Este 10 de septiembre se conmemoró a nivel mundial el Día de la Prevención del Suicidio, cuyo lema este 2022 es "Crear esperanza a través de la acción". Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dan cuenta que ésta es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años, después de los hechos de tránsito. Trastornos como la ansiedad, depresión, la bipolaridad y los trastornos de personalidad son algunos de los trastornos mentales que pueden dar paso al suicidio, un problema de salud pública mundial que cobra la vida de cientos de personas diariamente en el mundo.

Esta estudiado que es posible prevenir los suicidios adoptando medidas en distintos niveles de intervención, como, por ejemplo: a nivel individual, de la población y de determinados grupos poblacionales. Además, existe evidencia de intervenciones eficaces en prevención del suicidio, que son recomendadas por la OMS, y adoptadas por el Ministerio de Salud chileno, por ejemplo: Restringir el acceso a los medios utilizados para suicidarse (por ejemplo, los plaguicidas, las armas de fuego y ciertos medicamentos); Educar a los medios de comunicación para que informen con responsabilidad sobre el suicidio; Desarrollar en los adolescentes aptitudes socioemocionales para la vida y resolución de conflictos; Detectar a tiempo, evaluar y tratar a las personas que muestren conductas suicidas y hacerles un seguimiento.

Las medidas propuestas necesitan incorporase en conjunto con una serie de intervenciones básicas como el análisis de la situación local, la colaboración multisectorial, la sensibilización, la financiación, la vigilancia, y el seguimiento y la evaluación.

Muchas de estas intervenciones no se llevan a cabo de forma adecuada, existiendo una descoordinación entre los distintos actores de la sociedad. Desde el sector salud la falta de recursos humanos, económicos y comunicacionales facilita el que no se realice de manera coordinada la prevención del suicidio, la derivación y seguimiento de los casos que consultan en los sistemas de emergencias como SAR o Urgencias de hospitales.

Desde educación podemos ayudar a crear esperanza por medio de la sensibilización y visualización del dolor emocional que acompaña a muchas personas cuya solución la encuentran en la muerte. La incorporación de la temática en distintas carreras y asignaturas ayuda a ir disminuyendo los mitos que se relacionan con el suicidio, además, de favorecer que se incorpore en los diálogos comunes de los estudiantes.

En relación a la educación de la población, está comprobado, es más, en algunos países europeos se enfatiza y promueve que temas como el suicidio, sean temáticas que se visualicen desde los medios de comunicación. Que informen de manera científica y responsable, siendo una medida de prevención de mucho poder y alcance. Esta información que debe ser elaborada por especialistas y ojalá basadas en información de la OMS, debe evitar la exageración o el uso de personas mediáticamente muy conocidas. Lo ideal es no hablar de métodos, ni de detalles o uso de fotografías. Más aún, esta información, es necesario se centre en las medidas y recursos de ayuda disponibles, que se centre en los casos que han logrado salir adelante de situaciones complejas, en donde se puede a través de una explicación de este fenómeno complejo y multicausal desde una perspectiva de un problema de salud pública tratable.

Finalmente, las familias cumplen un rol importante en la prevención, detección y tratamiento de esta problemática. No basta con estar centrados en el bienestar físico, económico y social, especialmente de los niños y jóvenes. Se debe tener una actitud de cuidado y enseñanza, en donde el expresar las emociones y la importancia de la vida de cada miembro de la familia, tanto para la familia y la comunidad en general, debe ser algo que desde edades primarias debe inculcarse. Todos somos importantes y nadie sobra, pero esto no puede dejarse a la interpretación, debe expresarse en conducta y lenguaje, en cada tramo etario del desarrollo, en todo nivel educativo y social.