Corría el año 2003 y los casos Coimas y MOP-Gate dejaban al gobierno en una situación de inestabilidad. Un acuerdo político-legislativo entre el presidente de la República, Ricardo Lagos, y el presidente de la UDI, Pablo Longueilra, permitió la creación de una Comisión Asesora en Transparencia y Probidad Pública. De allí surgieron varias leyes que modernizaron el Estado y la gestión pública, incluida la Alta Dirección Pública (ADP), organismo que se encarga de la selección de altos directivos para alrededor de 150 servicios. Este sistema, que por estos días conmemora sus 20 años, lidera el proceso de selección de alrededor de 1.400 fundonarios públicos, en primer y segundo nivel jerárquico. Si bien representa una fracción pequeña del empleo público total, se trata de los cargos más estratégicos de la administración, por lo que su trabajo es clave. Desde sus inicios, la ADP ha estado sometida a una Importante tensión: el equilibrio entre el mérito y la confianza política.

Por un lado, se deben evaluar las competencias, el liderazgo, la capacidad de gestión e innovación y, por otro lado, también se debe tener en cuenta de que se requiere de confianza política para la implementación delos cambios. Sin embargo, el sistema ha ido mejo- rando en términos de gestión, reducción de los tiempos de los concur- sos, apoyo al desarrollo profesional de los directi- vos y expansión para cubrir nuevos servicios. La ADP ha subsistido a cuatro cambios de coalicio- nes de gobierno, el estallido social, la pandemia y una diversidad de desafíos. Varios países de Latinoamérica que han imitado este modelo de reclutamiento de directivos públicos, como Perú, Ecuador, Costa Rica, Brasil y Paraguay. No en vano, una reciente investigación del Banco Interamericano de Desarrollo posiciona a Chile como el país con más alto puntaje en el índice de desarrollo del servicio civil de Latinoamérica.

Por otra parte, diversos estudios han demostrado que los directivos elegidos bajo este sistema muestran una mejor gestión de los servicios que dirigen. Esto, sumado a resultados intangibles, pero relevantes, como un incremento en la legitimidad interna en la gestión de las instituciones, un mayor compromiso de los líderes y un aumento en la autonomía delosdirectivos. Sin desmerecer los logros, hay mejoras por implementar, como transparentar y revisar las causas de los procesos de desvinculación, o mejorar los mecanismos de gestión del desempeño, entre otras. La ADP ha sido una iniciativa exito. sa para Chile, reconocida internacionalmente. En estos días de autoflagelación, no olvidemos que, en pleno revuelo de confianza política, en 2003, fuimos capaces de demostrar que, cuando las crisis son mediadas por el diálogo y los acuerdos, se puede llegar a buenas soluciones, incluso beneficiosas en el largo plazo.