Ir a las causas, no sólo a los efectos
Hace algunos días un cantante de música urbana, a través de sus redes sociales, levantó amenazas a un productor musical valiéndose de lo que podría ser un arma. Es preocupante la naturalización de la violencia en distintos niveles, más aún entre quienes son referentes de un conjunto importante de niños y adolescentes que, en la construcción de su identidad, incorporan estos códigos de violencia y —por lo mismo— son presa fácil de organizaciones delictivas vinculadas al narcotráfico que los involucran con la finalidad de cooptar a las familias y comunidades a las que pertenecen.
En los últimos años hemos visto un aumento en la participación en delitos violentos de un grupo de niños que tienen en común factores de riesgo como problemas familiares, consumo de alcohol y otras drogas y exclusión educativa. Internacionalmente el narcotráfico establece dentro de sus estrategias territoriales la captura de la niñez como una forma de obtener legitimidad en sus operaciones delictivas y por lo tanto actuar con absoluta impunidad. Más aún, estas organizaciones criminales asignan roles cada vez más violentos a los niños, disponiendo para ellos armas y drogas de tal modo que son ellos los que actúan con mayor violencia, ya que se busca torcer la protección que el legislador da a niños y jóvenes a través de un sistema penal distinto que busca su rehabilitación como es la Ley Penal Adolescente.
Todo plan de seguridad debe partir por acá. No es posible concebir un plan integral que se concentre sólo en los efectos y no en las causas. Se requiere de una Agenda Temprana de Prevención Social disponible a nivel local, con una oferta completa basada en la evidencia, capaz de interrumpir trayectorias delictivas antes que se consoliden. El sistema Lazos de la Subsecretaría de Prevención del Delito ha sido un buen intento, con un retroceso importante a partir de la exclusión del programa Familias Unidas de la Universidad de Miami, con sólida evidencia en la prevención de consumos de alcohol y drogas en niños y adolescentes. Es de esperar que las estrategias y planes de seguridad se complementen con el fortalecimiento de una oferta preventiva de calidad, que invierta adecuadamente en el desarrollo positivo de la niñez evitando su captura por las bandas delictivas y logrando la tan anhelada seguridad que espera la ciudadanía.