Narcotráfico, conflictos entre vecinos, violencia intrafamiliar, percepción de inseguridad, basurales, falta y deterioro de espacios públicos. Se multiplican los factores de riesgo que actualmente enfrentan distintos barrios del país, en medio de la crisis de seguridad que los ha acrecentado o tornado más evidentes.
Paralelamente a la necesaria acción policial para enfrentar los focos delictivos, surge otro tipo de iniciativas complementarias que apuntan a aplicar los denominados factores protectores.
“La idea de factores de protección y factores de riesgo proviene de los estudios de salud pública, que en esencia tienen un carácter preventivo. La idea es identificarlos y tenerlos completamente mapeados para abordarlos y tratarlos antes de que se presente el problema”, comenta Gayle Mac-Lean, directora del Área de Prevención e Innovación de la Fundación Paz Ciudadana.
“Es el mismo concepto trasladado, esta vez, a violencia y delito. Entonces, los factores de protección se refieren a cualquier variable, atributo o circunstancia que disminuya las posibilidades de que ocurra un resultado negativo, en este caso, violencia o delito”, dice.
Nicolás Cruz, fundador de Fundación Junto al Barrio, expone que “una comunidad y un barrio donde existen cohesión y confianza entre los vecinos, y hay organización comunitaria, lograrán generar mejores estrategias que les permitirán resistir y superar sus factores de riesgo”.
Así, Mac-Lean detalla que, a partir de la evidencia, existe consenso sobre algunos de los factores protectores más importantes en los barrios: liderazgos comunitarios positivos; presencia de ONGs, instituciones u organismos locales, e infraestructura urbana de calidad, son algunos de ellos.
Acerca de este último factor, Cruz apunta que “la inversión en luminarias, espacio público, áreas verdes y espacios para la vida en comunidad no podrán ser factores protectores por sí mismos si no cuentan con organizaciones comunitarias que se las apropien, las cuiden, las gestionen, las habiten. Solo de esta forma esos espacios, esa inversión, se vuelven un factor protector más”.
Alejandra Luneke, investigadora del Cedeus y experta en seguridad urbana, afirma que debe existir “buena vigilancia natural, donde el espacio público se utilice por las comunidades, las personas, los niños, que no estén deteriorados”.
Y apunta que en cualquier estrategia de mejoramiento de barrios es fundamental enfocar los esfuerzos en los jóvenes. “Cuando ellos no tienen acceso a oportunidades, para la edad entre los 12 y 16 años, de ocupación del tiempo libre, es más la probabilidad de que incurran en carreras antisociales o de mayor riesgo que aquellos que tienen mejores condiciones en sus barrios o en sus calles”, afirma.
“La idea es que a nivel de ciudad tengamos una oferta de ocupación del tiempo libre de calidad para esos jóvenes y adolescentes que, de no tenerla, lo más probable es que se hagan primero consumidores de drogas y luego entren a bandas criminales”, agrega.
En cuanto a programas, Luneke menciona el “Quiero mi barrio” del Ministerio de Vivienda, ya que asegura que la calidad del mobiliario es buena. No obstante, advierte que “si se miden los primeros meses o el período de tiempo inmediato a la intervención, encuentras buenos resultados, pero el problema es que, muchas veces, esos municipios no tienen capacidad presupuestaria para sostener esa intervención en el tiempo y todo se deteriora”.