Con la llegada de la pandemia, muchas personas comenzaron a buscar formas de desplazarse por la ciudad sin tener que usar el transporte público. A partir de fenómenos como ese, entre 2020 y 2021 hubo un 60% de aumento en la venta de vehículos motorizados livianos. Otros optaron por movilizarse en bicicleta: según estimaciones del Ministerio de Transportes, el año pasado se realizaban 1.644.070 viajes diarios en ese medio en todo el país.

En medio de ese auge, las ciclovías siguen teniendo importantes deficiencias. 'En el caso de Santiago, las falencias tienen que ver con algunas características estructurales. Hay casos en que la ciclovía no cumple con lo que establece la ley, sobre todo en lo que refiere a su ancho o a la segregación respecto del tráfico vehicular. De hecho, casi la mitad de las ciclovías en Santiago no cumple con alguno de esos criterios', dice Giovanni Vecchio, profesor del Instituto de Estudios Urbanos de la U. Católica e investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus).

Agrega que 'en muchos casos se encuentra en la vereda y eso normalmente no ayuda a que la experiencia de moverse en ‘bici' sea la más fluida o cómoda'.

Otro tema, observa Vecchio, 'tiene que ver con el uso de ese espacio, porque en muchos casos la ciclovía no es respetada al igual que una pista para vehículos y termina siendo ocupada por autos mal estacionados o que circulan por ellas, lo que en parte es una consecuencia de la falta de segregación'.

'El diseño puede ayudar a que esos episodios se den lo menos posible. El hecho de que las ciclovías se construyan en la calle y no en la vereda puede reducir los conflictos entre ciclistas y peatones, u otros elementos que ocupan las veredas, como el comercio informal', afirma.

Uwe Rohwedder, académico de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la U. Central, también pone énfasis en el diseño, en dos sentidos. 'Las ciclovías necesitan cierto ancho para desarrollarse bien. Eso no siempre se ha cumplido y hay muchos tramos en que no están bien implementados los diseños. El otro gran problema es que, en general, hemos hecho ciclovías como por tramos; entonces, no hay continuidad, no se puede tomar la bicicleta y cruzar la ciudad en ella', señala.

En ese sentido, advierte que 'ha habido poca coordinación y planificación urbana, para que haya un diseño más integral en el Gran Santiago. Hay algunos intentos, como la ciclovía por el Mapocho, y el proyecto que se desechó, lamentablemente, de renovar todo el eje Alameda-Providencia, con una ciclovía de Pajaritos a Tobalaba'.

Con todo, Rohwedder afirma que existe 'un problema que es un poco más complejo, que tiene que ver con una cultura del peatón, cultura del ciclista y cultura del automovilista. Eso siempre es más difícil de abordar, pero se puede partir por el diseño'.