En una década más, el 68% del agua que utilizará la minería provendrá del océano. Así lo reveló el estudio 'Proyección de consumo de agua en la minería del cobre del período 2021-2032', publicado por Cochilco a principios de año. La cifra respalda lo que desde hace un tiempo advierten los expertos: que la desalinización otorga seguridad hídrica y que es una de las soluciones más adecuadas para un país que enfrenta la mayor crisis hídrica del hemisferio occidental.

Según cifras de la Asociación Chilena de Desalinización (Acades), actualmente hay 24 plantas desaladoras medianas o grandes en operación en el país, produciendo algo más de 8.000 litros/segundo.Y son cada vez más las empresas que se suman a la construcción de sus propias desaladoras para enfrentar las limitaciones de agua.

En 2022, por ejemplo, Acciona se adjudicó el diseño y construcción de una de estas plantas para Minera Collahuasi. El último trimestre del año empezó el levantamiento de la obra, detalla Waldo López, gerente de Desarrollo de Negocios de Agua de la firma, y una vez que entre en operación, tendrá una capacidad inicial de 1.050 litros/segundo de agua desalada mediante la tecnología de ósmosis inversa.

Rafael Palacios, vicepresidente ejecutivo de Acades, destaca las que entrarán en operación este año: las plantas de Quebrada Blanca Fase 2, al sur de Iquique, con una capacidad de 1.200 litros/segundo, y la de Minera Los Pelambres, en Los Vilos, con una capacidad de 400 litros/segundo.

También, para el primer semestre de 2024 deberían estar tramitados todos los permisos asociados al proyecto Aguas Marítimas, de CRAMSA, estima Hugo Lecaros, gerente de Asuntos Corporativos de la empresa que busca contribuir a resolver las necesidades de agua para consumo humano y de la industria en Antofagasta. Esa construcción partiría a fines de ese año.

Palacios cree que al tratarse de una solución clave en la adaptación al cambio climático, también será relevante para la transición energética del país al proveer de agua a los nuevos proyectos de hidrógeno verde, ya sea a través de infraestructura compartida o entregando el insumo básico que necesitan en Antofagasta y Magallanes.

Regulación y capital humano

El panorama también es desafiante. Para Palacios, el tiempo es el principal obstáculo, no solo para la minería. 'Estamos en una carrera contra el tiempo para abastecer de agua desalinizada a muchas localidades y actividades productivas del país que no tienen otra alternativa, en un entorno regulatorio inorgánico y ralentizado por complejidades políticas y administrativas que llevan a que los diversos servicios públicos involucrados en su evaluación tarden entre 6 a 8 años en otorgar las autorizaciones respectivas', sostiene.

Waldo López dice que para promover un desarrollo sostenible de esta tecnología se requiere una política país para abordar la crisis hídrica de manera mucho más amplia.'Chile cuenta con todas las condiciones para aumentar la producción de agua desalada, pero necesitamos avanzar en políticas públicas de largo plazo', señala. Palacios coincide, y añade que es necesario tener una estrategia nacional de desalinización.

La puesta en marcha de nuevas plantas incluso traerá desafíos de capital humano.'Actualmente no existe un estándar de la industria minera para los perfiles laborales del proceso de desalinización, como sí ocurre con los principales procesos de la cadena de valor principal, como la extracción, el procesamiento y la mantención', advierte Vladimir Glasinovic, director del Programa Eleva (alianza CCM-Eleva). Por eso desarrollaron -junto con los equipos técnicos de las compañías mineras y las empresas de desalinización- un nuevo perfil ocupacional para trabajadores de plantas desalinizadoras, llamado 'Operador Base Planta Desaladora' que, según el ejecutivo, completará la ruta formativa laboral para el proceso de desalinización en los niveles 2, 3 y 4 del Marco de Cualificaciones para la Minería.