través de la rabia y la violencia. Se suma a lo anterior la mayor presencia de problemas de salud mental, cuadros de ansiedad o depresión, lo que también contribuye a generar irritabilidad', explica Carmen Birke, directora del Diplomado en Gestión de la Convivencia Escolar de la U. San Sebastián.

De acuerdo a los expertos entrevistados, los establecimientos educacionales son un actor clave para evitar este tipo de situaciones y mediar en caso de que estén ocurriendo actualmente.

'Los colegios fundamentalmente deben realizar una labor preventiva —precisa Birke—, les corresponde formar en valores como la empatía, solidaridad, respeto; fomentar la amistad y la aceptación de las diferencias, empoderando a los niños para poder hacer frente a situaciones que no les son agradables y que, cuando algo les moleste, se les invite a decir las cosas directamente, no de manera agresiva. Para ello es necesario trabajar sobre la resolución pacífica de conflictos a través de técnicas específicas como la negociación, la mediación o el arbitraje pedagógico'.

Raúl Perry, gerente de Programas de la Fundación San Carlos de Maipo, asegura que 'la prevención de la violencia se logra abordando los factores de riesgo y protectores que explican la problemática. En el caso de la violencia escolar, conocemos algunos factores de riesgo, como problemas de manejo y conflicto dentro de la familia, fracaso escolar temprano, falta de sentido en los estudios, entre otros. Dentro de los factores protectores se encuentran el desarrollo de competencias sociales y el reconocimiento a los comportamientos positivos'.

Como ejemplo de estrategias que las escuelas podrían aplicar para evitar el acoso, Natalia Cathalifaud, instructora del Programa de Prevención del Bullying Kiva Santillana, dice que existen programas para diagnosticar el aspecto socioemocional de los alumnos, que entregan informes con sugerencias, los cuales podrían utilizarse para generar acciones concretas por estudiante o por cursos completos.

'También existen programas específicos de prevención del bullying, lo que ayuda a desarrollar habilidades prosociales de manera sistemática durante el año para que los estudiantes se conozcan mejor a sí mismos y a los demás, generando una mayor cohesión de grupo', añade Cathalifaud.

No tolerar agresiones

En este contexto, es también deber de los profesores y otros profesionales que forman parte de la comunidad educativa —quienes están en contacto directo con los escolares diariamente— 'estar atentos a observar verbalizaciones, actitudes, comportamientos y otras manifestaciones que atenten contra la buena convivencia, y estar prontos a no dejar pasar estas situaciones. Ante ello, deberían conversar formativamente con los estudiantes involucrados, de modo que cualquier manifestación incipiente de acoso, falta de respeto u otro sea erradicada', comenta Birke.

Patricia Guerrero, académica de la Facultad de Educación de la U. Católica, afirma que es importante que los docentes 'puedan organizar trabajos de al menos un mes de duración donde el aprender esté ligado a la convivencia escolar y con metodologías de trabajo en grupos pequeños. También deben derivar a estudiantes y familias que vean con problemas serios a las duplas psicosociales o a los equipos de gestión, trabajar integradamente con el Programa de Integración Escolar, no ser tolerantes con la violencia, poner límites y usar los protocolos. Por último, pedir tiempo a la institución para trabajar colaborativamente: solo nadie logra detener el bullying'.

'Existe mucha investigación ya realizada que apunta a los mecanismos a través de los cuales prevenir estas problemáticas. La recomendación es basarse en la evidencia e idealmente implementar programas preventivos que cuenten ya con evaluaciones rigurosas. Debemos exigir que los establecimientos educacionales implementen políticas y programas bien evaluados', concluye Perry.

Recuadro
¿Y qué pasa con los padres?

'Hablar con las familias de niños agresores es una labor del establecimiento en la que se debe poner especial cuidado. Suele ser difícil que los padres asuman que su hijo es un agresor, pero también es uno de los temas que hay que lograr', dice Carmen Birke.

Y añade que otro factor que ayuda a las víctimas de acoso es 'que los padres o cuidadores del escolar agresor le pidan a su hijo disculparse, reparar la falta o el daño ocasionado. Lo que no se puede hacer es enfrentar cara a cara al agresor con la víctima, ya que esto no va a permitir que la víctima pueda hablar frente a quien lo agrede, ya que suele estar muy intimidado por él (por esto debe ser una disculpa pública, frente a todo el curso). Eso es en el inicio del proceso de intervención o cuando se activa el protocolo para investigar qué ocurrió. La reparación o disculpa solo se debe intentar cuando ambos, víctima y agresor, estén preparados para ello, cuando ambos se sientan capaces de abordarlo. No se puede imponer'.

Natalia Cathalifaud sostiene que 'es vital que los padres y apoderados puedan conversar con sus hijos respecto a cómo les fue en el colegio, pero generando preguntas que requieran más que un sí o no, por ejemplo: ¿cómo se llaman tus amigos?, ¿con quiénes compartes en los recreos?, ¿tienes amigos en otros cursos?'.

Y agrega: 'Estar atentos a lo que comuniquen, con interés genuino y escucha activa. Si se enteran de algún hecho de violencia o bullying en el establecimiento, deben comunicarlo al profesor jefe y equipo de convivencia para investigar la situación y activar los protocolos a la brevedad en caso de que se requiera'.
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Constanza Menares-