Pais:   Chile
Región:   Metropolitana de Santiago
Fecha:   2023-10-06
Tipo:   Prensa Escrita
Página(s):   42-43
Sección:   Qué Pasa
Centimetraje:   32x54

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Hay una alta probabilidad de que el sistema mundial climático se vea alterado y que produzca estas olas de calor, que también se registrarán en nuestro verano

La pregunta es: ¿cómo se enfrentan las olas de calor en un escenario estresado por la escasez hídrica?
La Tercera
Hipertermia, sequía e incendios: se acerca un verano con temperaturas sobre los 43°C
Durante la temporada estival tanto el ecosistema como la salud de las personas podrían verse afectadas por máximas históricas. Estas son las principales consecuencias y medidas para contener los efectos de las altas temperaturas pronosticadas para los próximos meses.
Las olas de calor que recientemente se dejaron sentir en Europa, China y Estados Unidos solo pueden significar una cosa para nuestro territorio. Debido a la presencia de El Niño y al calentamiento global en gran parte de planeta, las temperaturas extremas en verano han superado todos sus récords, y es muy probable que las máximas en nuestro país también lleguen a máximos históricos.

Bajo esos antecedentes, para el próximo verano en Chile se pronostica que los termómetros superarán incluso los 43°C en la zona centro-sur, cifra que si se concreta sería la más alta registrada en sectores poblados.

Esto podría traer grandes consecuencias al ecosistema. Podrían intensificarse los incendios forestales, las sequías, la disponibilidad de agua potable e incluso podrían aumentar las muertes por golpes de calor y deshidratación.

De acuerdo a un análisis realizado por el académico Patricio González, del Centro de Investigación y Transferencia en Riego y Agroclimatología (CITRA) de la Universidad de Talca, el verano se extenderá y las temperaturas alcanzarán los 34°C a partir de noviembre. Además, según su proyección, se espera que se registren olas de calor de larga duración, "de 3 a 10 días consecutivos, con temperaturas máximas extremas promedio sobre los 35° C".

Además, señala que habría momentos en que, por uno o dos días, se presentarían "temperaturas máximas extremas diarias que oscilarían entre los 37 a 39°C en Santiago; 39 a 40°C en Talca; y de 41 a 43°C en Chillán y en Los Ángeles".

Hay una alta probabilidad de que el sistema mundial climático sea alterado y que produzca estas olas de calor que pueden operar en nuestro verano también. El bioclimatólogo y académico de la Universidad San Sebastián, Fernando Santibáñez, añade que las olas de calor se dejarán sentir con mayor intensidad en la zona central y sur, hasta por lo menos la Región de Los Lagos.

Estas olas de calor tienen múltiples efectos. Uno, que es muy palpable, tiene que ver con al agricultura. "Los cultivos se estresan y dejan de producir, se desploman los rendimientos. Sobre todo en la fruticultura, donde la producción crece en número pero la calidad que alcanzan los ejemplares quedan por debajo de los estándares necesarios para poder exportarla", comenta Santibáñez. Incluso, mucha fruta se logra embarcar, pero debido a su prematura maduración llega en muy malas condiciones al puerto de destino porque no resiste los 20 días de viaje.

Para evitar eso existen técnicas para paliar estas olas de calor. En árboles frutales que no sean muy altos -como frambuesa, arándanos y kiwis- se pueden instalar mallas sobre la vegetación, de manera de atenuar la carga de energía solar y crear un microclima más fresco. Las otras posibilidades son productos químicos que ayudan a disminuir el estrés del calor.

También hay productos que no influyen de manera química, como sales que hacen que las hojas reflejen la radiación. Actúan como una especie de bloqueador solar para las plantas. "Todos estos paliativos ayudan, pero también hace que aumente el costo de la fruticultura, y en Chile las condiciones no está muy fulgurantes en temas de rentabilidad", manifiesta Santibáñez. De modo que no se le hace fácil a los agricultores enfrentar estos problemas y que puede afectar a uno de los mayores sectores productivos del país.

Pero la agricultura es solo uno de las áreas afectadas. Si las altas temperaturas llegan muy temprano, como ya ocurrió en Brasil, es muy posible que a partir de octubre podamos tener las primeras señales de calor. "Lo cual es muy temprano, porque la nieve que cayó en invierno sobre la cordillera central, lo hizo con temperaturas relativamente altas", problematiza Santibáñez.

Según detalla, después de la última nevazón no bajó la temperatura, lo que hizo que la nieve no se consolidara, quede con baja densidad y mucho aire, y por lo tanto muy susceptible a derretirse rápidamente. Es probable que si llegan olas de calor tempranas, estas nieves se derritan prematuramente, cuando no necesitemos tanta agua. Y después se desplomarían los caudales de agua desde mediados de enero en adelante, agrega el académico.

Esto lleva a la siguiente pregunta: ¿cómo se enfrentan las olas de calor en un escenario estresado por la escasez hídrica? Si bien, las lluvias recientes y la acumulación de nieve hacen que las empresas de agua potable y saneamiento enfrenten esta temporada estival con las fuentes en mejor pie que en veranos anteriores, esto no quiere decir que la sequía haya terminado.

Una ola de calor puede anticipar los deshielos y mermar las reservas para la temporada próxima. Además, las consecuencias de los cambios en los patrones de lluvia sobre el consumo de los hogares son visibles hace tiempo para las empresas de agua. "Si hace 15 años el mayor consumo era entre noviembre y marzo, ahora la temporada alta se extiende de septiembre a junio", apunta Lorena Schmitt, presidenta ejecutiva de la Asociación Nacional de Empresas Sanitarias, Andess.

Como parte de sus planes de desarrollo, las sanitarias realizan estudios que les permiten planificar con anticipación las obras necesarias para acompañar el crecimiento urbano, desarrollando nuevas instalaciones y buscando fuentes de agua adicionales. Según explica Schmitt, durante la última década se han incorporado iniciativas de adaptación al cambio climático que buscan reforzar la resiliencia de los sistemas productivos, como tranques de acumulación de agua para sobrellevar episodios de turbiedad y estanques de acumulación de agua potable para incrementar la autonomía de los sistemas.

Sólo en 2021 y 2022, las inversiones en producción y distribución de agua potable sumaron unos US$ 509 millones "y, pese a los 14 años de sequía, no hemos tenido restricciones al consumo por esa causa", afirma.

¿Cómo se planifica la industria del agua potable con las distintas autoridades reguladoras ante esta situación? Las sanitarias, que son supervisadas por la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS), tienen como principal herramienta de control un plan de desarrollo, obras y acciones que cada empresa sanitaria a lo largo de Chile ejecutará para mantener los servicios sanitarios en su área de concesión. "Ese plan es de cinco años, de modo que estructuralmente las sanitarias estamos mirando al menos cinco años al futuro", agrega Schmitt.

Y esa planificación se realiza muy de la mano con la SISS, como también en coordinación con otras autoridades de Salud y de las organizaciones de respuesta a emergencias. "A la larga, todos los usuarios de una cuenca están sometidos a las consecuencias del cambio climático y se requiere la suma de esfuerzos para enfrentarlo", comenta.

La escasez de agua también contribuye a un fenómeno que viene afectando al territorio durante los últimos años: los incendios forestales. El calor es un tremendo empuje que tiene a los siniestros, que de acuerdo a la Oficina para el Medioambiente de la Organización de Naciones Unidas, cada vez se hacen más frecuentes y voraces. "Cuando hay una onda de calor, la atmósfera se vuelve más inestable y a la primera chispa enciende el fuego incontrolable", dice Santibáñez.

De hecho, el bioclimatólogo de la Facultad de Ciencias de la Naturaleza de la USS detalla que en los últimos incendios que afectaron a la zona centro y sur del país, las brigadas de control nunca habían visto este patrón que arrasó con más de 400 mil hectáreas. "Ahora los incendios avanzan hasta en tres direcciones distintas. Antes solo avanzaban en una sola, en la dirección del viento. El pasto y las ramas secas se convierten en gasolina, que arden a una gran velocidad", destaca el académico.

Ante esto, y previendo que la situación podría intensificarse en este próximo verano, el gobierno del Presidente Gabriel Boric presentó a la ciudadanía el Plan de Prevención, Mitigación y Control de Incendios Conaf 2023-2024. Esto contempla un aumento de un 47% en su presupuesto respecto a la temporada anterior, correspondiente a 148 mil millones de pesos.

Este aumento del presupuesto permitirá también reforzar la presencia de brigadistas a lo largo de Chile y aumentar los recursos y equipamiento para combatir incendios forestales. De esta manera, el plan contra incendios forestales de esta temporada considera más de 3.330 brigadistas distribuidos entre Atacama y Magallanes. Junto a eso, están contemplada la operación de 70 aeronaves, entre aviones y helicópteros con maquinaria y vehículos especializados.
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Por Francisco Corvalán -