Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2022-07-14
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   A10
Sección:   Vida - Ciencia - Tecnología
Centimetraje:   30x20

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Identificar aspectos positivos de la relación madre-hijo y potenciarlos ayuda a favorecer el neurodesarrollo infantil, dicen los expertos.
El Mercurio
Primeros resultados tras más de un año de investigación en Chile:
El impacto de la pandemia en la salud mental de las embarazadas también repercute en sus hijos
La emergencia sanitaria elevó los niveles de estrés y depresión en estas mujeres, lo que puede tener un efecto en el desarrollo integral de los recién nacidos si no se interviene a tiempo.
La salud mental de las mujeres embarazadas se ha visto particularmente afectada durante la pandemia, según los primeros resultados de un estudio llevado a cabo por investigadores de la U. de los Andes en el país. Además de duplicarse la prevalencia de estrés en esta población, los cuadros de sintomatología depresiva se cuadruplicaron.

'Datos a nivel local y extranjero muestran que alrededor del 20% al 25% de las mujeres embarazadas suelen presentar estrés durante la gestación. Si bien esperábamos un aumento durante la pandemia, la mitad de las mujeres estudiadas (de un total de 123 en su último trimestre de embarazo) presentaba estrés sobre la media', comenta Federico Bátiz, director científico del Centro de Investigación e Innovación Biomédica de la universidad y líder del estudio que comenzó en 2020.

En el caso de los síntomas depresivos, estos se observaron en el 40% de las mujeres estudiadas. Lo habitual, según la evidencia, es que su prevalencia esté alrededor del 10%.

'Encontramos que el aumento de la prevalencia de estrés y depresión en embarazadas tiene un correlato con ciertas variables asociadas a lo que ocurrió en pandemia', dice el investigador.

Para el estudio, en el que participó un equipo multidisciplinario, se tuvo acceso a pacientes que se atienden en la Clínica Dávila y el Hospital Sótero del Río, en Santiago, así como en la Clínica Red Salud de Magallanes, en Punta Arenas.

A través de análisis previo al parto y posterior a este, se detectó que de las mujeres que tenían estrés, el 73% presentaba también sintomatología depresiva; mientras que solo el 5% de las mujeres sin estrés presentaba síntomas depresivos.

Aunque no se observaron diferencias en función del nivel socioeconómico, educacional o estado civil, sí se observaron diferencias significativas a partir de la percepción de variables asociadas a la pandemia, precisa Bátiz. Por ejemplo, el confinamiento y problemas de convivencia y comunicación aumentaban entre 6 a 8 veces la probabilidad de tener estrés. Este riesgo, en tanto, se elevaba en dos a tres veces asociado a problemas como el aumento de deudas, la reducción de ingresos y la sobrecarga laboral en el hogar.

Pedir ayuda

Una de las principales preocupaciones es el impacto de esta realidad en los hijos. 'Este proyecto está basado en el concepto de programación fetal, que es cómo el ambiente intrauterino condiciona el desarrollo del feto y del bebé a futuro', dice Bátiz. 'Los primeros mil días de vida, desde la gestación, son importantes en este sentido'.

Con esto en mente, a los recién nacidos se los evaluó a los tres y seis meses de edad. 'Usamos instrumentos estandarizados (test TADI) que permiten saber cómo avanzan en la adquisición de hitos del desarrollo en cuatro dimensiones: cognición, lenguaje, desarrollo motor y desarrollo socioemocional', explica Marcela Tenorio, académica de la Escuela de Psicología de la U. de los Andes y directora alterna del Instituto Milenio para la Investigación del Cuidado (Micare).

Si bien no se observaron diferencias significativas a nivel del neurodesarrollo, los investigadores esperan continuar un seguimiento hasta los cinco años, con el fin de identificar posibles efectos e intervenir a tiempo.

Donde sí se observaron cambios fue en el temperamento de las guaguas, evaluado a través de preguntas a la madre, el padre o el cuidador, así como mediante el análisis a los seis meses de la interacción madre-hijo en el juego. 'El temperamento no es la personalidad, sino el rasgo con el que nacemos y que va a mediar las interacciones que tengamos con el ambiente', precisa la psicóloga.

'La construcción de interacciones sanas y positivas será más fácil cuando el bebé tiene un temperamento más tranquilo, en comparación con aquel más irritable o demandante. No hay temperamentos buenos y malos, pero imponen exigencias diferentes para el cuidado', agrega.

El estudio muestra que 'ya a los tres meses vimos que hay una relación entre niveles más altos de estrés materno y un aumento de la afectividad negativa, sobre todo en los bebés de género masculino'. A los seis meses, este estado de ánimo negativo se observaba por igual en niños y niñas. Esto, dicen los autores, puede generar la base para 'conductas difíciles y riesgo de psicopatologías en el futuro'.

Tenorio precisa que es importante enfatizar que esto es 'tratable y remontable' a través de intervenciones sobre todo en los tres primeros años de vida. Por ejemplo, 'rescatando aspectos positivos de la relación madre-hijo y potenciarlos', que ayuden al desarrollo del menor.

Asimismo, los expertos concuerdan en la necesidad de potenciar el apoyo a las mujeres embarazadas. 'Proteger a los bebés parte por proteger a las mamás', dice Tenorio. Para ello, es fundamental que aquellas mamás o papás que se sienten sobrepasados en la crianza pidan ayuda.

Recuadro
- Biomarcador

Como parte del proyecto, los investigadores esperan identificar marcadores moleculares tempranos (mediante análisis de sangre materna y del cordón umbilical), 'que permitan predecir en qué niños enfocar más interacciones para garantizar su normal desarrollo', dice Federico Bátiz.
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C. González-