Hace 10 mil años la humanidad vivió un cambio revolucionario: los hombres dejaron de ser cazadores nómadas para convertirse en agricultores sedentarios. Hoy, la explosión de los nómades digitales —potenciados por la hipermovilidad— es una tendencia pionera, justo cuando el vínculo entre las personas y los Estados parece debilitarse y en el que las empresas enfrentan un cambio brutal en las reglas del juego laboral.

Los nómades digitales tienen entre 20 y 40 años, alto nivel educacional y pertenecen a una élite profesional ligada al ecosistema creativo, de innovación y tecnología mundial. Antes de la pandemia, en su mayoría, eran freelancers o dueños de sus propios emprendimientos. Hoy —quienes lideran su explosivo crecimiento— son trabajadores en relación de dependencia, que se suman con fuerza a estos 100 millones de personas (fuente: BID).

Solo necesitan un lugar seguro y una buena conexión a internet para trabajar. Ya tienen toda una industria emergente de servicios que incluye salud y hasta ahorro previsional especializado para apoyar su estilo de vida. Aspiran a formar parte del entorno y vivir una experiencia más real que la del turista tradicional, por lo que ponen foco en crear redes y polinizar ecosistemas con nuevos conocimientos.

Dado su alto poder adquisitivo, una treintena de países —muchos europeos— han lanzado visas nómades, porque —al tener un trabajo asegurado— pueden gastar de inmediato en el lugar elegido y son vistos como impulsores de economías locales, además de un capital humano estratégico. La batalla por estos ciudadanos globales llevó a Argentina y España a desarrollar campañas específicas para atraerlos.

Producto de la automatización, el auge de los millennials, generación Z y el movimiento The Great Reshuffle, el desafío por retener y atraer talento es mayúsculo para empresas que deben lidiar con colaboradores que exigen total libertad para trabajar en cualquier momento y lugar. En La reinvención de la cultura empresarial (LinkedIn, 2022) la directora de RR.HH. de IBM, Nickle LaMoreaux, destaca que las organizaciones no habían tenido que plantearse cómo se trabaja, en qué, dónde y cuándo, desde la revolución industrial.

En un mundo en donde las opciones de conciliación son más importantes que la cuenta bancaria para los candidatos a un nuevo empleo (LinkedIn) es crucial enriquecer los debates laborales —como el de las 40 horas— incorporando conceptos de adaptabilidad laboral y así visualizar lo que para otros países ya es evidente: En la economía del conocimiento, la batalla por el talento humano es crítica y global.