Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2023-02-05
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   B2
Sección:   Economía y Negocios
Centimetraje:   30x18

Pie de Imagen
Un bono de carbono equivale a una tonelada de carbono capturada. Los resultados obtenidos demuestran que una hectárea de bosque de la Patagonia de Aysén tiene una capacidad de captura de 120 toneladas de carbono.
El Mercurio
The Real Eco State se asocia con la NASA en proyecto que busca llevar el aporte en captura de CO2 de la Patagonia al mercado
Vender terrenos para conservación en la Patagonia ha llevado a la empresa The Real Eco State a formar una alianza junto a la NASA para medir vía satelital las cantidades de captura de CO2 de los bosques chilenos, datos que luego podrían transformarse en activos transables en el mercado.

El fundador de la compañía The Real Eco State, Felipe Escalona, comenta que hasta ahora más de 6.000 hectáreas han sido vendidas en la Región de Aysén como 'parques de conservación privada' y aún existe un área de cuatro veces este tamaño que espera ser comercializada.

Al vender estos terrenos, The Real Eco State hace uso del Derecho Real de Conservación (DRC) de manera perpetua. Esta es una herramienta legal que permite proteger distintos atributos naturales definiendo usos permitidos y restringidos de la tierra, como la prohibición de usos industriales, tala de bosques, construcción de cercos, ingreso de animales domésticos o la modificación de cauces de agua, entre otros.

En este sentido, para garantizar el cumplimiento del DRC y la conservación en las áreas que son vendidas trabajan junto a la fundación We Conserv, quienes se encargan del monitoreo y cuidado del área.

En vista de que más del 20% de las ventas del 2021 provinieron de ciudadanos norteamericanos y europeos, The Real Eco State decidió abrir una oficina en Nueva York, hecho que se concretó en 2022.

La internacionalización de la compañía permitió solucionar las exigencias legales chilenas para la compra e inscripción de terrenos para inversionistas extranjeros. Para ello trabajan junto al estudio Baker & McKenzie, quienes dan el respaldo notarial para poder adquirir un activo inmobiliario en la Patagonia sin tener RUT chileno.

Pero invertir en conservación va más allá de la mera filantropía, ya que los inversores obtienen una rentabilidad del 20% promedio anual por los terrenos. Entre 2017 y 2022 la empresa ha vendido US$ 25 millones y apunta a un nuevo mercado ecológico.

La alianza con la NASA

El programa de investigación global de dinámicas en los ecosistemas GEDI (Global Ecosystem Dynamics Investigation) es una misión de la NASA para medir cómo la deforestación ha contribuido a las concentraciones atmosféricas de CO2. Este mapeo de la estructura del ecosistema global mediante satélites sirve para calcular la biomasa vegetal, lo que a su vez permite cuantificar la cantidad de carbono almacenado por la vegetación, aunque con cierto margen de error.

En este punto surgió el trabajo colaborativo que desarrollan con The Real Eco State, quienes complementan la información de la NASA con los datos propios recopilados mediante drones que sobrevuelan los parques de la Región de Aysén y reducen el margen de error de los satélites, determinando de manera precisa los niveles de retención de CO2.

Los datos que aporta Chile permiten precisar las cantidades de CO2 que capturan los bosques de la Patagonia chilena y cuánto contribuyen a mitigar los efectos del cambio climático. Vale decir, permite evaluar los efectos de la conservación y contribución de las zonas boscosas al secuestro de carbono del medio ambiente, que hasta ahora 'han demostrado ser mayores a los de la amazonía', dice Escalona.

Estos datos son valiosos no solo a nivel ecológico sino también a nivel comercial. Se espera que, además del rédito que esta propiedad puede dar gracias al aumento de su valor frente a una venta posterior, el propietario también pueda sacar provecho de la contribución que los bosques hacen al calentamiento global.

El actual modelo de venta de los bonos de carbono se basa en la medición del secuestro de carbono que un bosque tiene en la medida que crece tras la reforestación. Felipe Escalona explica que este modelo supone en primer lugar la destrucción de la naturaleza, y en su opinión, aquí reside la diferencia con los parques privados de conservación.

Un bono de carbono es el equivalente a una tonelada de carbono capturada. Ahora bien, los resultados obtenidos demuestran que una hectárea de bosque de la Patagonia de Aysén tiene una capacidad de captura de 120 toneladas de carbono. Si un propietario puede obtener los certificados de emisiones reducidas podría recibir una retribución mucho mayor al comercializar estos activos.

Escalona añade que actualmente se trabaja en la creación de un mercado donde sean transables los activos ecológicos intangibles de un área protegida. 'Las acciones de conservación podrían generar réditos como activos ecológicos', comentó.