Leontina López asumió la dirección de la Escuela Jorge Alessandri de Arica en medio de un período incierto: comenzaba el año 2021 y las clases presenciales todavía eran voluntarias.

Para generar mayor confianza entre una comunidad asustada por la crisis sanitaria, una de sus primeras acciones fue contactar a un certificador externo para obtener un sello respecto a la efectividad de sus protocolos sanitarios.

Ante un diagnóstico de 'convivencia dañada' y un 'colegio muy dividido a nivel de funcionarios', el siguiente paso fue aplicar un sistema de liderazgo distribuido. Es decir, uno que promueve la confianza y en que se reparten tareas.

Para este nuevo año, la misión del equipo directivo que López encabeza es fomentar el acompañamiento en el aula, así como una mayor retroalimentación docente.

'Detectamos que si bien hay muchas fortalezas, también presentan debilidades', señala la directora a propósito de los profesores del establecimiento, en donde se educan 329 niños de enseñanza básica. 'Hay muchos colegas que se han ido quedando con las estrategias para enseñar más tradicionales, pero nuestros niños han ido cambiando. Merecen profesores que se vayan actualizando'.

Menos malos tratos

Esta capacidad de atender problemas de manera diligente parece ser una característica de los buenos directores. Y en particular, de aquellos que como Leontina López en los últimos años han sido seleccionados para su cargo a través de concursos públicos vía Alta Dirección Pública (ADP).

Así lo sugiere Pablo Muñoz, investigador del Instituto Milenio para la Investigación de Imperfecciones de Mercado y Políticas Públicas (MIPP) y autor de un estudio que buscó medir el impacto de la selección de directores escolares en el país a través de la ADP, un sistema que busca limitar la influencia de los políticos locales sobre el nombramiento de los cargos.

Para ello, junto a Mounu Prem, académico del Einaudi Institute for Economics and Finance de Italia, Muñoz revisó documentos educativos públicos, como censos docentes y los datos (a partir de 2011) de un panel escolar anual. En total, información de 64.770 profesores y 8.061 directores.

El estudio se trabajó bajo un modelo de valor agregado, un sistema en el que se intenta descomponer el efecto que distintas variables tienen sobre algo. En este caso, se buscó ver el efecto concreto que tiene un director sobre un alumno (más allá de otras variables como el tamaño de cada aula o el capital cultural del alumno, por ejemplo).

De esta forma, se obtuvo una 'medida de calidad o valor agregado del director'. En el caso de aquellos elegidos vía ADP, se vio que estos se correlacionaban con un aumento en los puntajes de las pruebas Simce y en las pruebas para ingresar a la universidad.

Asimismo, 'vimos que directores que nosotros calificamos como de mayor valor agregado están asociados con un mayor porcentaje del cuerpo docente estando ‘de acuerdo' o ‘muy de acuerdo' con frases positivas respecto al director. Con datos de la superintendencia, también vimos que estos directores de mayor valor agregado están asociados con menos reclamos por bullying', explica Muñoz.

Educación de calidad

La investigación además destaca que cuando un director se escoge a través de un concurso público mediante ADP, aumenta la posibilidad de que los docentes mal evaluados sean desvinculados de forma ágil, incidiendo en el desempeño escolar final. Esto, porque se permite que estos directores elijan 'a sus equipos directivos y que puedan despedir al 5% de profesores que tienen una evaluación regular o mala', dice el investigador.

También se identifica una menor rotación de profesores que son de alta calidad (de acuerdo a puntajes de evaluación docente).

En concreto, el estudio señala que el incremento en la competitividad y la transparencia que entregan estos procesos de selección permite aumentar la calidad promedio de quienes ocupan el cargo de director, lo que tiene efectos en el desempeño escolar general.

Para José Weinstein, director del Programa de Liderazgo Educativo de la U. Diego Portales y especialista ajeno a esta investigación, los resultados que esta arroja 'son una buena noticia, en el sentido de que muestran que haber pasado de un sistema clientelar y poco riguroso de selección, a uno más profesionalizado, tiene efectos respecto a la calidad de la educación en las escuelas en que trabajan estos directivos'. Ese —dice— es justamente el objetivo detrás de la medida.

Y si bien la investigación del Instituto Milenio MIPP da primeras pistas de por qué estas mejoras ocurren, Weinstein cree necesario seguir indagando en aquello.

'Los directores inciden en los resultados de los estudiantes de una manera indirecta, que es mediante el trabajo que logran hacer con el cuerpo docente, ya sea individualmente o como colectivo', indica. Eso, continúa, lo suelen lograr mediante tres vías: organizando la escuela de una manera distinta, siendo grandes motivadores y generando mayores competencias en los docentes. La propuesta de Weinstein es la de avanzar más en estudios que ayuden a desmenuzar estas tres variables.