La Región de Antofagasta se ha consolidado como la capital de la transición energética. Hoy, el 100% de los proyectos en desarrollo son renovables, y más de dos tercios de los proyectos en construcción se ubican acá.

El escenario energético local e internacional se ha complejizado en el último tiempo. En Chile, la sequía afecta gravemente a la zona centro sur y, a nivel global, primero la pandemia y luego la guerra en Ucrania, han generado problemas de producción y logística de insumos, elevando costos y tiempos de desarrollo de proyectos.

Sin embargo, estamos convencidos que, a pesar de los impactos de corto plazo, habrá una aceleración de la transición energética y creemos que eso es una oportunidad para Chile. ¿Por qué? En 2018 hicimos un acuerdo del retiro del carbón, y hemos visto cómo ese plan se ha ido acelerando, y donde la industria minera ha jugado un papel fundamental, mediante el reemplazo de contratos en base a carbón por contratos de suministro renovables.

Tras dos años de tramitación se publicó la Ley Marco de Cambio Climático, con amplio consenso, trazando una hoja de ruta hacia la carbono neutralidad para Chile. Al 2030 el 60% de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero del país vendrá del sector generación, gracias al retiro del carbón y la inserción de las energías renovables. En ese escenario, la electrificación y renovables, y sus derivados como el hidrógeno verde, jugarán un rol central para alcanzar una "minería verde".

Junto a la descarbonización de la generación de energía vendrán innovaciones y avances en sectores como el transporte, industria y vivienda. De hecho, después del transporte, la minería es el segundo mayor emisor, si consideramos los combustibles fósiles que consumen directamente y del suministro de electricidad.

Sin embargo, solo para retirar el carbón necesitaremos invertir más de US$ 20 mil millones en nueva generación y otros 10 mil millones en transmisión y almacenamiento. Sostener este ritmo de inversión requiere confiar en las instituciones y una apertura económica de Chile, como también una colaboración público-privada, en particular, en ámbitos como la gestión de permisos para un desarrollo más acelerado. Estamos confiados que así será.

Se requiere que los proyectos sean también una buena noticia para los territorios. Necesitamos un alto estándar de inversión, diálogo temprano y vínculo permanente con las comunidades, autoridades locales y regionales, creando valor compartido de largo plazo y una exigente gestión y medición del impacto socio ambiental.

Chile y el mundo necesitan de nuestra minería, atrayendo talento, financiamiento, inversión e innovación para acelerar la transición energética. Así, sales solares, cobre y litio, piezas claves para el almacenamiento y la electromovilidad, son una gran oportunidad para Chile y la región.

Energía y minería debemos seguir trabajando unidos para inspirar y liderar la transición energética hacia un futuro carbono neutral, solo así podremos tener una transición realmente justa y sostenible para todas y todos.